Demi Lovato: en medio de la tormenta

El novio de Demi Lovato es fan suyo desde hace nueve años
Demetria Devonne Lovato-Hart cumplió 26 años el pasado 26 de agosto. Empezó a tocar el piano cuando tenía siete, se convirtió en actriz a los ocho (¿quién podría olvidar su participación en el programa Barney & Friends?), a los 15 ya era una estrella y a los 17 probó por primera vez cocaína.
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En Simply Complicated, el documental basado en su vida y presentado en otoño del año pasado, cuenta que un par de amigos le mostraron aquella droga. “Tenía miedo”, cuenta, porque su madre le había dicho que con sólo probarla le estallaría el corazón, sin embargo igual la consumió. “Y la amé”, reconoció ante las cámaras en aquel momento, cuando había cumplido sobria cinco años y medio.
¿Qué la llevó a consumir drogas? Es la pregunta que muchos se hicieron el pasado 24 de julio, cuando el sitio de noticias de celebridades TMZ anunció que había sido llevada de emergencia al hospital debido a una sobredosis (en apariencia de heroína, aunque tal información ha sido desmentida por su familia).
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No obstante, eso ya lo había respondido ella misma en Simply Complicated: “Mi padre era adicto y alcohólico, y creo que siempre busqué lo que él había encontrado en el alcohol y en las drogas, porque eso lo llenaba a tal grado que lo eligió en lugar de apostar por la familia”.

Un cúmulo de heridas sin sanar

Cuando Patrick Lovato abandonó a ella, a su madre y a su hermana Dallas, Demi tenía sólo dos años de edad. La relación con su padre, fallecido en 2013, se rompió y nunca sanó. Para ella la mayor figura paterna ha sido la de Eddie de la Garza, el segundo esposo de su madre, pero es indudable que los recuerdos de su padre biológico y los problemas que lo rodearon son hasta hoy una poderosa y destructiva influencia en su vida.

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“La rehabilitación es un trabajo diario, no puedes tomarte ni un día libre”.

Como Patrick, Demi empezó a consumir alcohol y drogas (cocaína, mariguana y Adderall, medicamento estimulante que suele recetarse a quienes padecen déficit de atención con hiperactividad). Además, compartió con él un historial de mal manejo de la ira y de actitudes violentas que se destaparon al ojo público al golpear a una de sus bailarinas tras discutir con ella durante una gira en 2011.

Hundida en un ambiente tóxico

Como dicta el cliché en estos casos, mientras su carrera ascendía, ella caía en una espiral trágica en la que sus adicciones cobraban cada vez más fuerza. Ante ello su equipo de trabajo le dio un ultimátum: o se alejaba de ese estilo tóxico o su carrera quedaba sepultada. “Apareció en American Idol con resaca, sin mostrar respeto por nadie”, recuerda su manager Phil McIntyre, quien en ese momento consideró que la situación lo sobrepasaba.

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Por suerte, Lovato respondió de manera positiva ante la encrucijada y decidió recibir ayuda. El cambio no resultó fácil: tuvo que mudarse a una clínica de rehabilitación, donde compartió cuarto con otras personas en busca de sobriedad; no tenía acceso a un celular y debía cumplir con las tareas asignadas por la clínica al mismo tiempo que era jueza en el programa de talentos The X Factor. Al cumplir su primer año ‘limpia’, Demi tenía 19 años.

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Una recaída estrepitosa

Pasaron seis años sin que recurriera a sustancias tóxicas para sentirse bien. Incluso dio charlas motivacionales y para advertir sobre trastornos como la bipolaridad y la bulimia (desorden alimenticio que la ha acompañado desde temprana edad): sólo tenía ocho años cuando empezó a considerar que la comida era una especie de ʻmedicina’ que podía sanar sus penas. “Al nacer mi hermanita, la atención se enfocó en ella y no en mí. Ya trabajaba y estaba muy estresada, así que para sentirme mejor cocinaba galletas para toda la familia, pero después me las comía todas sin dejar nada para ellos”, confesó en 2017.

Un revés a su autoestima

A los 12 años fue víctima de bullying. Sus compañeros de escuela le decían que estaba gorda y esto, aunado a las presiones típicas de los trabajos en televisión respecto al peso y a la imagen, no fue de gran ayuda para su autoestima. Y tuvo que cambiar la escuela por clases en casa, pero comenzó a vomitar después de comer. Ese mal hábito, alimentado por sus deseos de ser “tan delgada como Amy Winehouse”, a quien durante años consideró su ídolo, fue sorteado por la cantante cuando su relación romántica con el actor Wilmer Valderrama iba viento en popa. Pero meses después de su ruptura, en 2016, dicho mal volvió a aquejarla.

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Pese al dolor que le provocó terminar su relación con quien califica como “el amor de su vida” (y quien se asegura fue a visitarla al hospital, en su reciente recaída), Lovato se mantuvo fuerte, luchando contra la bulimia. Sin embargo en junio pasado, con el lanzamiento de “Sober”, su nueva canción, anunció al público que su periodo de sobriedad había terminado. Su confesión fue intensa: “Perdón por estar así otra vez, prometo pedir ayuda, no era mi intención, lo siento por mí misma”. Un flashback de aquel año (2008) en el que Winehouse, su modelo a seguir, causaba furor con su hit “Rehab” al tiempo que fumaba crack y se presentaba ebria en sus conciertos. Y por ese antecedente, la supuesta sobredosis de la diva resulta estrepitosa por partida doble. Aunque ya ha sido declarada fuera de peligro después del incidente del 24 de julio, la zozobra la rodea a ella y a sus “lovatics”, como se hacen llamar sus miles de fanáticos. ¿Veremos en Demi Lovato la recuperación que deseábamos para Amy? Pese a los mensajes de apoyo que sus seguidores le han enviado desde todos los rincones del mundo, en definitiva la respuesta sólo podrá darla ella.

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Por: Mónica Isabel Pérez / Foto: Getty Images
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