El secreto del magnetismo de Cate Blanchett

Cate Blanchett insiste en que el nuevo auge del movimiento feminista no es una moda pasajera
“Una vez hice un cameo para coincidir con Cate, quien recogía una pala en la misma escena. Estaba tan deslumbrado por cómo la recogió que olvidé decir mis líneas”, escribió en Twitter el actor Val Kilmer. Fue en marzo de 2017, y a ese tuit siguieron otros en los que lanzó tantas “indirectas” románticas a Cate Blanchett, que tanto el público como los medios, comenzaron a sospechar que el exsex symbol tenía una obsesión por su colega. “Está casada, déjalo ir”, era uno de los comentarios recurrentes de los usuarios. Y ante las críticas, Kilmer respondió que, dijera lo que dijera la opinión pública, él no olvidaría su fascinación por Blanchett, de quien (en su percepción) siempre se expresó con respeto y admiración: “Cate es increíble... es tan real que casi parece irreal”.
¿Es, entonces, un halo de realidad lo que la hace tan fascinante?

Es difícil adjudicar el fenómeno a un solo atributo, lo cierto es que es una celebridad accesible tanto para los medios de comunicación como para sus fans, igual que sensible y comprometida con diversas causas sociales. Es esposa, madre y profesionista, pero también hay, sin duda, algo de fantasía en su apariencia: tiene la imagen exacta de los elfos, por lo que no fue extraño que el director Peter Jackson la fichara como la reina Galadriel. Es ostentosa en las alfombras rojas, pero de una sencillez que desborda elegancia cuando se la capta en su cotidianidad.

La mujer que queremos ser

Quizá lo que fascina de Blanchett es la naturalidad con la que encarna los ideales contemporáneos. Es bella, saludable, exitosa y sobresale sin las pretensiones de colegas suyas, como Gwyneth Paltrow, con quien a primera vista comparte características, pero quien dista mucho de tener la simpatía generalizada que levanta Blanchett. Paltrow es una figura distante que promueve un estilo de vida casi imposible de seguir por la mayoría de los habitantes del planeta y que ha llevado su obsesión por “lo saludable” a polémicas sobre si lo que comunica en su página-imperio Goop es positivo o peligroso. No se le ve nunca relajada, en cambio, a Blanchett es fácil identificarla con el rostro sereno al recibir un Oscar (lo ha ganado dos veces, una como Mejor Actriz y otra como Mejor Actriz de Soporte), como cuando suelta alguna broma en una entrevista. Mejor aún, ese semblante lo conserva igual de calmo, por ejemplo, siendo presidenta del jurado en el Festival de Cine de Cannes decide ofrecer un poderoso discurso feminista: “Estamos buscando un cambio real, un salto de calidad a consolidarse en el tiempo”, dijo refiriéndose al movimiento #MeToo desatado por los señalamientos y denuncias de acoso y abuso sexual perpetrados por el productor Harvey Weinstein, de quien ella misma se confesó víctima, “estamos atentas a desarrollar acciones específicas para lidiar con las diferencias de género en la industria del cine y en otras, porque el cine no es el único ámbito en el que se manifiestan estas desigualdades y abusos”, aseveró en la inauguración.

Tenemos entonces a una role model auténtica. Blanchett no es una mujer que proponga comer sólo kale o encerrarse por horas en un gimnasio para conseguir el cuerpo perfecto. No. Ella es alguien que invita a pensar, tomar las cosas con humor y hablar con sensatez. Buen ejemplo de lo anterior fue cuando después del estreno de la película Carol, que cuenta una historia de amor entre dos mujeres, su sexualidad fue cuestionada y los titulares, asegurando que era lesbiana o bisexual, no tardaron en aparecer. Luego ella aclaró todo vía BuzzFeed: “[En una entrevista] me preguntaron si había tenido relaciones con mujeres y respondí: ‘Sí, muchas veces. Si te refieres a relaciones ‘sexuales’ con mujeres la respuesta es no’. Obvio, la segunda parte de mi respuesta no se imprimió. Pero el punto debería ser: ¿eso qué les importa?”. Y Cate, además, es muy buena para dar carpetazos.
Intimidad y carrera

Si bien es experta en mantener su privacidad, la actriz es conocida por tener una vida personal plena; está casada desde 1997 con el guionista Andrew Upton, con quien tiene tres hijos biológicos (Dashiell, Roman e Ignatius) y una niña adoptada (Edith). Tras vivir un largo periodo en su natal Australia, en 2016 adquirió una casa en la ciudad de Crowborough, Inglaterra, pero continúa manteniendo contacto con su país, pues ella y su esposo son los directores artísticos de la Sydney Theatre Company. En cuanto a su trabajo, este año, tras el spin-off femenino de Ocean’s Eleven, Ocean’s 8, se mantendrá presente en cartelera: en septiembre aparecerá en la historia de horror y fantasía The House with a Clock in Its Walls, y en octubre se transformará en serpiente en Mowgly, la versión más oscura de The Jungle Book. El mismo mes estrenará la comedia Where’d You Go, Bernadette, y a inicios 2019, dará voz a Valka en How to Train Your Dragon: The Hidden World.

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Por Mónica Isabel Pérez
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