Fiebre de tatuaje

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La exposición Tatoueurs tatoués en el museo Quai Branly, de París, recorre su historia y evolución, desde sus primeras expresiones hasta el fenómeno planetario de hoy

Es probable que las miles de personas que cada día se graban un dibujo en la piel crean que se trata de la nueva tendencia del momento, pero en realidad, el hombre y el tatuaje están íntimamente ligados desde los comienzos de la historia. Sin ir más lejos -o sí, a 4,500 años atrás-, Otzi, el hombre prehistórico hallado en 1991 bajo los hielos de los Alpes austríacos, tenía 16 tatuajes, aunque eran simples puntos y rayas. Ya en la Roma Antigua, Julio César había quedado impresionado por los elaborados tatuajes de los indomables pueblos bárbaros con que se enfrentaba, a los que llamó “pictos” (pintados). En Egipto se descubrió una momia totalmente tatuada con motivos decorativos. En Japón, el tatuaje es una tradición que tuvo su apogeo en el siglo XVIII, pero fue prohibido en el XIX (practicado en secreto quedó asociado con los temibles delincuentes yakuzas) y fue redescubierto por los viajeros extranjeros. James Cook, el más célebre explorador del siglo XVIII, trajo dibujos de las espectaculares decoraciones corporales de los habitantes de la Polinesia (su nombre tatau dio origen a la palabra tatuaje), que apasionaron a los círculos científicos y a la sociedad en general.

En las comunidades primitivas, tanto orientales, africanas u oceánicas, el tatuaje tenía un rol social, religioso y místico, y acompañaba al individuo en sus ritos de pasaje. Fue justamente en Oceanía, y particularmente en Polinesia y Nueva Zelanda, donde alcanzó su desarrollo más sofisticado. Los tatuajes de los indígenas, y sobre todo de los maoríes, cubrían enteramente su cuerpo y su rostro, y eran, a la vez, vestimenta, símbolo de coraje y de atracción erótica, y expresión de rango social.

El tatuaje en occidente

El tatuaje también fue una práctica común en Europa hasta principios de la Edad Media. Los guerreros celtas, galos y pictos luchaban desnudos, con sus cuerpos cubiertos con figuras estilizadas y círculos, símbolo de continuidad e inmortalidad. Pero el cristianismo, opuesto a toda intervención sobre el cuerpo humano, los condenaba, y en el año 787, el Concilio de Nicea los prohibió oficialmente. Relegados a un estatus negativo, durante siglos fueron símbolo de marginalidad entre soldados, marineros, delincuentes, prisioneros..., pero también fueron objeto de fascinación: durante años los hombres tatuados atraían a las multitudes en ferias, circos y los llamados sideshows en América, muy populares en el siglo XIX.

El tatuaje fue “redescubierto” en Europa gracias a las grandes expediciones marítimas. Capitanes, oficiales, exploradores y sabios, como los que acompañaban a James Cook a fines del siglo XVIII, los traían como recuerdo de sus viajes a las islas, ya que se hacían tatuajes como si fueran souvenirs. Se dice que León Tolstoi, de regreso de Oceanía, exhibía el suyo en los salones aristocráticos de San Petersburgo, en Rusia. En ese entonces, el tatuaje tuvo una breve popularidad entre la nobleza europea: la emperatriz Catalina II tenía un escudo de armas tatuado en la piel. Durante un peregrinaje a Jerusalén, el zar Nicolás II se hizo tatuar una espada en el pecho; el futuro rey Jorge V de Inglaterra optó durante una visita a Japón por grabarse un dragón en su brazo derecho, y Federico IX de Dinamarca, uno sobre el torso. En el siglo XX, algunos grandes dirigentes políticos llevaban los suyos: Joseph Stalin tenía una calavera en el pecho; Winston Churchill, un ancla en el brazo, y Franklin D. Roosevelt, el escudo de su familia, aunque se ignora dónde se lo hizo. Pero estos eran excepciones.

La muestra parisina recorre la historia y los orígenes de esta práctica ancestral y su difusión en el mundo, pero nada dejaba prever el entusiasmo masivo que despertaría en los últimos años del siglo XX y en lo que va de nuestro siglo.

Hoy, los artistas tatuadores -los más célebres de los cuales presentan sus obras en la exposición- son tratados con gran consideración y gozan de una inmensa reputación entre un público cada vez más amplio. Al constatar la cantidad de personas tatuadas que se ven diariamente en la calle es irónico pensar que hasta los años 60, el tatuaje estaba mayormente confinado al medio carcelario. ¡Nadie entonces se hubiera atrevido a mostrar sus brazos desnudos cubiertos de signos, dibujos y mensajes! Más aún: el llamado tatuaje chicano, inspirado en el “arte del barrio” que nació en las celdas de las cárceles californianas, hoy día lo vemos en la piel de hombres y mujeres que nunca estuvieron en prisión y ni siquiera pusieron un pie en las calles de los barrios hispanos del East Los Ángeles.

Pero los marineros fueron los más grandes fans del tatuaje. Los británicos (un 90% de ellos tatuados) respondían a una compleja iconografía. Por ejemplo, una tortuga significaba que había cruzado el Ecuador; un ancla, el Atlántico; un dragón, que había llegado a China... Más adelante, el tatuaje llegó a todas las capas de la sociedad, pero pasaron varias décadas entre el clásico corazón flechado tatuado en el brazo de un camionero sentimental y las elegantes caligrafías grabadas sobre el hombro de Angelina Jolie .

FOTOGALERÍA: UNA MUESTRA DE LA EXPOSICIÓN TATOUEURS TATOUÉS

Tatuajes y celebridades

Desde que Angelina los hizo superpopulares, numerosas celebridades corrieron a hacerse sus tatuajes:

- Cristina Aguilera: tiene una flor en la muñeca, Xtina y una frase en letras hebreas en la parte trasera del cuello.

- David Beckham: tiene los brazos completamente tatuados, varios dibujos en la espalda, incluyendo un ángel, y los nombres de sus hijos.

- Avril Lavigne: varios minitatuajes superdelicados y una D en su muñeca izquierda, por su ex marido Deryck Whibley.

- Evan Rachel Wood: el que tenía en el tobillo no le gustó y lo cubrió con otro dibujo.

- Nicole Richie: tiene nueve, entre ellos una estrella fugaz en la muñeca y un rosario en el tobillo.

- Charlize Theron: un pescado en el tobillo y una flor en el pie.

- Johnny Depp: por lo menos tiene 13, incluyendo uno por cada uno de sus hijos y otro por Betty Sue, su madre.

- Kelly Osbourne: varios, incluyendo unas alas de ángeles en la espalda que dicen “Te amo, mamá", en francés mal escrito.

- Sylvester Stallone: el retrato de su mujer en el antebrazo rodeado de tres rosas, por sus tres hijas.

- Scarlett Johansson: un amanecer en colores pastel en el antebrazo y una herradura con Lucky you en las costillas.

- Victoria Beckham: como su marido, tiene varios, especialmente uno vertical en la base del cuello que dice (en hebreo): “Yo pertenezco a mi amante y él a mí".

- Penélope Cruz: dio mucho que hablar cuando se negó a revelar el sentido de la cifra 883 tatuada en su tobillo.

- Cara Delevigne: incontables, entre ellos un león en el dedo índice y un diamante dentro de la oreja.

- Miley Cyrus: dos flechas cruzadas en el hombro y el rostro de su abuela en el antebrazo.

- Adele: una A muy elegante detrás de la oreja.

- Lana del Rey: un mensaje en su mano derecha, “No confíes en nadie”, y en la izquierda, “Paraíso”. Entienda quien pueda...

El tatuaje en algunas cifras

- El porcentaje de personas entre 18 y 30 años tatuadas: en Francia, un 20%; en Nueva Zelanda, un 20%; en España, un 26%; en Estados Unidos, un 32%.

- En Estados Unidos hay más mujeres que hombres tatuados: 59 mujeres y 41 hombres de cada 1,000 personas.

- El gasto anual en tatuajes en Estados Unidos es de 1,650 millones de dólares.

- El primer tatuaje entre los 15 y 20 años de edad se lo hacen un 20% de las mujeres y un 12% de los hombres.

- En Estados Unidos, un 17% de los tatuados se arrepienten de uno o varios de sus dibujos; en Gran Bretaña, un 30%.

- En México, 7 de cada 10 personas consideran que tener tatuajes es objeto de discriminación social.

- En Japón, las clínicas cosméticas dedicadas a borrar los tatuajes registraron un aumento de un 20% de clientes.

FOTOGALERÍA: UNA MUESTRA DE LA EXPOSICIÓN TATOUEURS TATOUÉS



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