El actor brilla a nivel profesional y en su vida personal

El actor  brilla a nivel profesional y en su vida personal

Para Ben Affleck es importante basarse en un buen guión con las raíces de la realidad y también que las actuaciones sean creíbles, dice de su película Argo

Sin Jennifer Garner a su lado, Ben Affleck decidió estrenar la película Argo en Canadá, antes de hacerlo en Estados Unidos. Pero tampoco estuvo solo, porque viajamos especialmente para entrevistarlo en medio del Festival Internacional de Cine de Toronto. Después de todo, Canadá tiene mucho que ver con este filme, porque se trata de un agente de la Central Intelligence Agency (CIA) que ayudó a rescatar a seis norteamericanos, gracias a los canadienses que les dieron refugio, cuando en noviembre de 1979 un grupo de iraníes tomaron a 52 rehenes en la embajada estadounidense. Ben Affleck no solo es el protagonista de la película; también es el director. Y muy pronto va a estrenarse To the Wonder, en la que actúa con Rachel McAdams.

¿Qué nos dice de Argo?
Es una buena película, pues aunque han pasado 30 años desde que sucedieron los hechos, la historia sigue siendo muy relevante, porque todavía continuamos lidiando con los mismos problemas que había en ese entonces.

¿Es cierto que filmaron una parte en Turquía?
Sí. Me encantó filmar en ese país. Desde el primer día, todos empezaron a sugerir ideas para la película.

Más allá de los hechos conocidos de la época en que unos estudiantes iraníes tomaron la embajada estadounidense en Teherán, la película Argo muestra el lado que muy pocos conocen: entre los rehenes pudieron escapar seis norteamericanos que lograron esconderse en la residencia del embajador canadiense. El problema es que la CIA no sabía cómo podía rescatarlos sin entrar en guerra. Con Argo se sabe ahora que un agente de la CIA -interpretado por Ben Affleck- propuso la idea de fingir la filmación de una película en Irán, llevándose a los seis rescatados por el aeropuerto, como si fueran parte del elenco.

¿Cuáles son las expectativas relacionadas con el Oscar, después de tan buenas reacciones sobre la película en el Festival Internacional de Cine de Toronto?
En realidad, no las tengo. Ahora mismo, solamente me preocupa que la gente vea la película. Pero lo bueno es que, en cierta forma, también tiene un perfil realista que se identifica con el mundo de Hollywood. Hay cierto cinismo detrás del agente de la CIA que finge el rodaje de un filme para rescatar a los norteamericanos. Hay una sátira de Hollywood. Ese es un componente que me gusta mucho.

¿El trabajo de dirección resulta un desafío diferente al tratarse de una historia donde el público está al tanto de lo que pasó y en cierta forma conoce el final?
Supongo que en ese sentido el trabajo para el director suena más difícil de lo que es. Para empezar, es importante basarse en un buen guión con las raíces de la realidad y también que las actuaciones sean creíbles.

¿Habló con el verdadero héroe canadiense de la historia, el embajador Ken Taylor? ¿Sabe si él ya vio la película?
Espero que esté contento con los resultados. La idea de estrenar la película en Canadá fue para demostrar el agradecimiento que le tenemos a ese país. Nunca antes se había revelado la participación de la CIA. Lo que no cambia es que seis vidas norteamericanas estaban en peligro y, cuando necesitaron un refugio, Canadá estuvo presente. Se arriesgaron por nosotros, arriesgaron su futuro diplomático, sus vidas, solo para albergar a seis norteamericanos. Gracias a ellos, seis personas fueron salvadas. El hecho de mostrar que la CIA se involucró en todo el procedimiento es contar la verdad, pero nada hubiera pasado si no fuera por la ayuda que brindó Canadá.

¿Qué opina el verdadero agente de la CIA, a quien usted interpreta en el cine?
Tony Méndez vino al estreno en Toronto. Es una persona maravillosa. Fuimos juntos y, cuando estábamos en la alfombra roja, le dije: “Toda esta gente está viendo la historia de tu vida y lo que hiciste en toda tu carrera”.

Como director, ¿siente la responsabilidad de contar toda la verdad de un momento histórico, sin convertir la película en un aburrido documental?
El cine tiene una clara división con los documentales, donde se esperan hechos más estrictos con la verdad, en comparación con nuestra película que se basa en una historia real. Es algo que aprendí de los abogados: agregamos la palabra “basada”, en vez de decir que toda la historia es real, porque de esta forma se entiende que también nos tomamos ciertas libertades, aunque mantuvimos el espíritu de la verdad.

Ben Affleck nació el 15 de agosto de 1972 en Berkeley, California. La actuación siempre le interesó y sus primeros trabajos fueron un comercial de Burger King y después la miniserie de TV The Voyage of the Mimi, en 1984. Fue en esa misma época que conoció a su íntimo amigo Matt Damon. Juntos tomaron clases de actuación y sufrieron el fracaso de un comienzo bastante difícil en Hollywood, compartiendo el mismo apartamento, mientras aparecían como extras en la película Field of Dreams, de Kevin Costner.

La frustración ayudó a desafiarlos a escribir un guión: Good Will Hunting. Ben y Matt rechazaron la primera oferta de comprarles los derechos, cuando en Castlerock les negaron el control de la película. Gracias a la ayuda de otro amigo, como fue Kevin Smith, consiguieron que en Miramax les pagaran nada menos que 600,000 dólares por el guión, además de concederles que podían protagonizar la película al lado de Robin Williams. Como resultado, a Ben y a Matt les llegó la fama al ganar el Oscar como Mejor Guión Original, con una película que recibió un total de nueve nominaciones de la Academia de Hollywood.

Con apenas 25 años, Ben Affleck se convirtió en la persona más joven que ganó un Oscar en esa categoría. De la noche a la mañana se convirtió en una estrella de Hollywood y protagonizó los exitosos filmes Armageddon, Shakespeare in Love y Pearl Harbor.

En su vida privada, Ben tuvo romances sonados con Gwyneth Paltrow (después de Brad Pitt) y Jennifer López (quien le escribió la canción Dear Ben). Después se casó con Jennifer Garner, con quien tiene tres hijos: Violet, Seraphina y Samuel.

Un buen día, Ben decidió dirigir sus películas y realizó Gone Baby Gone, The Town y Argo.

¿Cuáles fueron las libertades que se tomó para filmar Argo? ¿Hay demasiados cambios en la historia, entre los eventos reales y la fantasía del cine?
Hay algunos cambios, pero mantuvimos la base de la verdad.

Hay una parte de la película, al final, cuando los automóviles persiguen al avión en la pista de despegue, que realmente no ocurrió así.¿Debatieron las ventajas y desventajas de agregarle el suspenso del final?
La secuencia figuraba en el guión desde el principio. Este lo filmamos exactamente como estaba escrito y funcionó muy bien. Yo me sentí tenso con solo leerlo. Me parece lógico mostrar la historia así, porque realmente existió muchísima ansiedad en esa época.

Al momento de elegir buenos actores, como director de una película, ¿cree que la suerte es un factor importante?
Si con las dos primeras películas que dirigí tuve buena suerte, esta vez fue una lotería. Lo que ves en la pantalla es una gran cantidad de gente talentosa, y eso facilitó mi trabajo. El gran director de cine John Ford dijo que un 90% de la dirección es elegir buenos actores. Y esta película es la mejor prueba. Así que tuve mucha, pero mucha suerte.

¿Qué tan difícil es dirigir y actuar en una misma cinta?
La verdad, es mucho más fácil dirigir cuando no es necesario tratar tanto con los actores. Todos hicieron su trabajo muy bien, pues sabían lo que tenían que hacer. Traían siempre ideas más interesantes que las mías. Los únicos momentos donde tuve que hablar fue por problemas con los actores iraníes, que eran nuevos; pero el resto hizo mi trabajo mucho más fácil. Me la pasé diciendo que yo me iba a llevar el crédito, pero la verdad es que ellos manejaron todo el espectáculo.

El look de los años 1970 con los peinados, ¿no influyó en las clásicas vanidades que se dan entre los actores?
(Risas). Por suerte no hubo vanidades entre ellos. Yo tuve que hacerme una especie de peinado al estilo de Barry Gibb. Como sabía que iba a filmar esa película, me fui dejando crecer el pelo poco a poco. Y todos hicieron lo suyo, con los bigotes o con algunas pelucas. De verdad, nadie se mostró vanidoso. Todos queríamos vernos en la película como verdaderas personas de esa época (1979).

Esta no es su primera película sobre el Medio Oriente, porque ya había hecho una antes, y hasta su esposa Jennifer Garner hizo otra. ¿En ese sentido fue más fácil dirigir un tema que conoce muy bien?
Sí. Yo había estudiado sobre el Medio Oriente en la universidad. Ese tema es algo que siempre me interesó y lo he seguido de cerca. Sentí que tenía un doctorado en la materia. Cometí errores (ríe), pero esta película se desarrolla en un ambiente que realmente me apasiona. Tampoco llegué a graduarme, pero no es muy común hacer una película donde el tema realmente importa tanto, en espcial en un mundo donde muchos guiones de guerra de los últimos 10 años deprimen demasiado. Lo cierto es que Warner Brothers confió en mí como director. La película no es para nada convencional, pero tuvieron fe en mi trabajo y les estoy realmente agradecido, porque pude hacer una filmación sobre un tema que me interesa. He trabajado en otras cintas que no me gustaron tanto. Conozco muy bien la diferencia. Estoy orgulloso de Argo.

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