La cantante y su hijo de tres años superaron la enfermedad recientemente, no sin dificultades ni momentos extremadamente duros a nivel emocional.
Han pasado solo unos días desde que la cantante Pink revelara que tanto ella como su hijo Jameson, de tres años, habían pasado buena parte de la última quincena luchando contra el temido coronavirus, una batalla que desembocó en una donación millonaria por parte de la intérprete para asistir a los hospitales de Estados Unidos.
Ahora que la estrella de la música y su pequeño, fruto de su matrimonio con Carey Hart, se encuentran mucho mejor y prácticamente recuperados, Pink decidió sincerarse sobre este duro desafío.
Un impacto emocional
«Es de alguna forma curioso, porque te prometen que tú y tu hijo van a estar bien, pero la verdad es que no hay manera de garantizarlo. Nadie está necesariamente a salvo de esto, la verdad es que hemos vivido una montaña rusa de emociones», explicó la artista durante una conexión en directo con sus seguidores de Instagram.
De hecho, la intérprete reconoció que hubo momentos extremadamente duros en los que no pudo evitar romper a llorar y ponerse a rezar, todo ello al tiempo que trataba de tranquilizar a su pequeño y asegurarle que todo saldría bien.
«Hubo noches en las que no podía parar de llorar. Jamás había rezado tanto en toda mi vida. Jameson estuvo muy enfermo y todavía tiene la fiebre un poco alta».
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«No lo voy a negar, lo cierto es que me asusté mucho. Al principio me refugiaba en esa frase de que si eres joven vas a estar bien, al igual que los niños, que eso solo afecta a la gente de 65 para arriba. Pero esa no es la realidad. Yo soy asmática, pero Jameson, que tiene 3 años, estaba perfectamente antes de caer enfermo», dice otro extracto de su sobrecogedor testimonio.