¡A brindar por la felicidad!

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Las fiestas son un momento ideal para aprender a pensar y vivir en positivo, y para apreciar la cara más favorable de nuestra vida, que es mayor de lo que creemos

En Navidad ¡brinda por todo lo bueno vivido y lo positivo que está por venir!, por todos los buenos momentos de creación y superación que tienen lugar en el trabajo, y por todos esos instantes maravillosos al lado de su pareja. ¡También por las risas, los abrazos y los miles de besos compartidos!

También levanta tu copa y chócala con las otras, por el calor del hogar, el cariño, los buenos momentos compartidos y disfrutados en familia, y por la única persona capaz de hacerte feliz gracias a una buena autoestima: ¡tú mismo!

Este es el brindis destinado a rescatar del olvido el lado bueno de nuestra existencia, que propone para la próxima Navidad y Año Nuevo, la psicóloga clínica Laura García Agustín, directora del Grupo Clavesalud, quien señala, que “pensar en lo que tenemos es la mejor manera de comenzar el año, porque nos hace felices, nos estimula y nos ayuda a encontrar salidas y soluciones”.

También es una buena forma “de invitar a quienes comparten ese brindis con nosotros a que dirijan su atención hacia ‘el lado lleno’ de sus vidas, disfrutando el presente, aprovechando el tiempo y descubriendo los goces inadvertidos, en lugar de ver solo la parte vacía, como acostumbramos a hacer por inercia mental y cultural”, asegura esta pionera de la Psicología Positiva.

Según Agustín, a menudo no disfrutamos del presente, “por estar preocupados por el futuro o rumiando el pasado. Para hacernos conscientes del “aquí ahora” y poder disfrutarlo, simplemente hemos de fijarnos en lo que hacemos, convertir ese momento en el único posible y centrar toda nuestra atención solo en ese instante. No en lo que vamos a hacer después, ni en lo que hicimos o dijimos antes”.

DESCUBRIENDO LO QUE NOS HACE SENTIR BIEN

“Identificar y enumerar cada cosa que nos resulta mínimamente agradable, e incluso reconocer en voz alta o anotar en un cuaderno de forma diaria lo mucho que nos gusta lo que estamos haciendo, también ayuda. Por ejemplo expresando ‘qué rico está este chicle’ o ‘que gusto que me da el agua caliente en la ducha’, dice Agustín.

Para el nuevo año que comienza esta reconocida coach y escritora sugiere llevar una “Cuenta de Beneficios”, “un ejercicio que consiste en comprarse un cuaderno bonito, que se pueda llevar a todas partes y en el que apuntaremos las pequeñas cosas que siempre están ahí y que terminamos por no ver, como si no existiesen”.

Este ejercicio, que la psicóloga explica en su último libro El valor de lo vivido, “es una manera de recordarnos a nosotros mismos, cada día, que esas cosas están ahí y podemos disfrutar de ellas”.

“Está demostrado científicamente que las personas con depresión severa, que se toman la molestia de anotar cada día al menos tres cosas con las que se sienten mínimamente bien, elevan significativamente su estado de ánimo y empiezan a percibir el mundo menos amenazante”.

Mucha gente se queja de falta de tiempo, pero según esta psicóloga en realidad lo que ocurre es que no lo aprovechan bien. “Si cuando estamos haciendo running, jugando al padel o viendo una película, estamos pensando en lo que tenemos que hacer al llegar a casa, no vamos a aprovechar el tiempo de forma productiva y, seguramente, cuando lleguemos a nuestro hogar lamentaremos no haber disfrutado de nuestra película, partido o carrera”, ironiza.

“En cada momento hay que concentrarse al máximo y, si nos despistamos, volver a concentrarnos en lo que estamos haciendo. Es una cuestión de práctica, de disciplina con nuestra atención. Tenemos que comportarnos como si ese momento fuese el único, como si la vida se fuese a acabar ahí, como si nunca pudiésemos repetir lo que estamos haciendo”, explica esta profesional.

“Cuando tomamos consciencia de lo que hacemos, empezamos a disfrutar y, cuando disfrutamos, empezamos a fluir, es decir a “embobarnos” en lo que estamos haciendo. Cuando fluimos enfrascados en lo que hacemos, el tiempo se nos pasa volando, sin que nos demos cuenta”, señala la directora de Clavesalud, para quien ìfluir es una de las mejores fortalezas a entrenar para estabilizar un adecuado nivel de bienestar personal o felicidad”.

PEQUEÑOS E INADVERTIDOS GOCES DE CADA DÍA

Respecto de los pequeños placeres cotidianos que suelen pasarnos inadvertidos, Agustín señala que “cada persona tiene que decidir qué es lo que le hace disfrutar y cuáles son las cosas que le gustan. Una vez identificadas hay que recordarse que están ahí tan pronto las veamos aparecer, y hacerlo a diario”.

“Puesto que cada día nos lamentamos y nos quejamos por lo que no nos gusta, cada día hay que disfrutar, valorar yagradecer lo que sí nos gusta, lo que está ahí. El cerebro funciona por repetición, aquello que más repetimos es lo que acabamos siendo, son los hábitos que se instauran”, señala categórica.

Para “ver el lado lleno del vaso, en lugar del vacío”, esta experta aconseja “esforzarse por buscar soluciones y extraer una lección productiva de las cosas que nos pasan, fijándonos en lo que tenemos, no en lo que falta, en lo que podríamos tener o en lo que teníamos”.

Además, “nos ayudaremos mucho si utilizamos un lenguaje positivo y eliminamos de nuestro vocabulario expresiones catastróficas que generan un estado emocional negativo y sesgado, como los “imposibles”, los “fatales”, los “horrorosos”, los “no puedo” y los cambiamos por expresiones mucho más ajustadas de lo que sucede o claramente positivas”, indica.

Reemplazar nuestra “conciencia de escasez” (lo que nos falta) por una “consciencia de abundancia” (lo que tenemos) también puede mejorar nuestra vida, según esta psicóloga.

Según Agustín, la consciencia de abundancia “nos hace pensar en posibilidades, en alternativas, nos hace estar más contentos, más preactivos. Nos motiva, nos alienta, nos permite utilizar lo que tenemos para funcionar”. Además, “pensar en lo que es nuestro, nos ayuda a conseguir más cosas, porque estamos pensando en lo que hay, no en lo que falta”, destaca.

Pensar en lo que tenemos y brindar por ello “también nos acerca más a los demás y al mundo. Fijarse en lo que no se tiene es reducirse al desánimo, al desconcierto, a la desmotivación y a la falta de ganas de superarse. Cuando solo se ve lo que no hay, no se puede evolucionar, porque no habrá nada por lo que construir”, señala Laura García Agustín.

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