(Foto: Getty Images)
Para la mayoría de las mujeres que enferman de cáncer de mama, el proceso se complica porque, tristemente, no han llegado a tiempo. Es impactante saber que solo entre 10 y 15% de los diagnósticos se realizan en la Fase 1. No permitamos que suceda, un diagnóstico temprano es la diferencia entre la vida y la muerte.
Es muy sencilla y consta de solo dos pasos, visual y manual. Primero obsérvate frente a un espejo con los brazos a los lados y verifica si hay algún cambio en la forma, color, temperatura o posición de tus senos. Ahora levanta las extremidades y con las yemas de tres dedos palpa haciendo círculos concéntricos en el seno del lado contrario, buscando posibles irregularidades. Repite la acción al otro lado.
Haz el ejercicio, pero ahora sobre la cama y boca arriba. Realiza el mismo procedimiento yaciendo de costado. Repite la acción del otro lado. Si estás menstruando, practica esta rutina días después de haber iniciado el periodo. Pero si atraviesas la menopausia, elige hacerlo un día específico cada mes.
¿Ya tienes 40? Debes programar una lo antes posible. Sigue las recomendaciones de la autoexploración en caso de menstruar o estar en menopausia. Acude al examen con ropa cómoda y de dos piezas. No uses talco ni desodorante. Solo aséate.
¿Cuentas con implantes, cicatrices o dolor? Díselo al radiólogo. Complementarla con un ultrasonido es ideal, pero la densidad de las mamas y la edad son variables a consultar con el médico. ¿Sabías que el apretoncito de la mastografía solo dura entre cinco y ocho segundos?
85% de los casos que se detectan en México se encuentran en las fases II a IV.
1) Cualquier bulto, bolita o endurecimiento regular o irregular, doloroso o no.
2) Hendidura en el pezón o en alguna otra parte del pecho.
3) Irritación, picazón y sensación de calor constantes.
4) Aspecto de piel de naranja, descamación o agujeritos.
5) Venas demasiado abultadas o marcadas.
6) Secreciones con sangre o pus en el pezón.
7) Cambios en la forma o tamaño de los pechos.
8) Dolor en los senos o en las axilas.
1) Diagnósticos a través de imágenes térmicas con imaginología molecular y gammagrafías.
2) Análisis sanguíneos que determinen la presencia de células tumorales circulantes.
3) Quimioterapias preventivas capaces de reducir los riesgos de desarrollarse en mujeres propensas.
4) Muestreos de laboratorio que permitan identificar meses antes las reincidencias y metástasis.
5) Estudios estadísticos y genéticos que, sin lugar a dudas, determinen los factores de riesgo.
Estas son las probabilidades tomando como base un periodo de cinco años y de acuerdo con el estado de la enfermedad una vez iniciado el tratamiento.
99% de posibilidades de sobrevivir. Las células cancerígenas solo están en el lugar donde emergieron.
85% de posibilidades de sobrevivir. Las células cancerígenas han invadido algunas zonas cercanas.
26% de posibilidades de sobrevivir. Las células cancerígenas se han propagado a otros órganos.
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