Cuando se rompe una amistad

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¿Qué tan dispuesta estás a ceder cuando peleas con un ser querido?

Todo fue por un hombre. Un clásico. Ana pasó un buen rato conversando con él en una fiesta. En realidad una amiga de Ana había tenido una historia con el galán, “pero siempre dijo que había sido una cuestión pasajera, que no lo importaba”, recuerda Ana, que de pronto se encontró recibiendo mensajes del susodicho. En cuanto su amiga lo supo, explotó de celos. La pelea estaba anunciada. Es duro ver que una amistad queda dañada o incluso se rompe. Es una gran pérdida, tal como constatan los psicólogos. ¿Qué es lo que ocurre en un caso así? Un motivo muy común es que una de las partes se sienta molesta porque siente que un amigo o una amiga violaron un código fundamental. Los motivos varían según el carácter de cada persona, y las razones más usuales cambian según la edad. Además, hay un factor crucial: no es lo mismo lo que uno espera de una amistad promedio que de una amistad más estrecha. Si lo que está en juego es un vínculo con un muy buen amigo, uno suele estar más predispuesto a enfrentar el problema. En cambio, en los lazos menos asentados, la paciencia es naturalmente menor. Pero más allá de estos factores básicos, las amistades sinceras y largas también pueden acabar. Eso sucede muchas veces cuando la vida de una de las partes vive un fuerte cambio. Puede ser un trabajo nuevo, un embarazo o un traslado a otra ciudad. Hay etapas en la vida en las que el eje pasa a estar en otra parte y eso hace que los vínculos se resientan. Ana cree que lo que sucedió en realidad con su amiga es que sus caminos se fueron apartando. La conoció en la universidad y en aquellas épocas eran inseparables. Pero después la vida las fue llevando por disintos caminos. Ana está convencida de que si se pelearon por un hombre cualquiera es porque ya estaban distanciadas desde antes. Los terapeutas consultados recomiendan no hacer quiebres muy escandalosos. No es bueno ofender al otro ni armar grandes líos, ya que, si bien uno en el momento no lo nota, puede que tenga algo de responsabilidad en lo que está sucediendo. Además, no hay que descartar encuentros en el futuro. Lo ideal, en caso de que haya un distanciamiento, es obrar pensando que en algún momento podría producirse un nuevo encuentro. Y más allá de todo esto, lo mejor es buscar el diálogo al notar que el ambiente está tenso. Es importante que los dos tengan la oportunidad de decir cómo ven la situación y que tengan la posibilidad de responder a las acusaciones que se le plantean. En muchos casos lo que se necesita es tomarse cierto tiempo, hasta que los ánimos estén más serenos. No reaccionar en absoluto, responder cada vez menos a los mensajes del otro y decir que uno está demasiado ocupado para tomar un café no colabora al entendimiento. Es una forma de distanciamiento pasivo que suele caer muy mal. Ana dice haber hecho las paces con su amiga. Hablaron, pero sostiene que el vínculo ya no es como antes. “A veces hay que aceptar que las cosas no son para siempre. A los 80 años, uno no seguirá encontrándose con toda la misma gente”, dice Ana, que hizo borrón y cuenta nueva.

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