Bvlgari y la serpiente

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Desde 1940, año en que la marca lanzó su primer reloj-pulsera de serpiente, la imagen del reptil es indisociable de sus prendas

Concebida por Marion Fasel, especialista en la historia de la joyería, Serpenti Collection (Assouline) explora todo sobre el símbolo de la serpiente, encarnación del nacimiento, la vida eterna, la belleza y la sabiduría, así como del pecado y la mentira, de los tiempos grecorromanos a la mitología, y de Cleopatra a la reina Victoria. El grueso libro incluye imágenes de sus piezas más icónicas, entre ellas algunas que pertenecieron a dueñas famosas como Marisa Berenson, Diana Vreeland y Elizabeth Taylor, quien durante el rodaje de Cleopatra, en 1962, no se separaba de su brazalete Serpenti para entrar mejor en la piel del personaje. Diana Vreeland, por su parte, poseía una importante colección y, en particular, una pieza única: un cinturón de esmalte blanco y rosa que no lo usaba como tal, sino enrollado dos veces alrededor del cuello. La mujer que dictó las más importantes tendencias de la moda tenía tal fascinación por ese animal, que en 1968 envió uno de sus célebres memos a 18 de sus editoras, que decía: “No olviden la serpiente... La serpiente debe estar en cada dedo, en todas las muñecas, en todas partes... uno nunca se cansa de ella”.

Como resultado, hasta bien entrados los años 70, los brazaletes con motivo de serpiente aparecían en las muñecas de todas las modelos. Desde entonces y hasta ahora, la serpiente reaparece, año tras año, en las creaciones de la marca BVLGARI, tanto en relojes como en collares, brazaletes y aretes. En oro rosa o amarillo, con diamantes y piedras preciosas, con la tecnología de los mejores artesanos joyeros y relojeros, la serpiente de la firma, como la de la Biblia, puede incitar, sin duda, a la tentación del lujo.

FOTOGALERÍA: BVLGARI Y LA SERPIENTE

LOS COMIENZOS

La casa fue fundada a fines del siglo XIX por Sotirio Bulgari, orfebre griego que se instaló en Roma para hacer fortuna. En un principio comenzó vendiendo sus creaciones de plata en un caballete en el parque del Pincio. Poco tiempo después abrió su primera tienda en la vía Sistina y sentó las bases de la que sería una de las joyerías más grandes del mundo. Las piezas de esta época impregnadas de la cultura clásica, romana y bizantina eran de plata, material que terminó abandonando para concentrarse solamente en el platino y los diamantes. Sagaz comerciante, cuando en 1905 inauguró su tienda en la vía Condotti, hizo inscribir en la entrada Old Curiosity Shop, como la novela de Charles Dickens, un halago a los industriales estadounidenses, sus clientes más fieles. En los años 1920 y 1930 sus creaciones mostraban una fuerte inspiración art déco.

A la muerte de Sotirio en 1932, sus hijos Giorgio y Constantino tomaron el mando y rebautizaron la tienda como Bvlgari, con la “v” reemplazando a la “u”, emulando la escritura de la antigua Roma, eterna fuente de inspiración de la firma. Eva Perón, Nelson Rockefeller y Henry Ford II la visitaban en busca de sus “joyas romanas”... Pero a partir de los años 1940, la firma abandonó un poco la inspiración romana que la había hecho famosa, para absorber, durante un tiempo, la influencia de la joyería francesa, de formas clásicas y delicadas. Poco a poco, se convirtió en el lugar de cita obligado de las estrellas de la época como Marlene Dietrich, Clark Gable y Gary Cooper.

BVLGARI, EL CINE Y LAS ESTRELLAS

Entre la firma y el séptimo arte existe una íntima relación, ya que desde 1950 la casa proveyó sus joyas a más de 60 filmes. Creó piezas espectaculares que lucieron monstruos sagrados del cine europeo como Monica Vitti, Claudia Cardinale, Sophia Loren y Romy Schneider. Algunos ejemplos: en The Visit (1964), Ingrid Bergman luce un juego de collar, aretes y pulsera de diamantes creado especialmente para ella. Jessica Lange, en la mano del gorila, en King Kong (1976) tiene un inmenso collar de perlas de la firma. Madonna se puso un broche de la casa en Evita (1996). Sophia Loren, Julia Roberts, Kim Basinger, actrices de Prêt- á-Porter, de Robert Altman (1994), exhiben modelos de la colección Chandra. En una escena memorable de Casino (1995), Sharon Stone, acostada en la cama, admira las joyas de BVLGARI que le ofrece un enamorado Robert De Niro...

Isabella Rossellini recuerda los lazos que unían a su madre, Ingrid Bergman, con la casa. “Yo tenía 13 años. Entonces mamá vivía entre París y Roma. Estaba filmando The Visit, donde interpretaba a una mujer muy rica y muy cruel, cubierta de joyas de BVLGARI. Recuerdo el efecto que mamá me provocaba cuando llegaba a casa, con su cabello sublime sobre los hombros, maravillosamente vestida y sus joyas centelleantes... Me hacía soñar. Hoy, cuando viajo y me encuentro con alguna tienda de esa firma, tengo una agradable sensación de familiaridad, que me hace sentir próxima a la belleza y delicadeza de la cultura italiana, de mis propias raíces”.

La fascinación de las celebrities por las joyas de la marca no se detiene allí. Tina Turner amenazó en una ocasión con anular un concierto si no le encontraban sus aretes de la buena suerte de los que nunca se separaba. Andy Warhol consideraba que la tienda del joyero italiano era “el más importante museo contemporáneo”. Y ellos no eran sino algunos de los muchos rich and famous que se desvivían por sus creaciones, como antes les pasó a Sophia Loren y la princesa Grace de Mónaco, y hoy las llevan Keira Knightley, Gwen Stefani, Nicole Kidman, Charlize Theron y Julianne Moore, quienes que no recorren una alfombra roja si no están engalanadas con joyas de la prestigiosa firma italiana.

LA PASIÓN DE LIZ

Si una actriz representa la pasión desmedida por las joyas de BVLGARI es, sin duda, Elizabeth Taylor. Durante sus años agitados con Richard Burton, los vaivenes de la relación estaban marcados por los regalos provenientes de la joyería de la vía Condotti. El solía decir: “La única palabra que Liz conoce en italiano es BVLGARI”. Entre las piezas, un broche de diamantes con una esmeralda central de 18 quilates se lo dio Burton en 1963, en pleno coup de foudre durante el rodaje de Cleopatra en Roma; fue la única joya que ella lució en su boda poco tiempo después. Una exvendedora de la tienda de Roma en aquella época recuerda que cada una de las visitas de la pareja era como una fiesta. En una ocasión, la actriz le confió: “Cada vez que entro aquí con Richard, me siento tan excitada, que tengo ganas de saltar sobre sus rodillas y hacerle el amor aquí mismo”.

En los años 1970, las creaciones de la casa recibieron la influencia del pop art y de Andy Warhol. Los años 1980 estuvieron definidos por diseños particularmente audaces; los años 1990, marcaron el nacimiento de una línea prêt-à-porter y los años 2000 fueron aquellos de las creaciones espectaculares. Pero a lo largo de las décadas, todos los cambios, todas las innovaciones, estuvieron siempre acompañados por la persistente y silenciosa serpiente...

FOTOGALERÍA: BVLGARI Y LA SERPIENTE


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