Desde que era novia del príncipe William, la hoy duquesa de Cambridge se convirtió en un referente de moda... ¿Será que la actriz y actual pareja sentimental de Harry va por el mismo camino?
El mundo de la realeza está dando de qué hablar nuevamente, y esta ocasión en Reino Unido, ¿por qué? Porque, al fin, el príncipe Harry y Meghan Markle hicieron su primera aparición pública como pareja, ¡qué emoción!
Como era de esperarse, los ojos se han posado principalmente en ella, como una especie de scanner, tanto de la prensa, como de las admiradoras del apuesto pelirrojo para verificar si la actriz merece ser digna de su amor y, quizá, posteriormente, tomar un lugar como parte de la familia real.
Y así como sucedió con Kate Middleton, hoy duquesa de Cambridge, parece estar pasando lo mismo con Meghan en cuanto a lo que lleva puesto y de cómo repercute.
Recordemos que el 16 de noviembre de 2010, el príncipe William anunció su compromiso matrimonial con su entonces novia, la bella Catherine Middleton. Para ese día, ella deslumbró a todos, además de por su hermosa sonrisa, con un vestido drapeado en color azul, creación de la pequeña marca inglesa llamada Issa London. ¿El resultado? La prenda causó furor, se agotó en pocas horas y el vestido pasó a la historia.
A partir de ese momento, prácticamente todas las prendas que ha lucido Kate y que están al alcance de las “mortales? se ha agotado en horas, y hasta en minutos, y así nació lo que se conoce como el “efecto Kate”.
Y, al parecer, lo mismo está a punto de suceder con Meghan Markle, quien hizo su aparición en los Invictus Games, en Toronto, Canadá, con un diseño que causó sensación y, adivinen? también se agotó de las tiendas al poco tiempo de que ella lo luciera.
Se trató de un vestido color vino de la firma canadiense Aritzia, concretamente el modelo Beaune, con escote en V y falda midi, cuyo precio es de 185 dólares, el cual combinó con una chaqueta de piel del mismo color que el vestido, y tampoco se puede encontrar ya porque ¡voló! También es diseño canadiense, de la firma Mackage, y con un precio de 693 dólares.
¿Será que nos estamos enfrentando al “efecto Meghan”? Lo más probable es que sí.
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