Paloma Picasso: Los recuerdos marcaron su vida

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Una mujer radiante y feliz; así es ella hoy, y quien ha derrochado creatividad al crear sus nuevas colecciones de joyas para Tiffany Co.

Conoci a Paloma picasso hace muchos años en New York, cuando todavía no era famosa y me la presentó nuestro amigo común el ya fallecido novelista argentino Manuel Puig, quien me dijo: "¿Quieres conocer a la hija de Picasso?”. Me intrigó conocer a una mujer de quien sabía que había incursionado en el mundo del diseño para la joyería Zolotas, de Grecia, y que era una joven musa para Yves Saint Laurent. Recuerdo que era una chica parisina muy años 70, que se veía un poco extravagante, pero enseguida me di cuenta de que las imágenes preconcebidas engañan y que Paloma era tímida.

Le pedí una entrevista y quizás aceptó porque ambas éramos muy jóvenes y habíamos simpatizado, hablando de cine, de gente y riéndonos de cosas que nos divertían. La entrevista salió publicada en Vanidades y fue de las primeras que le hicieron a quien después se convertiría en una prestigiosa diseñadora y personaje de la jet set.

Paloma me habló sobre lo que era “ser la hija de Picasso”. Un tema del que al principio, dijo, “no me gusta mencionar, porque prefiero no ser famosa y disfrutar de la vida en un rincón rodeada de lo que me hace feliz”. Esto significa sus recuerdos... cuando de niña crecía junto al famoso pintor (quien le decoró unos espadrilles blancos con unos dibujos maravillosos); en la casa del sur de Francia, donde ella y su hermano jugaban en el piso, rodeados de dibujos y pinturas de su padre “quien nos decía no se podían tocar, pero estaban a nuestro alrededor, tirados en el piso, y no nos dábamos cuenta de su valor"; de cuando su padre la llevaba “a las corridas de toros de Frejús”, y de los juegos que él inventaba para entretenerlos (Picasso hablaba poco, pero los gestos y los cuadros decían mucho de él).

Eran vivencias “encantadas” y también me habló con gran amor de su madre, la pintora Françoise Gilot -quien todavía vive en New York y está estupenda-, de la separación de sus padres y de cómo el nuevo matrimonio en 1961 de Picasso con Jacqueline Roque provocó que las visitas cada vez fueran más espaciadas. Con el tiempo, Jacqueline logró una total distancia entre el pintor y sus hijos. Fueron años muy tristes, y Paloma no vio más a su padre.

Cuando murió Picasso en 1973 -a los 91 años de edad-, Paloma recuerda el enorme disgusto que ella y sus familiares recibieron porque Jacqueline no les permitió entrar en la casa ni verlo por última vez. “Tuvimos que permanecer parados en una colina, viendo la casa desde lejos, sin entrar”.

Adelantemos ahora esta historia varias décadas... Les he hecho este recuento porque la Paloma Picasso que acabo de entrevistar es muy distinta -y a la vez muy parecida- a la mujer joven y llena de recuerdos que entrevisté aquella vez. Y me encantó poder conversar con ella en un bello salón de la joyería Tiffany & Co. de New York, donde celebró su 30 aniversario como diseñadora en el 2010, y creó un lindo pendentif en forma de paloma.

Paloma me muestra sus últimas colecciones para joyería y muy en especial la Marrakesh, con gran influencia marroquí (pasa largas temporadas en una linda casa que ella y su marido, el Dr. Eric Thévenet, tienen en Marrakesh) y su preciosa Venezia. La Paloma que encontré esta vez es ciento por ciento moderna, sin ser exagerada ni querer llamar la atención, y ya no lleva la piel tan blanca ni el lápiz de labios rojo intenso, como aquella imagen de sus comienzos, sino en un tono más neutro. Tiene el pelo distinto, viste ropa mucho más suave, muestra una actitud más relajada y natural, y su risa es más frecuente y divertida.

Es que Paloma es “ella misma”, feliz, libre y naturalmente refinada. Nada queda de aquellas poses dramáticas que veíamos en los anuncios de sus productos y en las fiestas de la jet set años atrás. Ahora su vida junto a su marido el Dr. Thévenet (a quien conocí antes y muy correcto llegó a saludarme) le trae una armonía total. ¡Casi 11 años de matrimonio feliz! Por eso no me sorprende cuando, al recordar cosas del pasado, de pronto estalla en una carcajada que muestra lo bien que se siente “en su propia piel”, como dicen los franceses.

Me quedé muy sorprendida cuando me contó que diariamente Eric y ella montan en bicicleta en su casa de Marrakesh, pues la Paloma de antes no era muy deportista que digamos. Igual que cuando me dijo que los dos practican senderismo cuando están en su casa situada junto a un lago en Lausana, Suiza (dividen su tiempo entre Suiza y Marruecos), pues “junto a él he aprendido a apreciar muchas cosas nuevas”.

La nueva Paloma ha encontrado una paz que se nota en cada uno de sus gestos e incluso en su “mirada Picasso” (tiene los ojos y la mirada fuerte y oscura de su padre), que siempre ha sido su sello. Y como sus diseños siempre han reflejado su personalidad de mujer con un gusto muy definido, los nuevos, con una gran dosis de orfebrería artesana, ahora muestran todavía más a la creadora que ama la belleza, los colores, la sensualidad de la vida, los placeres sencillos y la cultura y la influencia de lugares como Marrakesh y Venecia.

Las nuevas joyas de Paloma son “cómodas, fáciles y muy táctiles”, tal como me explica al ponerse unos bangles o pulseras repujadas. Se prueba unos aretes largos muy bellos (que no pesan nada y son comodísimos) y se cuelga un cordón de seda negro con una preciosa bola de oro con rubíes. Por supuesto, “llenarnos de muchas joyas al mismo tiempo es un grave error... una pieza a veces es suficiente, o unos aretes y unas pulseras... Hay que mirarse en el espejo y dejar que las joyas se luzcan por sí mismas, sin hacerles competencia con otras piezas”, dice. También tiene una colección para hombres muy bella, que sin duda se convertirá en símbolo de estatus muy pronto.

¿Cómo y cuándo empezó tu vida creativa?
Bueno... creo que al nacer. Hice muchas cosas -incluyendo algunas muy alocadas (risas), como bañarme en sangre humana en una película experimental en París- porque era muy tímida y era una forma de “ganarle” a mi timidez, que siempre me ha molestado. Si vencía la timidez yo viviría más contenta conmigo misma. Así le abrí las puertas a la creatividad que siempre tuve en mí y que heredé tanto de mi padre como de mi madre, que como sabes es una excelente pintora. Recuerdo que a los 9 años hice una pintura y pensé: “No, esto no es para mí", porque la sombra de mi padre -el mejor pintor del mundo- era muy fuerte, como podrás imaginar, y encontré mi camino en el diseño. ¡Aquí me tienes después de 30 años maravillosos con Tiffany!

¿Siguen influyendo tu vida y tus recuerdos en tus diseños?
El presente es lo que define mis nuevos diseños, aunque todos mis recuerdos son poderosos y marcaron profundamente mi vida. Quedan en una sin que nos demos cuenta. Hay vivencias que inspiran continuamente, como lo es mi amor por las piedras grandes de algunos de mis diseños. Y cuando veo una pintura de mi padre, donde sea, me vienen al alma miles de recuerdos y es algo muy bonito.

Paloma dice esto último mientras juguetea con una pulsera de diseño marroquí que es una obra de arte. Y comprendo una vez más que de su talento por el diseño y por su amor a la pintura y la escultura -que nacieron al vivir junto a ellas- surgió la Paloma Picasso creadora. Una mujer famosa por derecho propio, radiante y feliz.

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