El rey Valentino, Master of Couture

El rey Valentino

Diseñador legendario, a quien Londres le rinde homenaje a través de una muestra

En el mundo de la moda suele decirse que Valentino es el último de los “Grandes”, junto con Christian Dior, Cristóbal Balenciaga e Yves Saint Laurent, quienes definieron los años más emblemáticos de la Alta Costura del siglo XX.

Si Dior aportó el New Look; Balenciaga, la manga raglán y su corte impecable, y Saint Laurent, el esmoquin, Valentino será recordado por su magistral uso del rojo, su color fetiche. Su pasión por este color comenzó cuando, siendo muy joven, asistió en Barcelona a una función de ópera donde todos los personajes estaban vestidos de rojo. “En ese momento descubrí que, además del negro y el blanco, no hay otro color que le quede mejor a una mujer que ese”, dijo. El “rojo Valentino” nunca faltó en sus colecciones y con él cerró cada uno de sus desfiles a lo largo de su larga carrera -a la que puso fin en el 2008-, que se extendió durante 50 años. Por eso Somerset House, sede habitual de la London Fashion Week, dedica la exposición Valentino: Master of Couture, hasta el 3 de marzo de 2013, para celebrar con una gran retrospectiva la carrera del diseñador.

JACKIE KENNEDY ONASSIS: “VALENTINO, ¡VIVE PARA SIEMPRE!”

Valentino Garavani nació en Voghera, un pequeño pueblo al norte de Italia, que abandonó siendo apenas un adolescente. A los 17 años, ya estaba en París trabajando bajo las órdenes de Jean Dessès, un modisto de quien aprendió las técnicas que harían de él uno de los creadores más completos. Su principal talento fue y sigue siendo su don para el dibujo. “Empiezo siempre con un boceto, mucho antes de tocar un molde o de cortar una tela. Todas mis ideas vienen del lápiz”, dijo en una ocasión.

Tras un período junto a Guy Laroche volvió a Italia donde, en 1959, abrió su propia casa. Pero fue tres años después, luego de conocer a Giancarlo Giammetti, quien sería su socio y su compañero, que su nombre comenzó a traspasar las fronteras. Suele considerarse que su desfile de 1963, en el palacio Pitti, de Florencia, fue su verdadera revelación. A partir de entonces, Valentino comenzó a vestir a las mujeres más glamorosas de la aristocracia, como Jacqueline de Ribes y la Begum Aga Khan y a socialites como Babe Paley y Gloria Vanderbilt . La legendaria editora de moda Diana Vreeland (y también gran apasionada del rojo) se declaró gran admiradora suya.

Otras famosas no tardaron en caer bajo el embrujo del “maestro": Farah Diba, Lee Radziwill, Paola de Bélgica, Elizabeth Taylor, Audrey Hepburn, Sophia Loren, Grace de Mónaco, Marella Agnelli, Marisa Berenson, Veruschka, la princesa Margarita de Inglaterra... la mayoría de las cuales fueron, además de clientas, amigas suyas. Se dice que una vez, ante un público entusiasta, Jackie Kennedy Onassis le exhortó: “Valentino, ¡vive para siempre!”.

Su amistad con Jackie comenzó en 1964. Valentino se encontraba en New York para presentar un desfile en el Waldorf Astoria, al que Jackie, quien había enviudado recientemente, no pudo asistir. El modisto le hizo llegar a su apartamento de la Quinta Avenida una selección de sus modelos acompañados por una vendedora y una modelo. Jackie compró seis, en blanco y en negro, que usó durante su año de luto. Desde entonces, fue su clienta devota y su amiga fiel. En 1968, Valentino creó el vestido para su boda con Aristóteles Onassis, hoy pieza estrella de la exhibición.

El vestido de novia de Marie-Chantal Miller para su boda con el príncipe Pablo de Grecia en 1995 es otro modelo clave de la muestra. Realizado en seda incrustada de perlas, lleva un velo con 10 tipos diferentes de encaje que requirió el trabajo de 10 costureras durante un mes. Esos son sólo dos de los 130 modelos expuestos en la muestra, montada como una pasarela de 60 metros (196 pies) de largo, que permite ver de cerca y observar los detalles de cada pieza. “Cada uno de esos diseños tiene una bella historia”, dice Valentino, señalando que muchos nunca fueron expuestos antes.

En los años 1990 y 2000, una nueva generación de elegantes fashionistas formó otro círculo de admiradoras, entre ellas: Gwyneth Paltrow, Sienna Miller, Elizabeth Hurley, Eva Mendes, Uma Thurman, Anne Hathaway y Eugenia Niarchos. En el 2001, Julia Roberts aceptó el Oscar por su actuación en Erin Brockovich con un modelo de Valentino vintage. “He vestido a mucha gente, pero debo ser sincero, cuando Julia Roberts recibió su premio llevando un vestido mío, me hizo sentir muy, muy feliz”, confesó después.

Valentino y Natalia Vodianova en el Museo Nissim de Camondo, en París, 2011

“MIS PERROS SON MÁS IMPORTANTES”

Valentino se retiró oficialmente hace cuatro años, poco después de haber celebrado sus 45 años de carrera, con una gran muestra en Roma. “El momento perfecto para decir adiós al mundo de la moda”, dijo entonces. Para su último desfile, en enero de 2008, muchas modelos como Eva Herzigova, Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Nadja Auermann, Karolina Kurkova y Karen Mulder volvieron a la pasarela. La audiencia superselecta le ofreció una larga ovación de pie, pero Valentino no lloró por el fin de su carrera, pues su mirada ya estaba puesta en el futuro. “Mis perros son más importantes”, dijo. Sus seis dogos falderos son sus compañeros inseparables.

Si Valentino abandonó el trepidante ritmo de las cuatro colecciones al año, no por ello permanece inactivo. Desde entonces, apareció brevemente en la película El diablo viste de Prada; hizo la promoción de un documental sobre su carrera titulado El último emperador; creó junto con Giammetti un museo virtual e interactivo en Internet, con tecnología 3D; recibió premios y distinciones en Europa y América, y diseñó el vestuario para los ballets de Viena y de New York. Todo esto, sin olvidar el constante ir y venir entre sus fabulosas residencias: una casa en Londres, en Holland Park (su favorita); un castillo en las afueras de París, donde se ocupa del jardín; un apartamento cerca de Central Park, en New York, ciudad que adora por la vida cultural y social; un palazzo en Roma, un chalet en Gstaad y su barco, el Blue One, en el que durante el verano recorre las más bellas costas de Europa. Y en todas sus propiedades hay fabulosas obras de arte (Valentino y Giammetti son apasionados coleccionistas).

Estos desplazamientos no los hace sólo. Cuando Valentino se mueve, con él va siempre parte de su “familia": Rosario de Bulgaria, Nati Abascal, Georgina Brandolini, Gwyneth Paltrow, Tommasso Ziffer... y sus seis perros. Cuando viaja en su avión privado, son necesarios tres autos para trasladar su entourage: uno para él y para Giammetti, otro para el equipaje y los empleados, y un tercero para los perros. Si él mismo se confiesa “un poco malcriado”, se apresura en aclarar que no es esnob. “He tenido una vida maravillosa, he conocido todo el mundo y siempre recibí amor por parte de la gente. Y eso, para mí, es todo”. En su museo virtual pueden verse miles de cartas, videos y fotos que lo prueban, algunos de los cuales pueden admirarse también en la exhibición de Londres.

En 1998, Valentino y Giammetti vendieron su empresa a HdP, un grupo italiano que cuatro años más tarde la traspasó a Marzotto, otro grupo basado en Milán, que a su vez lo vendió a la familia real de Qatar. Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli son dos excolaboradores suyos que comparten ahora la dirección artística de la marca y de quienes se siente orgulloso. El dúo recibe excelente críticas y supo atraer a una nueva generación de fans, entre ellas a las actrices Carey Mulligan y Emma Stone.

Como dijo Valentino en su discurso de despedida: “Desde que era joven mi pasión era diseñar y tuve mucha suerte de poder hacer lo que me gustaba durante toda mi vida”. El único sueño incumplido: vestir a la reina Isabel de Inglaterra, “la mujer más importante del mundo”, para quien soñaba crear “ropa maravillosa”.

Relacionado