Tres siglos de moda

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Un interesante recorrido histórico y un homenaje al diseño de moda francés, en exposición en París

En ocasión de los 30 años de la colección de moda del Museo de Artes Decorativas de París, una exposición rinde homenaje al diseño francés a través de 300 prendas hechas de 1715 a 2015. Una perfecta oportunidad de dar a conocer algunas de las más bellas piezas de la colección y celebrar la importancia de esta industria histórica y poderosa, que hizo la reputación de todo un país.

La colección de moda y de textiles del Museo de Artes Decorativas de París es probablemente una de las más ricas del mundo. La próxima exposición Fashion Forward, tres siglos de moda (1715-2015), en ocasión de los 30 años de su creación, es la oportunidad de dar a conocer al público una pequeña parte de su fabuloso archivo. Este cuenta con más de 150.000 piezas históricas y de alta costura, pero también con modelos emblemáticos del prêt-à-porter de lujo, accesorios (joyas, zapatos y sombreros), fotos y croquis originales de creadores de primerísimo nivel, como Elsa Schiaparelli, Madeleine Vionnet y Cristóbal Balenciaga.

Se trata de un viaje, un largo viaje por el tiempo, en el que, a través de modelos cuidadosamente elegidos, se señalan los momentos clave de la historia de la moda, desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Asimismo, el propósito es mostrar, no solo la evolución en la manera de vestir a través de las épocas, sino los cambios de actitudes en la sociedad y el íntimo diálogo que las grandes figuras de la alta costura ?Charles Frederick Worth, Jacques Doucet, Paul Poiret, Jeanne Lanvin, Madeleine Vionnet, Gabrielle Chanel, Christian Dior o Yves Saint Laurent? mantuvieron con los movimientos artísticos de su época. Y puesto que toda historia de la moda lo es también del cuerpo y del aspecto, se confió la dirección artística de la muestra al bailarín y coreógrafo Christopher Wheeldon, flamante ganador de un prestigioso premio Tony, quien, con el apoyo de los miembros del Ballet de la Opera de París, echará luz sobre la evolución social y artística del cuerpo.

Siglo XVIII: la moda la impone Versalles

El concepto de ?moda? existe desde siempre y los testimonios no faltan. Más aún, los historiadores de arte suelen estudiar las características de la ropa de los personajes para determinar la fecha y el origen de una pintura, pues hasta el siglo XVI, las diferencias en los estilos de cada país eran muy pronunciadas. Esto comenzó a cambiar a partir de fines del siglo siguiente y particularmente en el XVIII, cuando se impuso en Occidente el estilo originado en la corte francesa. Poco a poco, todas las cortes europeas comenzaron a seguir los dictados de la de Versalles, considerada como el epítome del buen gusto, luego la burguesía seguía sus pasos y después lo hacían las clases más humildes. Probablemente esta fue la razón por la que, para mantener su exclusividad (y la industria textil en perpetuo movimiento), la nobleza que giraba alrededor de Luis XIV y Luis XV cambiaba los códigos en permanencia, que ricos y pobres se esforzaban en seguir.

Así, la moda parisina del siglo XVIII experimentó grandes cambios y el vestuario femenino se diversificó alternando el vestido a la francesa (con la espalda plisada) y el vestido a la inglesa, que resaltaba la cintura. Muchas de las transformaciones de la moda de entonces fueron transmitidas por María Antonieta, esposa de Luis XVI, una verdadera renovadora de su época. Sus elecciones vestimentarias, como por ejemplo el célebre chemise a la Reine, un sencillo vestido de muselina con el que fue retratada por la pintora Louise Vigée Le Brun en 1783, causaban escándalo, pero luego eran adoptadas con entusiasmo. Nadie quería quedarse atrás en lo que a moda se refería. Dicho esto, las diferencias entre los ricos y los que no lo eran era evidente: si las formas, líneas y cortes eran similares para todos, mientras unos utilizaban sedas, terciopelos y brocados para confeccionar sus vestidos, los otros debían conformarse con lanas y algodones, que eran más económicos.

Pero los grandes cambios no habrían sido posibles sin el surgimiento de una nueva figura: el modisto o la modista. Su más célebre representante en ese entonces era Rose Bertin, ?ministra de modas? de la reina, quien vestía a toda la corte francesa y a muchas aristócratas extranjeras. La influencia de la moda francesa era tal entre los ciudadanos y en el exterior, y generaba tantas divisas, que Colbert, el ministro de economía de entonces, afirmaba que ?la moda es para Francia lo que las minas de Perú son para España?.

Siglo XIX: el nacimiento de la alta costura

Tradicionalmente, para informar sobre los cambios de la moda se recurría a muñecas vestidas con los modelos en miniatura que se enviaban a clientas, dentro y fuera de las fronteras. Pero el ritmo de las novedades se aceleró notablemente con la aparición de los folletines de moda ilustrados que informaban sobre los últimos estilos parisinos. Así, en 1800, todos los europeos occidentales se vestían de manera similar, con algunas sutiles variaciones locales.

La evolución de la moda en el siglo XIX se vio condicionada por las sucesivas transformaciones de la silueta femenina y a lo largo del siglo. El cuerpo se vio sistemáticamente cambiado por la vestimenta: la posición de la cintura, el ancho o el largo de las mangas, la amplitud o la severidad del escote, los sombreros o la forma de las faldas... Todo fue variando y se alternaban siluetas en ?columna? como a principios de siglo y fines de la década 1870 con las siluetas ?reloj de arena? que marcaban la cintura e inflaban las faldas, durante el período romántico de los años 1830 a 1890. Una de las características más sobresalientes del siglo fue el uso de la crinolina, subfalda rígida de madera o acero y la tournure, una suerte de almohadón a la altura del trasero que reinó de 1860 a 1880. La silueta en S, posible gracias al corsé que resaltaba el busto, y el tailleur para damas fueron las grandes novedades de fines de siglo.

Asimismo suele considerarse que la historia de la alta costura comenzó en 1858 cuando el inglés Charles Frederick Worth abrió su maison en París. Alta costura fue el nombre que el gobierno francés estableció para las casas de moda que respondían a ciertos estándares (por ejemplo, eran requisitos fundamentales un mínimo de 20 empleados, dos colecciones por año y la presentación de las nuevas creaciones por las modelos). Desde entonces, el estatus del gran modisto o couturier ya no tuvo que ver con el tradicional sastre o costurera, pues más que un artesano, era considerado un artista y una celebridad. Muchos de ellos quedaron olvidados por la historia, otros son aún hoy día nombres icónicos, como Poiret, Chanel, Lanvin, Dior, Balenciaga o Saint Laurent.

Siglo XX: la democratización de la moda

Con los progresos de la industria textil y particularmente en lo que respecta al teñido de los géneros y, por supuesto, con la revolución desencadenada por la máquina de coser (1851), que dio lugar a la producción en serie, se puso en marcha la ?confección?, el ancestro del concepto de prêt-à-porter. La ropa no se hacía necesariamente a la medida, se vendía ya hecha en diferentes tallas. En consecuencia, los precios se hicieron más accesibles, beneficiando así a la pequeña burguesía y a las clases más modestas. Asimismo aparecieron nuevas formas de distribución: las tiendas como Le Printemps fundada en 1865 o las Galeries La Fayette en 1899.

El prêt-à-porter ?derivado del ready to wear estadounidense? apareció con ese nombre a mediados del siglo XX. En Francia, en los años 1930, Jacques Fath, Marcel Rochas y Elsa Schiaparelli fueron los primeros modistos visionarios en adoptar esta nueva técnica de venta. Más adelante les seguirían Givenchy, Yves Saint Laurent y Pierre Cardin, quienes enfrentaron su cuota de obstáculos (en 1957, Cardin fue excluido de la Cámara Sindical de Alta Costura francesa por haber organizado un desfile de prê-à-porter en una gran tienda parisina).

En el siglo XX, el prêt-à-porter hizo posible acelerar aún más las innovaciones en la moda. Por esta razón, esos variadísimos 100 años abarcan desde la Belle Epoque, con sus corsés, sus largos vestidos y sus amplios sombreros salpicados de flores y aves disecadas, hasta los shorts y tops de hoy día. Entre ambas tendencias hubo un inmenso espectro de propuestas que va desde los primeros vestidos cortos y el corte de pelo à la garçonne en los años 20; la aparición de los trajes de baño y de los pantalones en los años 30; el tailleur masculinizado, las hombreras y las plataformas de los años 40; el New Look, los tacones de aguja en los 50; la minifalda y la figura geométrica de los años 60, etc. A todo esto se suma la llegada de la ropa deportiva a la vida diaria, las transparencias, el minimalismo, la androginia, los materiales nuevos como Lycra, Gore-Tex o Heattech y, por supuesto, la masificación de los jeans.

La colección del museo, muy valiosa en cuanto a su valor histórico, abarca todas las épocas desde hace 300 años y la moda de los últimos años está representada por modelos de Comme des Garçons, Christian Lacroix, Martin Margiela o Jean Paul Gaultier.

Fashion Forward, 3 siècles de mode (1715-2015), Museo de Artes Decorativas, París, del 7 de abril al 14 de agosto de 2016

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