La princesa Diana podría haber padecido una enfermedad congénita

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Al parecer, se creía que esto podría poner en riesgo la permanencia de la corona en la familia Windsor

¿Podría existir una posdata más triste en el vigésimo aniversario de la muerte de la princesa Diana? Al parecer sí, al revelarse que algunos médicos, y posiblemente algunos miembros de la Familia Real, creían que padecía una condición mental congénita, la cual podría transmitirse a sus futuras generaciones.

De acuerdo con Daily Mail, esta extraordinaria aseveración fue detallada en una carta dirigida a uno de los mentores más cercanos del príncipe Carlos, la cual sugiere que esto era realmente preocupante por parte del exmédico de la reina Isabel, quien temía que Diana sufría de un trastorno mental que era “peligroso” y lo planteaba como un “desastre dinástico” para la Casa de Windsor.

Lo que hace que esta revelación sea tan escalofriante es que los médicos no estaban preocupados por el bienestar de la princesa -su paciente- sino por el futuro de la casa real. Algunos dirían que fue una vergonzosa traición a una joven que desesperadamente pedía ayuda.

Igualmente es inquietante que haya sido diagnosticada por diversos eruditos médicos en ese momento, lo que hace que el margen de error pudiera ser mínimo.

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Sin embargo, como se sabe, sus ansiedades no provenían de algún problema mental heredado, sino de la constante presencia de la señora Camilla Parker Bowles en su matrimonio y la indiferencia, que ella percibía ante ello, por parte de la realeza.

Diana se arrepentía de haberse comprometido con el príncipe Carlos muy joven; cumplió 20 años cuando se casó. En pocos meses, su vida se había transformado por completo: era una princesa y estaba embarazada del príncipe William, pronto sería el rostro más reconocido del planeta.

Sin embargo, antes de conocer a Carlos, había sido una mujer perfectamente normal y segura de sí misma, compartiendo un departamento con sus amigos y disfrutando de una vida independiente.

Pero la felicidad que había deseado al casarse con Carlos la eludía y el gusto solo le duró poco más de seis meses después del nacimiento del príncipe William en junio de 1982.

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