Las pasiones de Mónaco

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Al mirar hacia atrás, los escándalos y las tragedias que han ocurrido en la familia real de Mónaco han mantenido fascinados a los paparazzi

Este año se cumplieron 60 de la gran boda del príncipe Rainiero y la actriz Grace Kelly. Aquel matrimonio (el primero filmado como si fuera una película de Hollywood) inició la costumbre de seguir el día a día de las vidas de los royals. Grace estaba ?harta de ser esclava de Hollywood? , y Rainiero necesitaba urgentemente dos millones de dólares ¡regalo del padre de Grace! para sacar el minúsculo principado de Mónaco de la bancarrota. Además, estaba en la búsqueda de un heredero y evitar así que, según un tratado firmado, un Mónaco ?sin dinastía? fuera a parar a manos de Francia.

Situaciones como éstas suelen causar revuelo en el mundo entero: la trágica muerte de Grace y la de Rainiero en 2005; la enfermedad producida por el abuso de alcohol de Ernst de Hanover, marido de Carolina; los locos amores de Estefanía con guardaespaldas y domadores (aunque ahora se dedica a las obras de caridad y sus tres hijos); los dos niños ilegítimos del príncipe reinante Alberto; la boda de Andrea Casiraghi con la millonaria Tatiana Santo Domingo y los nietos que le han dado a Carolina; los amores libres (y el pequeño Raphael) de la bella Charlotte, quien vive feliz ?a su aire? y nada parece alterarla; la boda de Pierre con la muy liberal aristócrata Beatrice de Borromeo?.¡en fin! Una avalancha de nuevos chismes que han servido para mostrar que la familia Grimaldi, una de las casas reinantes más antiguas de Europa, ¡sigue dando de qué hablar!

La dinastía de los Grimaldi, compuesta ahora por Alberto, Carolina y Estefanía y sus hijos, reina desde su palacio de Le Rocher desde hace siglos. Rainiero fue el monarca que más tiempo estuvo a cargo de un país europeo (aunque sea el estado más pequeño de la Tierra, con excepción del Vaticano); principado que había pasado por años sin pena ni gloria, hasta que el mundo ?descubrió? Mónaco con la boda de Grace Kelly en 1956, y desde entonces el universo del glamour no ha sido el mismo.

FOTOGALERÍA: El álbum de la familia real de Mónaco

Primer escándalo

La gran boda de Grace y Rainiero devolvió a Mónaco el estatus que había tenido cuando príncipes rusos e ingleses pasaban allí temporadas a comienzos del siglo XX. Grace Kelly era una de las actrices de cine más guapas de aquellos años y (¡aquí comienzan los ?chismes?!) en 1955 tenía dos romances a la vez: con el actor Jean-Pierre Aumont y el diseñador Oleg Cassini. También había vivido infinidad de pasiones con hombres casados en sus breves años de Hollywood, como William Holden, Frank Sinatra, Ray Milland, David Niven y Bing Crosby, y tenía fama de ser ?fría por fuera pero muy hot por dentro?. El príncipe Rainiero estaba soltero, pero cuando conoció a Grace sostenía un affair con la actriz francesa Gisele Pascal, algo no muy bien visto por los monegascos. Para muchos, aquel amor súbito que nació entre la actriz y el príncipe fue ?pura publicidad arreglada por el estudio de cine?. Una ?oportunidad fotográfica? organizada por publirrelacionistas. Sin embargo, la actriz trajo a la cansada dinastía de los Grimaldi el glamour del Hollywood, que en los años 50 era lo máximo en el mundo. Y como su estilo era más de princesa que el de las ?de verdad?, la pareja se hizo muy popular. Y cuando tuvieron hijos divinos, el mundo ya estaba enamorado de ellos y comenzaron a verlos como si fueran parte de su familia. De hecho, el nombre de Carolina se convirtió en uno de los más populares para niñas recién nacidas en aquellos años. Grace fue ejemplo de esposa y madre (aunque se rumoraba de un supuesto ?amante?, lo que nunca se probó), y dio a su familia un aura de respetabilidad. Si Grace estaba embarazada cuando se casó con Rainiero nunca lo sabremos, pero en 1957, a los nueve meses de la boda, llegó al mundo la princesa Carolina, seguida de Alberto, en 1959, y de Estefanía, en 1965. Rainiero encontró en Grace ?la mujer perfecta con quien establecer un hogar?, como el que nunca pudo tener y siempre deseó. ?Los dos estábamos listos para el matrimonio?, dijo él en una ocasión. Los escándalos en el principado han ido acompañados de inesperadas tragedias, incluyendo la horrible muerte de Grace en un accidente de coche en 1982, en el que iba junto a su hija menor. Cuando falleció, el mundo lloró junto a los Grimaldi. La familia se mantuvo unida por Rainiero, quien arropó con amor a sus hijos, y por eso su muerte en 2005 fue un gran golpe para todos.

Carolina no siempre fue así...

Por años, la princesa de Mónaco apenas le habló a su hermana Estefanía porque estaba horrorizada de sus amores. Pero, ¿es que ella no recuerda su propio pasado? ¿Nadie se acuerda de su rebeldía en París? ?Las locuras no son exclusivas de Estefanía?, me dice una amiga de los Grimaldi. ?Carolina también ha hecho de las suyas, pero el mundo sólo ?quiere ver? las acciones de su hermana porque Estefanía siempre ha hecho las cosas de frente, y Carolina ?disimula? todo lo que le pasa. Si no fuera así, ¿por qué nadie criticó que le ?robara? el esposo a Chantal de Hanover, quien era su buena amiga, y que se casara con Casiraghi y con Ernst estando embarazada?? En el palacio de Le Rocher, ella fue una niña modelo hasta la adolescencia, la mandaron a estudiar a París y los Grimaldi comenzaron a ?sufrir? con las noticias de su hija noche tras noche en las discotecas de la capital francesa hasta las tantas de la madrugada; fiestas, fotos comprometedoras y escapadas con enamorados, entre ellos el tenista argentino Guillermo Vilas, y eventualmente el affair con el conocido playboy Phillipe Junot, 17 años mayor que ella. Aquella boda en 1978, cuando ella tenía 21 años, ?fue el disgusto más grande que ocurrió en la familia, aunque todos sabían que terminaría en divorcio?. ¡Y así fue! Un amigo me contó que en una fiesta en Marbella, Junot se enloqueció con Giannina Faccio, a quien, cuenta la leyenda, ?le rompió el vestido rojo que llevaba?, ¡y todo delante de la propia Carolina! La pareja nunca tuvo hijos y se divorció en 1980. ?Era joven y estaba enamorada. Desde pequeña todo el mundo quería ?casarme? y fue lo único que se me ocurrió hacer cuando me enamoré?, dijo más tarde la princesa.

Aún no recuperada del divorcio (porque estaba locamente enamorada de Junot), la muerte de su madre en 1982 fue un gran golpe para Carolina. Pero en 1983, enamorarse del guapo italiano Stefano Casiraghi la llevó a una boda todavía más rápida, pues la princesa, de 26, estaba embarazada del rico joven de sólo 23 años. Pasado el escándalo, el matrimonio parecía feliz, teniendo en su- cesión tres hijos: Andrea Albert Pierre, nacido en 1984; Charlotte Marie, en 1986, y Pierre Rainier Stefano, en 1987.

Sin embargo, la felicidad fue interrumpida trágicamente, y el mundo comenzó a hablar de ?la maldición de los Grimaldi?, que vaticinó una gitana a comienzos del siglo XX, cuando Stefano murió en octubre de 1990, a sus 30, en una competencia de barcos en la bahía de Mónaco. Dejó devastada a Carolina, quien se mudó con sus tres hijos a una finca en el pueblo de St. Remy de Provence.

Poco después, tuvo un romance con el actor francés Vincent Lindon, a quien había conocido después de la muerte de Stefano y con quien vivió hasta 1995 junto a sus tres hijos, muy ?en familia?, y de nuevo algo muy criticado, en la finca de la Provenza. Pero Carolina no estuvo sola por mucho tiempo tras la ?salida de la escena? de Lindon (quien no tenía deseos de perder su libertad, además que era judío y no deseaba convertirse al catolicismo), pues su amistad con el príncipe Ernst de Hanover se había convertido en amor. Descendiente del rey Jorge III de Inglaterra, Ernst estaba felizmente casado y era padre de dos varones cuando su vieja amiga Carolina se convirtió en el gran amor de su vida. En 1997, todo se confirmó cuando el multimillonario (peleonero y arrogante) dejó a su esposa, Chantal Hochuli, con la que llevaba 16 años. ¿Lo más curioso? Que esta última había sido íntima amiga de ambos, y Chantal no se cansaba de repetir: ?Mi mejor amiga me ha robado el marido?. Se casaron el día del 42 cumpleaños de la princesa, en enero de 1999, y la pequeña princesa Alejandra estaba en camino, naciendo menos de seis meses después de la boda. Desde entonces, Carolina lleva el importante título de Her Royal Highness pues Ernst es uno de los aristócratas con más títulos y alcurnia de toda Europa. Hoy en día, Carolina está separada aunque no divorciada de él, y sin nuevos amores conocidos.

¡Princesas que roban maridos!

Que Estefanía de Mónaco se haya enamorado de un apuesto mesero de Montecarlo, quien ayudaba a servir en las terrazas del por eso siempre se ha enamorado de hombres de distintas clases sociales y profesiones muy raras. Lo cierto es que la más joven de los Grimaldi tan pronto seduce más guardaespaldas (como Jean- Raymond Gottlieb, padre de su tercera hija, Camille, nacida de una brevísima relación con él en 1998), como ?roba? a un domador de elefantes casado, Franco Knie. Y luego, lo deja porque en el mismo circo se enamora de Adam Peres, un joven acróbata con quien se casó en el 2003 (sin durar mucho). Ah, y no podemos olvidar al pobre Richard Luca, fiel mayordomo de Rainiero, un hombre ya mayorcito, que tras muchos años de servicio perdió su trabajo por vivir un brevísimo romance con la princesa, ¡que lo dejó al poco tiempo! Algo patético, ya que Luca ahora está ?solo, sin trabajo y sin techo?, después de un romance de apenas seis meses. Sin embargo, se dice que de las dos hermanas Estefanía es la más relajada. ?Tiene una naturalidad que inspira afecto. No es ?estirada? ni pretenciosa.Cuando años atrás abrió con su ex marido Daniel Ducruet la tienda-restaurante Replay, se le veía cobrando en la caja y conversando con los clientes como si fuera su amiga?, me comenta una persona muy cercana a ella. En cambio, ?Carolina es mucho más protocolaria y desde que se casó con Ernst ¡que tiene fama de ser estiradísimo!) se le pegó su aire distante?.

Los jóvenes Grimaldi siguen los pasos

En resumen: la historia que comenzó con la boda de una actriz y un príncipe continúa ahora con las vidas de los más jóvenes de la familia. Los cuatro hijos de Carolina y los tres de Estefanía son los nuevos protagonistas, y nos divierte muchísimo seguirles la pista. Con títulos o sin ellos, son los indudables príncipes de la realeza europea... y los nuevos personajes de la telenovela.

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