Las princesas los prefieren plebeyos

Las princesas los prefieren plebeyos

Se enamoraron de hombres sin sangre azul... Para que los aceptaran, unas lucharon mucho y otras tuvieron que renunciar a ciertos privilegios. Pero, ¿han logrado la felicidad en sus motrimonios?

En los cuentos de hadas, lo normal sería que las hijas de los reyes se casen y sean muy felices para siempre con sus “príncipes azules”. Pero los tiempos han cambiado y las historias de amor son más complicadas. En los últimos años, las princesas casaderas no han elegido como esposos a hombres de la realeza, sino a plebeyos por cuyas venas no corre ni una gota de sangre azul.

PRINCESAS POLÉMICAS

Una pionera de esta “moda” fue la princesa Margarita de Inglaterra, hermana menor de la reina Isabel II. Después de su romance con el capitán divorciado Peter Townsend, a cuyo amor tuvo que renunciar debido a presiones de diversos tipos, Margarita se casó en 1960 nada menos que con un fotógrafo: Antony Armstrong-Jones. La pareja, que recibió el título de condes de Snowdon, duró 18 años, pero en la vida real el matrimonio dejó de funcionar mucho antes y circularon muchos rumores de infidelidades de ambas partes. Según el polémico libro The Royals, de la temida biógrafa Kitty Kelley, el esposo de Margarita siempre fue un reconocido bisexual que frecuentaba los círculos artísticos de Londres. A sus amigos les gustaba cuando Antony se vestía de travesti en las fiestas privadas que organizaban.

Otra princesa de la casa real británica que escogió como esposo a un plebeyo fue Ana, la hija mayor --y única mujer-- de la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo, quien en 1973 se casó con el capitán Mark Phillips. Al principio, los unió de manera especial su amor por los caballos y los deportes hípicos, por los que ambos sienten adoración. Cupido los flechó en los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, cuando él obtuvo una medalla de oro como atleta ecuestre. Pero el cuento de hadas de la princesa casada con un apuesto militar plebeyo, integrante de la Guardia Real, no duró para siempre. Es más, el anuncio de su divorcio, tras 16 años de matrimonio, no sorprendió a nadie cuando el palacio de Buckingham hizo pública la noticia, pues desde muchos años antes se especulaba que Ana y Mark vivían de forma muy independiente y que mantenían affairs con otras personas.

¿Qué habría pensado de esos matrimonios la estricta reina Victoria de Inglaterra? Ella solía recordar a sus familiares que “la realeza no puede casarse con sus súbditos”, así que no hay que tener mucha imaginación para suponer cuál podría haber sido su reacción...

FOTOGALERÍA: PRINCESAS Y PLEBEYOS

EXCÉNTRICO Y CONTROVERSIAL

La princesa Marta Luisa de Noruega debió pasar un mal rato cuando a su esposo, el polémico escritor y pintor Ari Behn, se le ocurrió imitar a un mendigo y pedir limosna en el exclusivo barrio de Londres donde la pareja reside con sus tres hijas. Lo increíble es que durante la media hora que pasó sentado en la acera logró que los compasivos transeúntes londinenses le dieran 3,45 libras esterlinas (5,5 dólares). Con esa “broma”, Ari quiso burlarse de la prensa noruega, que desde hace años lo fustiga diciendo que es un mantenido de su mujer y que se dedica a “vivir del cuento”.

El excéntrico artista de origen danés --hijo de una pareja de maestros que se divorció durante su niñez-- se casó con Marta Luisa en el año 2002, pero unos meses antes de la boda protagonizó un gran escándalo al difundir un video en el que criticaba la intervención de Estados Unidos en Irak y se declaraba a favor de los talibanes. Eso puso al rey Harald V en una situación tan delicada, que tuvo que emitir un comunicando aclarando que las ideas de su futuro yerno no eran las suyas. Fue entonces cuando Marta Luisa renunció al tratamiento de Su Alteza Real, pero no a su título de princesa de Noruega ni a sus derechos de sucesión. También aceptó voluntariamente empezar a pagar impuestos, un privilegio que tiene la familia real.

¿Más escándalos de Ari, el plebeyo emparentado con la realeza noruega? Desde coqueteos con las drogas hasta declaraciones de que él y su esposa tienen una relación abierta, en la que podrían tener cabida terceras personas... “Tenemos permiso para ligar con otros y desde ese punto de vista somos muy libres”, dijo a la prensa. Sin duda, para la aristocracia de Noruega debe haber sido un gran alivio que la pareja se haya ido a vivir a Londres.

Pero Marta Luisa no se queda atrás cuando de llamar la atención se trata, pues hace unos meses declaró a la prensa que ella tiene dotes espirituales fuera de lo común (“Soy clarividente. No puedo ver el futuro, pero sí puedo percibir la energía en la gente”) y que habla cada día con su ángel de la guarda. Llamada por algunos “la princesa rebelde”, en el 2007 María Luisa creó Astarte Inspiration, una empresa que ofrece seminarios y talleres espirituales y cursos sobre “lectura de energía, curación y el método de la imposición de manos”. Todo esto ha hecho que algunos piensen que Ari y Marta Luisa están hechos tal para cual.

DESDE SUECIA... CON AMOR

Otras princesas que no han escogido esposos entre los royals, sino entre los plebeyos, son las hermanas Victoria y Magdalena de Suecia.

Hace unos años, a nadie se le hubiera ocurrido que el joven sueco entrenador personal y empresario de gimnasios Daniel Westling terminaría formando parte de la casa real de su país y recibiendo el tratamiento de Su Alteza Real el príncipe Daniel. Pero, como en un cuento de hadas moderno, Victoria, la heredera del trono de Suecia, se enamoró locamente de él y desafió a todos, incluso a su padre, el rey Carlos Gustavo, hasta que logró su objetivo: convertirse en su esposa. Aunque no tenía vínculos con la aristocracia, Daniel siempre fue un muchacho emprendedor y ávido de conocimientos, que estudió Fisiología en el Instituto Karolinska, de Estocolmo. Insertado ya plenamente en la familia real y padre de la princesita Estelle, desarrolla muchas actividades oficiales con un look más distinguido que el que tenía cuando era simplemente el entrenador personal de la princesa. ¡En fin, tiene la imagen que se espera del príncipe de Suecia y duque de Västergötland!

También Magdalena, la segunda hija del rey Carlos Gustavo, terminó casándose con un plebeyo... solo que en este caso se trata de Christopher O’Neill, un banquero estadounidense, que compensa su ausencia de sangre azul con una fortuna personal de muchos millones de dólares. Como el yerno de Carlos Gustavo desea seguir su exitosa carrera empresarial, y de acuerdo con el protocolo de ese país escandinavo, los miembros de la familia real no deben tener cargos de responsabilidad dentro de los negocios, Chris ha preferido no recibir tratamiento real. Por ahora, esta pareja está feliz, instalada en Estados Unidos y esperando su primer bebé.

LA PRINCESA “NORI” Y EL HOMBRE DE SUS SUEÑOS

Pero no todas las casas reales son tan flexibles y permiten que sus princesas se casen con plebeyos. Por ejemplo, en Japón las reglas son muy distintas. Sayako, la hija menor de los emperadores Akihito y Michiko, renunció a su condición de princesa para poder casarse en el 2005 con el hombre de sus sueños: un funcionario municipal llamado Yoshiki Kuroda. Sin embargo, la casa imperial japonesa le concedió a la princesa “Nori” (como la llaman cariñosamente sus súbditos) una sustanciosa dote. La pareja se conoció en un aula de la Universidad Gakushuin, en Tokio. El suyo fue un amor a primera vista, tan intenso y apasionado, que Sayako no vaciló en renunciar a las comodidades de su vida palaciega y empezar una nueva existencia en un apartamento, junto a su amado.

FOTOGALERÍA: PRINCESAS Y PLEBEYOS

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