Papúa Nueva Guinea: Un destino sólo apto para aventureros

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De sus selvas tropicales circulan leyendas de tribus caníbales, en sus ríos abundan los cocodrilos y la comunicación con los locales puede resultar todo un reto, pero ésas son apenas algunas de las emociones extremas que depara este territorio megadiverso.
Mucho de este país resulta un misterio, incluso para los viajeros más experimentados, comenzando por su nombre. Se le llamó Nueva Guinea, porque en 1545 sus descubridores españoles pensaron que su población tenía cierto parecido con los habitantes de Guinea en África, y querían diferenciarlos de alguna una manera, pero el Papúa... no estamos seguros. Quizá venga de una palabra local que signifique “rizado”, puesto que el cabello de muchos moradores es así, sin embargo, el que quiera investigar la verdadera raíz del término se encontrará con un embrollo etimológico, pues a pesar de que el país apenas supera los siete millones de habitantes, le ha dado al mundo el 25% de sus idiomas totales. Existen entre 700 y 800 tribus y cada una tiene su propia lengua, una verdadera torre de babel en poco menos de 500,000 metros cuadrados.
Para ubicarnos en el mapa, Papúa Nueva Guinea se encuentra en Oceanía, hace frontera terrestre con Indonesia y hoy es una nación independiente que forma parte de la Mancomunidad de Naciones , lo cual implica que tiene lazos históricos con Reino Unido y es parte de la monarquía constitucional, pero no se rige por ella. Los papúes son libres, en todo sentido. Aquí no ha llegado la tecnología, el turismo de luj o ni ningún rastro de vestimenta o costumbres occidentales, muchas de las tribus aún se esconden entre la selva, se dedican a la agricultura y mantienen sus rituales religiosos indígenas; además, se estima que un tercio de la población no sabe leer, por lo que ir de visita a estos lares resulta una experiencia bastante particular.

Viaje al horizonte

No queremos asustarte, pero es necesario mencionar algunos datos históricos. Fue en sus montañas verdes donde se perdió de vista a la famosa aviadora Amelia Earhart en 1937, cuyo avión al parecer terminó en el mar; también fue en estos pantanos que desapareció Michael Rockefeller en 1961, arqueólogo e hijo del gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, cuando su barco se hundió y él no pudo llegar a la orilla del río, pues al parecer lo alcanzó un cocodrilo. Pero atención: ésas son sólo algunas muestras de personajes famosos que han caído rendidos (literal) ante la belleza de este sitio considerado una de las últimas fronteras del planeta, y la mayoría de sus 100,000 visitantes al año corre con más suerte. El país se localiza en la lista de territorios megadiversos, así que es rico no sólo en cultura, sino en naturaleza; dos tercios de la flora y fauna que habitan en sus selvas tropicales y playas vírgenes son especies endémicas. Es un sueño hecho realidad para los amantes del buceo, gracias a sus arrecifes de coral, y para los avistadores de aves, pues no encuentran edificios en el horizonte, sino aves del paraíso, entre otras que ni siquiera han sido clasificadas. Si ya te sientes atraído por este pequeño gran mundo, cerramos el trato y te damos cinco razones para conocerlo.

1. Puedes convivir con los nativos

Es verdad que las leyendas caníbales permanecen vivas en la actualidad, pero eso es sólo porque nos gusta el drama. La mayoría de los habitantes son amigables e interactuar con ellos es una experiencia extraordinaria que abrirá tus ojos y mente hacia la belleza de otras culturas. Muchos de los alojamientos en Papúa se encuentran dentro de pequeños poblados dirigidos por sus habitantes, así que podrás ser testigo de sus rituales, bailes y tradiciones a diario.

2. Sabrás navegar el río Sepik

El afluente es el más grande del país y por lo mismo ha sido muy importante para el florecimiento de sus civilizaciones. La vida transcurre alrededor de él, y puedes descubrirlo a bordo de una canoa típica, la cual es conducida por los locales. No te preocupes: no todo está lleno de cocodrilos, de hecho, incluso hay zonas aptas para nadar. Como dato histórico, a sus orillas se practicaba la caza de cabezas hasta hace algunas décadas, un ritual en el cual los jóvenes debían traer a casa la cabeza de alguien de otra tribu como un paso hacia la madurez, luego los cráneos eran decorados y exhibidos como trofeos. Por supuesto, esa práctica está extinta, así que tranquila.

3. Te sumergirás en un paraíso del buceo

La riqueza de la vida marina es una de las más impresionantes del planeta: dos veces más rica que la del mar Rojo, tiene 10 veces más variedad de corales que el Caribe, todo muy cerca de la orilla, así que con sólo sumergir la cabeza en el agua ya tienes garantizada una experiencia visual por completo inolvidable. Un elemento submarino no tradicional que encontrarás en tus expediciones, son los restos de barcos o aviones de la Segunda Guerra Mundial, muy presentes en esta zona dado que fue ocupada por los japoneses en la época antes de su derrota. Hay viajes especializados en inmersiones para los interesados.

4. Es un espacio excepcional de caminata

Sus montañas y volcanes, algunos con puntas nevadas y junglas pantanosas, son el sitio ideal para practicar hiking de nivel superior, rapel o escaladas. Su sendero más famoso es el Kokoda, el cual mide 96 kilómetros de largo y reta a los caminantes a atravesar uno de los terrenos más silvestres del planeta. A tu paso por la selva montañosa te toparás con bellezas como orquídeas (hay más de dos mil tipos) y aves del paraíso (tienen 37 variedades). En cualquier ruta debes ir acompañado de un guía local, pues a los nativos no les gusta que los visitantes entren a sus dominios sin permiso.

5. Avistarás miles de aves

Es uno de los mejores sitios del mundo para encontrarte con ellas. Se organizan tours durante todo el año debido a que hay especies en todas las temporadas, sin embargo, es mejor acudir en época seca para que los pájaros salgan y los contemples. Podrías tener la suerte de encontrar rarezas como el petrel de Beck, por desgracia, en peligro de extinción a pesar de haber sido descubierto apenas hace unos pocos años, o la goura Victoria, con una hermosa coronita azul.

Toma en cuenta:

● Estarás más segura en la selva. A los locales no les interesa demasiado mudarse a Puerto Moresby, la capital del país, y sólo 18% de la población total habita en las urbes. Pero, ¿quién cambiaría la jungla de verdad por una de concreto? Omítela de tu itinerario. ● De diciembre a marzo es temporada de lluvias; planea tu viaje fuera de estos meses si quieres disfrutar de la vida salvaje en su mayor esplendor. Las condiciones para buceo son ideales todo el año. El clima más agradable se vive de mayo a octubre. ● Es importante organizar tu viaje a través de una agencia de turismo, ellos conocen los sí y los no del país, asimismo, se encargarán de que tu aventura termine sin mayores complicaciones. ● La única vacuna obligatoria se indica a los países con riesgo de fiebre amarilla, y México no es uno de ellos. No obstante, según tu caso particular de salud, podrían recomendar aplicarte la de hepatitis A, B o fiebre tifoidea. ● La moneda oficial es el kina, la cual vale poco más de cinco pesos mexicanos.

No existen tierras extrañas, es el viajero el único que es extraño”, decía el escritor Robert Louis Stevenson, y eso serás tú cuando te sumerjas en este territorio fantástico. La cultura de los papúes, si bien causa asombro por ser tan diferente a la nuestra, es respetuosa con la naturaleza y ha aprendido a convivir con ella sin perturbarla por siglos, es un modelo excepcional que merece no ser alterado.
Por: Jessica Moreno / Foto: Cortesía
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