El misterio de las joyas reales

El misterio de las joyas reales

Magníficas piezas rodeadas de historia, ¿cuál ha sido su destino?

La princesa Marie-Chantal de Grecia -de soltera era la millonaria heredera Marie- Chantal Miller-, esposa del príncipe Pablo de Grecia, ha dejado a Europa asombrada. Todo ocurrió cuando asistió a la fiesta en el palacio de Christiansborg, que celebraba los 40 años en el trono de la reina Margarita de Dinamarca, y llegó con una maravillosa tiara griega que durante más de 40 años se creía que estaba “perdida”.

¿Como la consiguió?, fue la pregunta en boca de todos. ¿Acaso su millonario papá, el hombre de negocios norteamericano Robert Miller, pagó por recuperar la tiara? ¿Cómo es que nadie habló más de la famosa joya y de pronto la vimos en la rubia cabeza de Marie-Chantal?

Según los expertos en realeza, la tiara pertenecía a las joyas privadas de la exreina Federica de Grecia (madre de la reina Sofía de España y del exrey Constantino, suegro de Marie-Chantal) y era parte “no oficial” de la ya extinta monarquía griega. La joya muchas veces fue usada por Federica cuando todavía estaba en el trono. Muchas personas creían que la habían vendido cuando la familia tuvo que irse al exilio en 1967; otras pensaban que probablemente había sido desmontada por quien la había comprado, mientras que otras imaginaban que estaba guardada en la caja fuerte de algún royal europeo.

FOTOGALERÍA: EL MISTERIO DE LAS JOYAS REALES

La última vez que se vio la tiara en público la llevó Federica de Grecia en 1960, aunque la joya ya se conocía en el siglo XIX, cuando el entonces príncipe heredero Constantino se casó con Sofía de Prusia, hermana del emperador Guillermo II y reina de Grecia. La reina Sofía era nieta de la reina Victoria de Inglaterra y adoraba esa tiara, que usaba de mil formas distintas. Al morir se la dejó a su hijo Pablo, quien a su vez se la regaló por su boda a otra alemana: la princesa Federica. En la boda de su hijo Constantino con la princesa Ana María de Dinamarca (¡todos son primos entre ellos!) se vio a Federica con la tiara -la que nunca usó cuando la familia se exilió al ser derrocada la monarquía en Grecia- y después de su muerte en Madrid en 1981 (haciéndose la cirugía plástica de los ojos), nadie supo más de la joya.

Según algunos expertos, se cree que la reina Federica dejó en su testamento instrucciones muy precisas sobre el uso de esta tiara, y una de ellas es que “solo una princesa heredera del trono de Grecia” la podría usar. Como ahora Marie-Chantal es ?la princesa heredera?, aunque su marido y sus suegros no tienen reino, quizás la tiara fue sacada de una caja fuerte, la limpiaron... y Marie-Chantal la lució en la fiesta de Dinamarca.

Los chismosos también dicen que existe un “tesoro de joyas griegas” que era de uso exclusivo de Federica, en el que muchas piezas vienen nada menos que de la emperatriz Catalina la Grande de Rusia, pues eran de la reina Olga de Grecia, quien de soltera había sido la gran duquesa Olga de Rusia. Olga se casó con el rey Jorge I de Grecia, fue abuela paterna del príncipe Felipe de Edimburgo y bisabuela de la reina Sofía de España. De manera que si se han recuperado esas joyas griegas, ¿veremos a Marie-Chantal luciendo las de Catalina la Grande?

La princesa Letizia de Asturias en 2004, llevó una tiara que perteneció a Federica de Grecia

A muchas personas les fascina que esto de las joyas reales sea tan enredado y lleno de misterios. Por ejemplo, las joyas de la Corona de Inglaterra forman la colección más valiosa que existe hoy. Cuando la familia real inglesa las lleva, estamos viendo objetos con una historia llena de intrigas, incluyendo robos, asaltos y fraudes. Esas grandes cajas fuertes con combinaciones electrónicas y cientos de guardias para proteger las piezas que se exhiben al público en la Jewel House de la Torre de Londres, contienen joyas rodeadas de una turbulenta historia.

La colección de las Crown Jewels, de la Corona inglesa, incluye tiaras, aretes, collares... que se han adquirido de forma indebida, como botines de guerras, pagos de deudas y hasta malos momentos económicos que han sufrido algunos parientes reales al perder sus tronos. Con sus altibajos, el Reino Unido es la única monarquía del mundo que todavía conserva y usa todas sus joyas, y a la apertura del Parlamento la reina Isabel II llega con sus mejores galas, incluyendo mantos reales de armiño y la gran Corona Imperial del Estado, que normalmente está en exhibición en la Jewel House. Cuando la reina la usa colocan en su vitrina un simple letrero que dice: “En uso”.

La reina Victoria de Inglaterra, a pesar de su supuesta modestia y amor por la austeridad, se volvía loca con las joyas. En 1843 nombró a la Joyería Garrard, fundada en 1735 y la más antigua del mundo, Joyeros Reales del Imperio. La imagen de Victoria -quien era muy bajita y gordita- con su corona de diamantes, redonda y pequeña como ella, hecha por Garrard en 1870 y colocada en su cabeza, es clásica.

Cuando murió la reina Victoria, la reina Mary de Teck siguió su ejemplo y vivía obsesionada con las joyas, especialmente con los collares de varias vueltas y con los chokers de diamantes y perlas. Otra joya que desapareció y después apareció en la cabeza de la reina Mary fue la tiara de la gran duquesa Vladimir (llamada María y de origen alemán), cuya historia es un poco fea, porque en 1921 la reina Mary la compró por una mínima parte de su valor a los hijos de la gran duquesa María, quienes lo habían perdido todo durante la revolución comunista en Rusia y estaban arruinados. Según los chismes, la reina se aprovechó de la pobreza de los hijos de la gran duquesa Vladimir y les compró la tiara sabiendo que les estaba pagando una miseria. La tiara -hecha en 1890 con círculos de diamantes- ahora es propiedad privada de la reina Isabel II. Hasta el día de hoy los descendientes de Vladimir y María de Rusia hablan del “robo” de las joyas por la ambiciosa y poco humana reina Mary de Inglaterra.

Este fenómeno ocurrió mucho en Europa en los años en que los comunistas rusos acabaron con las familias de la aristocracia, igual que sucedió en otros países que cayeron bajo la órbita comunista o de los nazis, y fueron muy pocos los que recibieron un precio justo por sus joyas, que fueron a parar a las distintas casas reinantes de Europa. Lo curioso es que muchas de ellas continúan desaparecidas...

FOTOGALERÍA: EL MISTERIO DE LAS JOYAS REALES


Relacionado