Matilde de Bélgica, la estrella de Felipe

Matilde de Bélgica

Con su personalidad dulce y apacible ha logrado cambiar al rey y convertirse en la fuerza que está impulsando la monarquía

Cuando el pasado 21 de julio, Matilde y Felipe de Bélgica asistieron a la misa Te Deum con la que tradicionalmente se inician las festividades por el Día Nacional de Bélgica, los vítores y aplausos del pueblo resonaron como nunca. En esa fecha se conmemora la jura de la Constitución por parte de Leopoldo I, el primer rey del país; el nacimiento de forma oficial de la nación, y ahora también la investidura de los actuales soberanos, quienes esta vez celebraron su segundo año como reyes. La gente se aglomeró en masa en las afueras de la catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas para verlos pasar, saludarlos y entregarles cartas y regalos que expresaban su admiración. Y con esas cálidas muestras de afecto, los belgas confirmaron lo que ya los expertos venían anunciando: que la monarquía está viviendo su mejor momento y que el rey Felipe, de quien la mayoría dudaba cuando reemplazó a su padre Alberto II, tras su abdicación el 3 de julio de 2013, se ha convertido en un líder muy querido y competente.

¿A qué se debe el cambio? La respuesta parece ser unánime: a su reina consorte, Matilde, la primera soberana de los belgas nacida en el país. Con su personalidad dulce y serena (casi susurra al hablar), su preparación (es graduada de sicología y logopedia) y su facilidad para comunicarse incluso sin palabras, Matilde gozó de una gran aceptación desde su etapa de princesa, y gracias a esas mismas cualidades también parece haber logrado borrar la timidez y la tendencia al aislamiento que distinguían a Felipe, quien se ha transformado en un rey mucho más comunicativo y seguro.

Su propio esposo se ha encargado de subrayar la importancia que Matilde ejerce en su vida. ?Es la acompañante idónea para esta nueva etapa?, dijo besándole la mano en la misma ceremonia en que fue proclamado rey.

Aunque Matilde trata de mantenerse en un discreto segundo plano, en realidad tiene mucha más fuerza y poder de lo que aparenta. Los que conocen a la pareja aseguran que forman un gran equipo. Y el absoluto apoyo que ella le mostró cuando salieron a la luz los rumores sobre la posible homosexualidad del entonces príncipe Felipe, le confirmó al mundo la estabilidad de esta pareja, que cumplió 16 años de casada el pasado 4 de diciembre.

Madre de cuatro pequeños de los que se ocupa personalmente (Elisabeth, de 13 años y heredera al trono; Gabriel, de 12; Enmanuel, de 10, y la pequeña Eleonore, de 7), la reina vela por la estabilidad de sus hijos con gran dedicación. Se dice que es ella la que va a recogerlos a la escuela, los ayuda con los deberes escolares y los acuesta cada noche. En un documental que la televisión belga transmitió recientemente, titulado 500 días en el trono, Matilde siempre aparece en escenas más familiares, mientras que a Felipe se le ve más inmerso en las labores de la corona. Otra característica que la hace brillar: a pesar de pertenecer a una familia noble y que en un momento dado fue la única princesa consorte considerada aristócrata de cuna, es muy trabajadora, está muy consciente del mundo en que vive y muy comprometida con las causas sociales, especialmente con los derechos de la mujer y la protección de la infancia.

En 2015, por ejemplo, a pesar de que Matilde se lesionó la rodilla, no canceló ni uno solo de sus compromisos y fue a todas partes con sus muletas, incluyendo la conferencia internacional contra el virus del ébola celebrada en Bruselas y su reunión con el Papa Francisco en el Vaticano, donde conversaron sobre inmigración, educación de los jóvenes y el futuro de Europa, entre otras cosas.

Pero la personalidad del rey no es lo único que ha cambiado en estos dos años de reinado. La vieja guardia de palacio también ha sido relevada por nuevas personas de confianza. La reina Matilde decidió conservar a su lado a quienes eran sus consejeros cuando ella era princesa. Y el rey Felipe ha sabido rodearse de buenos asesores que también lo están ayudando a estabilizar el país y elevar el papel de la monarquía, ya que la confianza de los ciudadanos había disminuido durante el mandato de su padre, sobre todo tras el escándalo relacionado con su hija ilegítima.

Aun así, en aquel momento los belgas preferían que Alberto II no hubiera abdicado. Pensaban que a su hijo el trono le quedaba demasiado grande. Veinticuatro meses después, están volviendo a ver la monarquía como el punto de unión que siempre debió ser, y a la reina Matilde como su máxima impulsora.

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