A la mesa con el autismo

En el Día Mundial de la Concienciación del Autismo, expertos hablan sobre la hora de la comida, un momento especialmente difícil para los niños con este trastorno

Negarse a tomar sólidos, aceptar solo un grupo muy reducido de alimentos o rechazar tajantemente cualquier cambio en la rutina son algunos de los problemas que presentan estos niños. Varios expertos nos ofrecen sus consejos para mejorar estas situaciones.

Llantos, gritos y rabietas que hacen perder la paciencia a los padres son el pan de cada día en muchos hogares cuando toca sentarse a la mesa. Los problemas a la hora de la comida son incluso más frecuentes cuando se trata de niños con trastornos del espectro del autismo (TEA).

“Algunos estudios de la década de los noventa indican que hasta un 40% de los pequeños con autismo presentan problemas a la hora de comer. Sin embargo, trabajos más recientes apuntan que la prevalencia de los problemas de la alimentación en los niños con autismo puede llegar a ser hasta del 90%", señalaba la psicóloga María Baratas en la jornada sobre sanidad y autismo El autismo te habla, sigue las señales celebrada hace unos meses en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de la capital de España.

Además, la especialista destacaba que el desarrollo de alteraciones crónicas de la alimentación en niños con autismo es entre un 3% y un 10% superior si lo comparamos con otros pequeños.

NO TODOS NECESITAN LA MISMA CANTIDAD DE ALIMENTOS

De hecho, algunos de los aspectos que caracterizan a las personas con trastornos del espectro del autismo pueden verse reflejados en su relación con los alimentos. En este sentido, Laura Hijosa Torices, psicóloga de la Federación Autismo Madrid, explica que los niños con TEA tienen dificultades para la flexibilización mental, por lo que les cuesta aceptar cambios en las rutinas y acontecimientos novedosos o imprevistos.

“De ahí su preferencia u ‘obsesión’ por ciertos contenidos, objetos, patrones de ejecución o comidas”, indica.

Estos niños también tienen “dificultades de anticipación”, es decir, problemas para comprender el sentido de una actividad y para deducir qué va a suceder después. “Por ello prefieren un orden claro y ambientes conocidos y predecibles”, precisa.

Asimismo, presentan hipersensibilidad a ciertos colores, formas, texturas o temperaturas, por lo que solo aceptan determinados estímulos. Esto se conoce como hiperselectividad.

“Todos estos rasgos pueden influir en sus hábitos de alimentación, de modo que nos podemos encontrar con un rechazo hacia un determinado tipo de alimento, hacia ciertos utensilios o hacia las novedades en la rutina, entre otras cosas”, detalla Hijosa.

La psicóloga hace hincapié en la necesidad de analizar si existen intolerancias, alergias o alteraciones gastrointestinales, además de tener en cuenta si existe un adecuado patrón de masticación y de deglución.

“También es importante valorar la cantidad de alimento que la persona necesita, pues no todos comemos en igual medida”, subraya.

No obstante, la especialista aclara que cada persona con autismo es distinta y que estos aspectos se manifiestan con maneras y grados diferentes en cada una de ellas, por lo que no existe un patrón común.

Así según la experta, podemos encontrar niños que comen con ansia, otros que se niegan a comer alimentos sólidos, algunos que solo aceptan determinadas comidas, o los que lloran y tienen pataletas a la hora de comer, entre otras dificultades relacionadas con la alimentación.

ALGUNAS IDEAS PARA MEJORAR LA ALIMENTACIÓN

Aunque no existen recetas universales para solucionar estas situaciones, varios especialistas nos ofrecen algunas ideas para mejorar los hábitos alimenticios de los niños con autismo.

Para Nuria Hernando, psicopedagoga y maestra de educación especial, la actitud del adulto es muy importante. “Debe tener unas normas claras y ser muy sistemático a la hora de aplicarlas. Asimismo, ha de mantener un ritmo tranquilo en la comida y, sobre todo, ser paciente”, afirma.

“No dejes que la comida se convierta en un conflicto familiar”, recomienda José Ramón Alonso, investigador del Instituto de Neurociencias de Castilla y León en su blog Unidiversidad. Observaciones y pensamientos.

El científico señala que los padres deben pactar cómo van a actuar durante la comida y es poco recomendable que otros miembros de la familia protesten o que uno de los padres critique al otro delante del niño."Somos un equipo y un equipo nunca discute fuera del vestuario”, destaca.

Además, si el niño se enrabieta con la comida “no se la cambies, no te enfades ni le hagas más mimos de la cuenta. Mantente neutro y que se vaya calmando. Tómalo como un reto donde vas a conseguir logros poco a poco y donde el buen humor es un magnífico aliado”, expone.

Para Laura Hijosa, un aspecto básico es mantener una rutina estable. “Por supuesto, esto es al principio, ya que el objetivo es normalizar la situación”, aclara.

“Pero, como ocurre en cualquier otro aprendizaje, en los inicios es importante darles la seguridad de lo conocido, facilitarles la comprensión de la situación, hacer disminuir su ansiedad y enseñarles cómo hay que actuar”, indica Hijosa.

Así, manifiesta que el uso de fotografías, pictogramas o dibujos puede resultar positivo para anticipar que ha llegado el momento de comer y que hay que colaborar en la colocación de las cosas y sentarse a la mesa.

“También puede ser interesante utilizarlos para indicar cuál va a ser el menú e ir tachando o quitando lo que ya se ha terminado”, recomienda.

Otro de sus consejos es comenzar con el plato menos apetecible para el niño y acabar con el favorito. “Al final de la comida se le puede premiar por el esfuerzo con una actividad que al niño le guste”, expresa.

Cuando haya alguna modificación de la rutina establecida, por ejemplo, ir a comer a otro sitio, “es muy importante informar con anterioridad de este hecho y explicar, incluso con fotos, qué va a suceder, dónde van a ir y con quién”, comenta la psicóloga.

Por otro lado, a la hora de introducir alimentos nuevos, la especialista aconseja empezar por los que más se parecen a aquellos que le gustan e ir realizando aproximaciones sucesivas.

De este modo, “tal vez al principio la tarea consista solo en oler, después en tocar un poquito, luego en probar el sabor, etc. Esto también se debe realizar así para introducir alimentos sólidos”, explica.

Al contrario, Hijosa desaconseja forzar, castigar o regañar, ya que se trata de generar un ambiente positivo.

Sin embargo, la psicóloga indica que todo este esfuerzo no garantiza que el problema vaya a desaparecer, dado que el autismo no se cura. “Pero sí se puede mejorar la situación hasta el punto de lograr su normalización”, sostiene.

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