¿Qué hacer cuando quién te impide el éxito es el amor de tu vida?
Ana, Gabriela y Claudia son tres mujeres con una misión: alcanzar sus metas, cada una en un área diferente de sus vidas. Durante varios meses, ellas pusieron todo su empeño en lograr sus objetivos. Pero a medida que avanzaban hacia el éxito, comenzaron a notar que por cada dos o tres pasos que daban hacia adelante, retrocedían uno o más.
EL MISTERIO DEL PASTEL DE CHOCOLATE
“Cuando me casé con Mario, tenía tan buena figura que incluso algunas personas me decían que podía ser modelo”, cuenta Ana, una agente de seguros de 35 años. “Con la llegada de mis hijos me quedé en casa para dedicarme a ser mamá y comencé a engordar. Al cabo del tiempo, ¡en nada me parecía a la chica de 10 años atrás!”
“Hace seis meses, cuando el más pequeño de mis hijos entró en la escuela, decidí regresar al mundo laboral, pero para ello quería estar en buena forma física y comencé una dieta sana, lo mismo que a hacer ejercicios. Al principio bajé de peso rápidamente y muchas personas empezaron a celebrarme. ¡Los hombres volvieron a mirarme en la calle! Y fue entonces que comenzó mi recaída, por llamarla así. Cada vez que me subía en la balanza, veía con horror que, en vez de adelgazar, ¡había aumentado!”
“Analizando la situación, me di cuenta de que en cuanto comencé a perder peso, Mario empezó a comprar pasteles, refrescos, pastas, y lo más cargado de grasas y calorías que podía encontrar. Y no solo me daba ‘probaditas’ a cada momento, sino que me insistía en que no lo dejara comer solo y compartiera con él. ¡Consciente o inconscientemente, mi esposo estaba saboteando mi éxito! Sé que posiblemente esto se debe a que él se sentía amenazado por el efecto que mi look estaba teniendo en los demás, pero no quiero enfrentarlo ni herirlo. ¿Qué puedo hacer?”.
EL MONSTRUO DE LOS OJOS VERDES
“Yo siempre he trabajado muy duro para lograr una mejor posición dentro de mi empresa”, dice Gabriela, una joven ejecutiva de 29 años. “Mi esposo lo supo desde el mismo día en que nos hicimos novios y estaba de acuerdo en que yo pusiera todo mi empeño en mi carrera, lo mismo que él hace con la suya. El problema es que apenas mi jefe comenzó a prepararme para un mejor puesto, empezaron las dificultades: si tengo que quedarme después de horas en la oficina, él siempre tiene una crisis y debo disculparme con mi jefe. Constantemente me llama a la oficina para que resuelva cualquier tontería que él mismo podría atender, y he notado que cuando llego a casa cansada del trabajo y le cuento algún logro, al otro día está malhumorado y distante, como si me castigara con su indiferencia”.
“Todo esto me está haciendo perder puntos con mi jefe, quien ya me ha insinuado que quizás no tengo la dedicación necesaria para pasar a un puesto de más responsabilidad. Creo que mi marido está celoso de mi éxito y, de alguna manera, me está poniendo trabas. ¿Cómo salvo mi trabajo y mi matrimonio?”.
EL ACAPARADOR
“Cada vez que salgo de la casa de mis padres o de mis hermanos, mi esposo comienza a señalarme todos sus defectos y la forma en que mis familiares me perjudican”, dice Claudia, casada desde hace seis años y madre de un hijo. “De acuerdo con Sergio, mi hermana me lanza indirectas, mi madre no es tan cariñosa conmigo como lo es con ella y mi padre no me ayudó económicamente como lo hizo con mis hermanos... algo que ocurrió ¡hace más de 10 años! En fin, que me recuerda cosas -unas son ciertas; otras, suposiciones suyas- que me hacen sentir mal con mi familia”.
“No puedo tener una conversación con mis hermanos o un día de relajamiento con mis padres, sin que Sergio les encuentre un defecto o, si los defiendo, me acuse de apañar su comportamiento o de preferirlos a ellos. He optado por visitar menos a mi familia, para evitar el ataque de negativismo, pero esto no me hace feliz. ¿Cómo puedo mantener una buena relación con mi familia sin que mi matrimonio se vea afectado?”.
LA PROMESA IMPLÍCITA
Cuando dos personas unen sus vidas, la promesa de ayudarse a realizar sus sueños y de apoyarse en las buenas y en las malas es parte del contrato matrimonial. Sin embargo, a veces es un miembro de la pareja quien ?a nivel consciente o inconsciente? entorpece los planes del otro. El saboteador puede tener diferentes motivos para actuar así, entre los que se encuentran:
- Celos, envidia o inseguridad ante el éxito de la otra persona.
- Falta de confianza o temor al abandono.
- Deseo de controlar o de tener poder en su matrimonio.
- Inseguridad y baja autoestima.
- Resentimiento por el gran sacrificio que tiene que hacer para apoyar a la otra persona.
- Deseo de ser el centro de atención.
- Afán de competir con su pareja... y ¡ganarle a toda costa!
Por suerte, si eres víctima del sabotaje, hay formas de resolver la situación sin crear una crisis matrimonial. Aquí tienes los cinco pasos clave:
1. Reconocer el patrón que utiliza el saboteador para debilitar tu esfuerzo. ¿Se olvida de hacer algo que prometió o lo hace mal, creando problemas? ¿Pone tentaciones en tu camino que acaban con tu fuerza de voluntad? La clave radica en identificar exactamente cuál es el comportamiento nocivo de tu pareja y qué consigue con él.
2. Entender de dónde proviene este comportamiento, pero sin buscar excusas ni disculparlo. Aunque te digas que “solo” se trata de inseguridad o de baja autoestima, no olvides el daño real que te causa.
3. Lo más importante: Tomar nota de cómo reaccionas ante el sabotaje y reconocer tus patrones de conducta. De esta manera, la próxima vez que ocurra podrás actuar a nivel consciente, en lugar de reaccionar por un impulso inconsciente. Ahora puedes decirte: “No tengo que aceptar el pastel de chocolate que me brinda mi marido cuando estoy a punto de llegar a mi peso ideal”. O “no tengo que morder el anzuelo y pelear con él, justo la noche antes de mi presentación en el trabajo. Prefiero mantenerme tranquila y enfocarme en lo que voy a hacer”.
4. Pedir apoyo y cooperación. No acuses a tu esposo de hacerte sabotaje, porque tanto si lo hace a nivel consciente como inconsciente, lo negará y se sentirá resentido, creando más drama en tu vida. Mejor reclútalo para que desee cooperar contigo, haciéndolo un participante activo en tu éxito. Sé específica: “Necesito que me ayudes a bajar de peso; por favor, no me brindes comidas repletas de grasa y de calorías”. De esta manera, sin acusarlo, le dejas saber que estás consciente de su comportamiento y le dices qué esperas de él de ahora en adelante. Lo ideal es que después de esa conversación, busquen la manera de trabajar en equipo para ayudarse mutuamente a lograr sus metas. Pero si él recae, no lo hagas tú; ahora que sabes de dónde surge el problema y cómo se manifiesta, puedes mantenerte firme en tu propósito.
5. Buscar ayuda profesional. Si tu esposo no reacciona como esperas y la situación no mejora, es importante que consulten juntos o por separado a un sicólogo o un consejero matrimonial. Así ambos podrán ventilar sus sentimientos e inquietudes en un ambiente seguro e imparcial, donde los ayuden a convertirse en una pareja feliz que avance unida hacia el éxito.