Semana Santa en el mundo

Semana Santa en el mundo

El mundo católico conmemora estos días su celebración más emblemática, la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo

Cada país tiene sus propias tradiciones a la hora de celebrarlo, desde el dolor inflingido por aquellos que se flagelan y castigan su cuerpo para emular el dolor de Cristo a las representaciones de sus últimos días, o las procesiones. Aunque, la gran mayoría intente disfrutar estos días lejos de su lugar habitual.

En todo caso, hasta los que huyen de las localidades en las que viven tienen que sufrir los inmensos atascos que se producen en las carreteras, creando la imagen de una auténtica peregrinación dolorosa, en la que, desgraciadamente, son muchos los que pierden la vida.

JERUSALÉN, CIUDAD SAGRADA

En Jerusalén, la ciudad sagrada, miles de creyentes cristianos, palestinos y peregrinos de diversos países del mundo se dieron cita en inmediaciones de la Puerta de Santa Ana, una de las siete de la muralla de Jerusalén, para la procesión del Viernes Santo.

Los grupos que participan en la procesión, bajo estrictas medidas de seguridad policial y encabezados por monjes que van explicando las catorce estaciones del Vía Crucis por el Monte Gólgota, recorrieron el calvario hasta la basílica del Santo Sepulcro.

Algunos de los creyentes llevaban cruces de madera para recordar la marcha de Jesús condenado a la crucifixión en el Tribunal de Pilatos, donde comenzó la solemne procesión entre las abigarradas callejuelas y el zoco palestino de la ciudad vieja.

Seis de las estaciones del Camino de la Cruz se encuentran dentro del Santo Sepulcro, a cuya entrada hallaron los que participaron en la marcha de unos dos kilómetros por la colina la loza de color rosa, la Piedra de la Unción de Cristo, según la tradición.

La loza, que los fieles suelen empapar con perfume, se encuentra a pocos pasos del Santo Sepulcro, en la sección de la basílica del tiempo de los Cruzados, conocida como la Rotonda.

EL VATICANO, CENTRO NEURÓLGICO DEL CATOLICISMO

El papa Benedicto XVI, en el Vaticano, comenzó los ritos de la Semana Santa con la tradicional Misa Crismal, donde se bendicen los óleos, y la ceremonia de la Última Cena, en la que el Pontífice lavó los pies a doce hombres, como la tradición cristiana indica que hizo Jesús con sus apóstoles.

Con la Misa Crismal, el Vaticano dio comienzo a las conmemoraciones de la pasión y resurrección de Cristo, el llamado Triduo Pascual, culminación del año litúrgico para la Iglesia Católica.

Por la mañana, Benedicto celebró la Misa Crismal, en la que bendijo el óleo de los catecúmenos, el de los enfermos y el Crisma (aceite y bálsamos mezclados), que le fueron presentados en tres grandes jarras de plata y serán utilizados durante los ritos de esta Semana Santa.

Esta ceremonia esté especialmente dirigida a los sacerdotes, que renuevan sus votos de pobreza, castidad y obediencia. Por ese motivo, Benedicto XVI dedicó la homilía al significado del sacerdocio y, en concreto, este año hizo hincapé en el simbolismo de la ropa utilizada durante la liturgia, como el amito, la camisa, la estola y la casulla.

TRADICIONES EN EL CONTINENTE AMERICANO

En el continente americano, también cada país tiene su propia forma de celebrarlo. En El Salvador, centenares de salvadoreños participaron en la Procesión de los Cristos que tradicionalmente se celebra el Jueves Santo en Izalco, oeste de El Salvador, donde una docena de imágenes recorren las calles.

Los crucifijos, que no miden más de un metro de altura, son propiedad de igual número de cofradías, organizaciones religiosas de origen indígena que desde semanas antes preparan la procesión, en la que abundan las palmas y las flores frescas.

La procesión, que es encabezada por cuatro representantes de cada cofradía, comenzó el jueves santo por la tarde y concluyó el viernes, cuando se junta con el recorrido de la imagen de Jesús Nazareno camino al calvario y otra de la Virgen María.

Cada cofradía porta un distintivo, en una tradición que data desde hace más de 150 años. Izalco está situada a 65 kilómetros de San Salvador, en el departamento occidental de Sonsonate, que se distingue por celebrar una de las más solemnes procesiones en esta época del año, las cuales conservan tradiciones seculares.

En otros lugares del país, incluso en San Salvador, son miles las personas que participan en los actos religiosos y en la mayoría de las poblaciones se mantiene la tradición de elaborar alfombras en las calles con semillas secas, serrín y sal teñidos de vivos colores y gran variedad de flores para el paso de las procesiones.

En México, se representó la obra La Pasión de Cristo en el populoso barrio mexicano de Iztapalapa. Esta obra que se realiza desde el siglo XIX reúne a miles de actores, y atrae a decenas de miles de espectadores cada año.

La Pasión de Cristo se realiza durante varios días en el barrio de Iztapalapa, en el sur de la capital, en escenarios naturales y concluyó el viernes en la cima del cerro de la Estrella, donde se escenifica la crucifixión.

En Cuba, sin días de asueto y sin cambios en la rutina laboral, la liturgia de la Semana Santa y las procesiones, autorizadas por el gobierno comunista de Cuba hace una década después de casi 40 años de prohibición, se han convertido en un reflejo del sincretismo religioso del país.

Este año la Iglesia Católica cubana recibió autorización para celebrar poco más de una veintena de procesiones en toda la isla, en su mayoría durante el Viernes Santo.

A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, en Cuba las procesiones apenas consiguen reunir a unos cientos de católicos, aunque en los últimos años se han sumado a estas celebraciones los seguidores de la religión Yoruba (afrocubana).

Este tipo de expresiones religiosas en las calles quedaron prohibidas en Cuba en 1961, poco después del triunfo de la revolución comunista de Fidel Castro, y se autorizaron de nuevo en 1998, tras la histórica visita del fallecido Papa Juan Pablo II.

En Ecuador, cientos de habitantes de la península de Santa Elena, en el oeste del país, acompañaron a la imagen de Cristo en una procesión hasta el mar, donde se celebra el “Lavado de la Santa Cruz”, en las aguas costeras del Océano Pacífico.

Desde la Iglesia de la ciudad de Santa Elena cientos de feligreses acompañaron el recorrido de seis kilómetros, por la carretera, hasta el balneario de Ballenita, donde los pescadores sumergieron y lavaron la imagen de Cristo en la cruz.

En la procesión participaron personas enfermas, discapacitados, creyentes y curiosos, en un desfile encabezado por curas, monaguillos y personas disfrazadas de soldados romanos para recordar las sagradas escrituras.

En el recorrido, y con casi 38 grados de temperatura a cuestas, los fieles cantaron la historia del Vía Crucis con cánticos religiosos y oraciones, en una caminata de penitencia que supone un acto previo a la procesión del Viernes Santo.

En Ballenita, pescadores sujetaron el pesado madero, de unos cuatro metros de largo, y elaborado de “guasango”, un árbol nativo. La Santa Cruz fue sumergida tres veces en el mar y en cada intervalo los fieles salpicaron con agua el madero para ayudar en la limpieza, con la convicción de que también limpiarán sus pecados.

ESPAÑA, ENTRE LA AUSTERIDAD Y EL COLORIDO

En España, la Semana Santa se celebra de distintas maneras según las tradiciones de cada zona, dando comienzo el Domingo de Ramos (domingo anterior a la resurrección), día que se celebra la entrada de Jesús en Jerusalén. Cada Comunidad tiene sus procesiones estrella. Mientras la austeridad y el silencio caracterizan a las celebraciones de los pueblos castellanos, las celebradas en Andalucía y Levante derrochan luz y color.

Cada procesión es organizada por las distintas cofradías que representan los distintos sectores sociales y profesionales de cada ciudad y tienen su origen en los gremios medievales. Los pasos marchan acompañados de bandas de música y de los miembros de la cofradía que visten con túnicas y encapuchados del color que distingue a la correspondiente hermandad.

En la localidad de San Vicente de Sonsierra, (Logroño, norte de España) se practica una tradición peculiar que desde el siglo XI mantiene los “picaos”, declarados fiesta de interés turístico nacional desde el año 2005.

Cada disciplinante se golpea con la madeja durante unos quince o veinte minutos, en los que se da de unos ochocientos a mil golpes y, cuando termina, la persona que le acompaña durante el rito, denominada “padrino”, le pincha en la espalda unas quince o veinte veces con una esponja que porta púas de cristal, cuyo fin es que brote la sangre, lo que evita la coagulación.

Ello evita al “picao” posteriores molestias y, después, la herida se cura con agua de romero y con un bálsamo cuya receta se transmite de generación en generación entre los “padrinos”.

SEMANA SANTA EN ASIA

En la localidad filipina de San Pedro de Cutud, decenas de miles de personas acudieron el Jueves Santo, como cada año, a esta localidad del norte de Filipinas para revivir en sus propias carnes la Pasión de Jesucristo en el único país católico de Asia.

Todos ellos soportaron estoicamente el intenso calor, el polvo, la sangre procedente de las flagelaciones y la aglomeración para contemplar un rito que finalizó sobre las 13.00 horas (06.00 GMT) en el Gólgota, un montículo a pleno sol donde fueron crucificados en la edición de este año siete hombres.

Además de Filipinas, donde se mantiene el catolicismo por influencia española, India o Indonesia también celebran entre sus pequeñas comunidades católicas la Semana Santa.

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