Freddie Mercury, el gran simulador

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Compositor prolífico, barítono y tenor capaz de alcanzar notas imposibles, Freddie Mercury se convirtió también en la bandera de una lucha que hoy sigue en marcha: la desmitificación del sida.

De blanco, con el pelo corto y el rostro limpio, relajado y sin ningún artificio, Freddie Mercury , de pie, recargado en una rockola, charla con su amigo Rudi Dolezal, periodista y videasta. Dolezal no aparece a cuadro. De él, en la pieza de video llamada The Complete Jukebox Interview, sólo se escucha la voz interrogando a Mercury en la que es, según los registros, la última entrevista que el músico dio. Era 1987. En el video, Freddie habla de dos de los proyectos que, con seguridad, él ya presentía como recta final de su carrera: su álbum solista Barcelona, hecho en colaboración con la cantante de ópera Montserrat Caballé, y el cover de los Platters -The Great Pretender- (El gran simulador), que él acababa de lanzar en la radio en modo solista. ¿Por qué elegiste cantar esa canción?, le pregunta Dolezal, y responde con una conmovedora explicación de lo que él encuentra de sí mismo en esa composición de los años 50: “La mayoría de las cosas que hago son una simulación. Es como actuar. Me subo al escenario y aparento ser un gran macho y todo eso. Y en mis videos voy actuando diferentes personajes. Por lo tanto creo que es un excelente título para lo que yo hago y es adecuado para lo que he hecho. Aunque el significado original de la canción tiene que ver con el amor (con simular en el amor), yo fui un paso más allá. El modo en que lo veo es que siempre estoy fingiendo y todo esto es una ficción. Es sólo diversión”.

Lo que quién sabe si Dolezal sabía es que en ese momento, Freddie Mercury estaba ejecutando su papel de gran simulador. De ningún modo mentía con lo que decía en la entrevista y tampoco estaba utilizando un disfraz, pero en su interior se estaba librando una batalla ante el desconcierto y la confusión que provocan las malas noticias. En la cima del mundo, en 1987 Freddie recibió un diagnóstico desolador: tenía sida , enfermedad que en aquel tiempo nadie (ni los médicos ni los medios ni las familias ni los afectados) sabía cómo afrontar.

“La mayoría de las cosas que hago son una simulación. Es como actuar. Me subo al escenario y aparento ser un gran macho”.

(Fotos: Getty Images)

Como una bomba

“Creo que Freddie llegó a un punto en la vida en el que se pensó invencible”, confesó su amiga (y a quien él llamaba el gran amor de su vida), Mary Austin al Daily Mail en 2013, al hablar de cómo enfrentaron el padecimiento del artista. “Se convenció a sí mismo de que la estaba pasando bien y, en parte, quizá sí. Pero no creo que eso fuera del todo cierto”. Según Austin y otros de sus allegados, antes de ser diagnosticado, Freddie había vivido años descontrolados en los que las fiestas eran el pan de cada día. Famoso por su gran apetito sexual y por su promiscuidad (asuntos sobre los que le encantaba bromear y alardear, como la vez que dijo “cada vez que voy a Nueva York me vuelvo una p*ta, ¡es la ciudad del pecado con P mayúscula!”), casi de un día para otro se convirtió en un ser aislado, un fugitivo del ojo público. Esta conducta detonó una infinidad de rumores sobre su salud. Su familia y amigos fueron acosados por la prensa, pero ellos negaban que algo iba mal.

Freddie Mercury, el gran simulador

Y es que, ¿cómo que Freddie Mercury no era invencible? Uno ve sus performances y es imposible, incluso, imaginarlo con una gripe. Freddie era, además de fuerte e imponente, una prueba viviente de que uno siempre puede conseguir lo que quiere. “No voy a ser una estrella”, decía, "¡voy a ser una leyenda! ¡Quiero ser el Rudolph Nureyev del rock’n&roll” Lo logró con perseverancia. “Al principio estaba bastante preparado para pasar hambre, lo cual llegó a suceder”, confesó una vez, “así que puse todo mi empeño en intentarlo. Debes creer en ti mismo, sin importar cuánto tiempo necesites”. Estas palabras fueron registradas en el libro Freddie Mercury, su vida contada por él mismo, realizado gracias a las entrevistas hechas por los autores Greg Brooks y Simon Lupton, las cuales dejaron ver su carácter tenaz y enorme ambición: "[Cuando formamos Queen ] Esperábamos llegar a lo más alto y no íbamos a contentarnos con menos. Sabía que lo teníamos todo en términos musicales. Éramos lo suficientemente originales y empezamos a demostrarlo”. Parecería que, en un parpadeo, había conseguido su sueño y convertido en el imparable hombre supersónico de “Don’t Stop Me Now”, canción de su autoría lanzada en 1978. Antes de que Queen obtuviera su primer contrato discográfico, él ya había intentado estar en otras bandas. Tocaba, primero, como un hobbie para relajarse después de sus estudios de diseño gráfico en la escuela de arte Ealing, en Londres, a la que había llegado a vivir a los 18, luego de pasar casi toda su niñez y adolescencia en India.

Lo contaba así: “Fui a la facultad de Bellas Artes con la intención de conseguir mi diploma, lo cual ocurrió, y que luego me convertiría en un ilustrador, esperando ganarme la vida como artista freelance. La música era siempre algo secundario, pero, de alguna manera, fue tomando más terreno. Cuando acabé mis estudios, estaba harto de eso. Pensé: ‘No creo que pueda ganarme la vida con esto porque mi mente no se conecta’. Así que pensé en pasarla bien con la música un rato”. A primera vista no tuvo suerte con las bandas en las que estuvo antes de Queen, pero a veces, lo que parece un fracaso es una victoria. Su primera banda fue Ibex, que se encontraba ya conformada y a la que llegó como cantante luego de que Smile lo rechazara. En Smile tocaban el guitarrista Brian May y el baterista Roger Taylor , quienes, tras el fracaso decidieron probar suerte tocando con Mercury. El resultado de esa reunión no se vio sino tiempo después. Freddie buscó pertenecer a otra banda y entró a Sour Milk Sea, que sólo duró unos cuantos meses. Justo en ese momento, Smile se quedó sin vocalista y May y Taylor pensaron de inmediato en él, quien no dudó en unírseles.
Para marcar su nueva etapa, Freddie sugirió cambiar el nombre a Queen y al final consiguió que aceptaran. Pero, ¿por qué Queen? Alguna vez lo explicó: “Era muy majestuoso y sonaba espléndido. (...) Por supuesto era consciente de las connotaciones gay, pero esa era sólo una de sus faceta”.

Las mieles del éxito

Así como el nombre, la música que comenzaron a producir fue potente, universal e inmediata. Queen logró su configuración definitiva un año después y Freddie hizo un logo inspirado en el escudo real, con símbolos de los signos zodiacales de cada miembro de la banda. En 1973, Queen publicó su primer álbum homónimo. En 1975 lanzaron el disco A Night at the Opera, que contenía el superéxito Bohemian Rhapsody, compuesta por Mercury y considerada una de las mejores canciones del siglo XX. (Foto: Getty Images)

El nacimiento

El joven que fundó Queen no era Freddie Mercury. Era un tal Farrokh Bulsara, quien nació el 5 de septiembre de 1946 en Zanzíbar, colonia inglesa que hoy le pertenece a Tanzania . Hijo de Bomi y Jer Bulsara, y hermano mayor de una pequeña llamada Kashmira. Bomi trabajaba para la Secretaría de Estado para las Colonias y pensaba que una educación al estilo británico era la mejor, de modo que cuando éste cumplió ocho años, lo envió a un internado en Pachgani, ciudad de India cercana a Bombay. Ahí, a Farrokh comenzaron a llamarlo “Freddie”. Empezó a mostrar talento para tocar instrumentos musicales. Lo de su habilidad para cantar lo sabía desde más pequeño, pues lo hacía en las fiestas de sus padres. “Me decía que le gustaba cantar porque nos hacía felices”, recuerda su madre, Jer Bulsara, en el documental Freddie Mercury, the Untold Story (2000). Freddie volvió con ellos a su natal Zanzíbar a los 15, pero sólo estuvo ahí hasta los 18 cuando estalló la guerra. Era una época turbulenta, por lo que huyeron a Londres para asegurarle un mejor futuro a sus hijos. Fue ahí donde se encontró con el rock. Su madre recuerda haberle reclamado cuando se dejó el pelo largo. “¡Así lo usa todo mundo, mamá!”, le dijo él. Otro de los pasos que dio en su carrera fue cuando, a la par del nacimiento de Queen decidió cambiarse el nombre. Cuenta el guitarrista Brian May que un día, trabajando en la canción “My Fairy King”, Freddie se detuvo en un párrafo donde se mencionaba a una ‘madre Mercury.’ Me dijo: “Me voy a convertir en Mercury. Yo le dije ‘ok’ y pensé '¿está loco o qué'?. Pero lo decía en serio. Creo que eso lo ayudó a asumir esta piel distinta que tenía en el escenario (...) Para los más cercanos, el tímido joven Bulsara seguía ahí, pero para el público estaba este otro personaje, que era como un dios”.

“Ardo a través del cielo a 200 grados, es por eso que me llaman Señor Fahrenheit”.

(Fotos: Getty Images)

El amor de su vida

Tras la muerte de Freddie, en 1991, su amiga Mary Austin heredó la mayor parte de su fortuna y mansión. Fue una sorpresa; él había pasado los últimos seis años en una relación con el peluquero irlandés Jim Hutton, quien decidió permanecer junto a él aun en los momentos más duros. Pero por más constante que fuera Jim (a quien dejó 500 mil libras esterlinas), sólo había un gran amor, y era el que tenía por Austin. La conoció a inicios de los 70 gracias a Brian May, con quien vendía ropa a un mercado del barrio de Kensington.

De origen humilde, era una chica trabajadora que tenía en común con Freddie una tremenda timidez. “Me parecía muy seguro de sí mismo, tenía esta imagen alocada, salvaje. Un día por fin me invitó a salir y poco después ya vivíamos juntos”. Su relación duró seis años. Pero al final, las cosas se estaban enfriando. Él empezaba a hacerse famoso y, aunque a ella le causaba felicidad, también le daba temor. Pronto, pensaba, él empezaría a engañarla con sus admiradoras. Eso circulaba por su mente el día que él le dijo que tenía que hablar con ella. “Soy bisexual”, le dijo él. “Yo creo que eres gay”, respondió ella. Y ambos sintieron alivio. Se separaron, pero nunca a nivel emocional. Mary tuvo la complicada misión de hacerse cargo de sus restos. “Un día, después del desayuno me dijo ‘ya sé dónde quiero que me pongas, pero nadie debe saberlo porque no quiero que me vayan a desenterrar, sólo quiero descansar en paz’”. Tras su muerte, Mary tardó dos años en librarse de las miradas públicas para cumplir los deseos de su amigo y, hasta hoy, nadie más sabe dónde están las cenizas del cantante.

“Hubiera preferido morir yo primero. Que él me extrañara, en lugar de estar extrañándolo tanto a él”. - Mary Austin, respecto a Freddie

(Foto: Getty Images)

La consumación

El 23 de noviembre de 1991, en los diarios se pudo leer un comunicado estremecedor enviado por Mercury a los medios: “Siguiendo la enorme conjetura de la prensa de las últimas dos semanas, es mi deseo confirmar que padezco sida. Sentí que era correcto mantener esta información en privado hasta el día de la fecha para proteger la privacidad de los que me rodean. Sin embargo, ha llegado la hora de que mis amigos y seguidores conozcan la verdad y espero que todos se unan a mí y a mis médicos para combatir esta terrible enfermedad. Mi privacidad ha sido siempre muy importante para mí y soy famoso porque prácticamente no doy entrevistas. Esta política continuará". Al día siguiente, a los 45 años, murió debido a una bronconeumonía. En el encabezado del Daily Star se leía: “Sida mata al rey del rock. El mundo de la música está de luto por el cantante superestrella de Queen”. Murió entre los brazos de su novio Jim y de su asistente Peter Freestone, quienes notaron que su cuerpo había dejado de moverse. El cantante había sufrido complicaciones y fuertes dolores durante la madrugada. Según los rumores, se encontraba en un estado deplorable luego de años de lucha y no había nada más que hacer. Un año después de su muerte, los miembros de Queen fundaron la organización Mercury Phonenix Trust, que apoya la lucha contra el sida en el mundo y que trabaja hasta el día de hoy. Hasta el año 2002 (11 años después de su muerte) Freddie siguió siendo uno de los 100 británicos más influyentes, a decir de la BBC. En una encuesta hecha por el diario The Sun, la gente lo eligió como “el máximo dios del rock”. A pesar del paso de los años de su muerte, Mercury sigue vivo. (Foto: Getty Images)

Por Mónica Isabel Pérez
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