En el Viejo Continente, sentarse a la mesa es un momento para disfrutar
Para los europeos, comer no es alimentarse o saciar su apetito, sino parte vital de su cultura y tradición. El almuerzo en familia es muy importante, con un primer y segundo platos como mínimo, acompañados de un buen vino.
El primer plato, o aperitivo, es pequeño y su propósito es “abrir” el apetito, pero no llenarnos.
El plato principal es más importante y puede ser una carne con papas, cordero o pollos asados, un guiso de mariscos, un pescado, etc.
La ensalada (en Francia) es el próximo plato, pues “limpia” el paladar, y después sirven fruta, quesos y postre.
En la noche, la cena en el hogar es pequeña, aunque no menos elaborada, y puede incluir pescado o pollo asados con vegetales o una sopa y ensalada. La cena en un restaurante es toda una ceremonia con una larga sobremesa.
Por supuesto, un buen pan siempre acompaña una comida europea, pues absorbe las ricas salsas de los guisos.