Hace 68 años se produjo uno de los encuentros más glamurosos de la historia contemporánea: Marilyn Monroe, la indiscutible reina de Hollywood, conoció a la reina Isabel II de Inglaterra.
¿Pero cómo fue este encuentro entre dos de las personas más famosas del mundo? Hoy exploramos esta reunión que causó un gran revuelo mediático en su momento.
¿Cómo fue el encuentro entre la reina Isabel II y Marilyn Monroe?
Marilyn e Isabel se conocieron un 29 de octubre de 1956, en el Empire Theatre de Leicester Square en Londres, en el preestreno de la película The Battle of the River Plate. Ambas tenían 30 años cuando se vieron por primera vez, y su encuentro dio mucho de qué hablar, ya que ambas representaban mundos completamente distintos.
Por su parte, Monroe, con su aura de sensualidad y glamour, era el máximo emblema cinematográfico de la época; mientras que la reina Isabel, con su porte sobrio, estaba en su papel como símbolo de la monarquía británica.
En ese entonces, el encuentro pudo darse ya que Monroe justo se encontraba en Londres rodando el filme El príncipe y la corista, y asistió al evento acompañada de su entonces esposo, el dramaturgo Arthur Miller.
Para la ocasión, Marilyn eligió un vestido dorado de seda con escote en forma de corazón, ceñido al cuerpo y con tirantes finos. Un diseño sumamente criticado, ya que rompía con las estrictas normas de vestimenta del protocolo real, las cuales no permiten los escotes pronunciados en presencia de la reina. En tanto que Isabel lució un vestido de gala negro y una tiara verde esmeralda.
El momento del saludo fue breve pero intenso. Marilyn hizo una reverencia, extendió su brazo y, al incorporarse, se encontró con la mirada de la reina, quien la observó de arriba abajo. La actriz, visiblemente nerviosa, correspondió con una sonrisa y un gesto similar. Según testigos, Marilyn se humedecía constantemente los labios con la lengua, un tic que evidenciaba su ansiedad.
A pesar de la aparente transgresión del protocolo, la reina Isabel II no mostró desaprobación pública. De hecho, años después, la monarca expresó simpatía por Marilyn, señalando que la actriz le pareció “una persona muy dulce” y que se sintió apenada por su evidente nerviosismo.
Este encuentro, aunque fugaz, simboliza el choque y la fusión de dos mundos: el del glamour hollywoodense y el de la tradición monárquica. Marilyn Monroe, con su carisma y autenticidad, dejó una buena impresión en la reina y en todos los presentes. Y aunque rompió el protocolo, lo hizo con la elegancia y el encanto que la caracterizaban, convirtiendo aquel día en un capítulo inolvidable de la historia del siglo XX.