Jorge VI: el rey tartamudo que lideró una guerra

Jorge VI: el rey tartamudo que lideró una guerra

El padre de la actual reina Isabel II pasó a la historia por sus problemas para hablar


Pocos personajes de la realeza son capaces de captar la atención del mundo como lo hizo el rey Jorge VI del Reino Unido. Él no solo pasó a la historia por su importante papel como representante de una nación, sino también por una peculiaridad en el habla que a continuación te contaremos.

Albert Frederick Arthur George, nacido en Sandringham House el 14 de diciembre de 1895, se convirtió en rey del Reino Unido el 11 de diciembre de 1936, cambiando su nombre a Jorge VI. Él también fue el último emperador de la India (hasta el 14 de agosto de 1947), y el primer jefe de la Mancomunidad de Naciones.

Para empezar, la llegada al trono de Jorge VI fue un poco controvertida, ya que era su hermano mayor, Eduardo, quien debía tener ese puesto.

Eduardo ascendió al trono tras la muerte de su padre en 1936. Sin embargo, menos de un año después, anunció sus intenciones de casarse con una estadounidense plebeya, Wallis Simpson. En ese momento, Eduardo no podría continuar siendo rey si elegía matrimoniarse con Simpson, quien se había divorciado en dos ocasiones. A Eduardo no le importó perder la corona y abdicó el 11 de diciembre de 1936 para poder casarse con Wallis. Entonces, inesperadamente, Jorge VI subió al trono como tercer monarca de la Casa de Windsor.

Pero esto parecía ser una jugada de la vida pues Alberto Frederik, quien en ese momento era duque de York, desde que nació llevó a sus hombros la pesada carga de quedarse frenado por un problema del habla: la tartamudez.

El próximo rey, se quedaba perplejo y sin habla ante sonidos como la ?k?. En 1936, cuando se enteró de que iba a ser rey, estaba sumido en la paradoja de ser un monarca incapaz de decir palabras como “duque”, “York”, o “rey”.

Para empeorar las cosas, el rey Jorge VI llegó al trono en el apogeo de los medios masivos. A diferencia de sus antecesores, él podía -y se esperaba que lo hiciera- hablar a toda la población por la radio o, cuando asistiera a eventos, sus discursos quedarían inmortalizados en la deslumbrante tecnología de las cámaras de cine.

En algunos archivos se preserva su imagen, cuando aún era duque, luchando por pronunciar cada palabra; en su rostro, la agonía de cada segundo de prolongado silencio.

Por si esto fuera poco, a Alberto Frederik le llegó la corona en un momento su crucial para su país, pues se encontraba en pleno apogeo la Segunda Guerra Mundial.

Sus súbditos, en general, lo tenían por débil e inestable; su familia no esperaba que llevara jamás la corona; para los nazis era, sencillamente, un monigote. En sus alocuciones radiales en inglés, los alemanes se referían a él como ‘el rey tartamudo’.

La solución

Ante toda esa lluvia de grandes cambios, el entonces duque de York, decide ponerse en manos de Lionel Logue, un logopeda, profesor de dicción y de teatro en su tiempo libre. Un hombre peculiar que se caracterizaba por sus excéntricos planteamientos y metodologías, que iban en contra de los principios tradicionales de la sociedad británica y de su mentalidad conservadora.

Nacido en Australia, Lionel, quien tenía experiencia en clases de oratoria, llegó a Inglaterra en 1924. Dos años más tarde, abrió su consultorio en Harley Street, en Westminster, Londres, donde conoce a Jorge VI.

La relación entre Lionel y Jorge VI fue más allá de lo profesional; de hecho, el logopeda está presente en todos y cada uno de los momentos decisivos de Jorge VI, como en su coronación, el 12 de mayo de 1937 en la Abadía de Westminster.

Ese respeto mutuo influyó en la concepción que Jorge VI tenía de sí mismo. El hombre que prefería no hablar ante el pánico por miedo a hacer el ridículo, comenzo a tener la firmeza y carisma gracias a Lionel.

Lionel Logue era un maniático de la compostura. Es gracias a sus detallados registros como sabemos cuándo y cuántas veces se reunió con el rey, desde el momento mismo en que fue contratado, cuando en su tarjeta de citas anotó: “Alberto, Duque de York”. Logue describió al nuevo rey como “nervioso” y aseguraba que tendía “mecánicamente” a cerrar la garganta; por eso trató su problema con métodos más psicológicos que fisiológicos y a menudo acudía al uso de chistes, canciones y hasta groserías.

El gran progreso que logró Lionel en Jorge VI provocó que el rey cimentara su papel como símbolo de la resistencia al avance del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. La imagen del rey quedó tan bien trabajada que se ligó a la causa nacional que, en 1945 y cuando llegó la hora de celebrar la victoria, la multitud desembocó en Buckingham, a los gritos de “Queremos al rey”. Jorge VI salió, entonces, triunfal, al balcón del palacio, en compañía de su primer ministro, Winston Churchill.

Incluso, la batalla de Jorge VI contra la tartamudez es el eje narrativo de The King’s Speech (El discurso del rey), una película estrenada en 2011 que ganó el Oscar en las categorías de Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Guión Original y Mejor Dirección.

El rey Jorge VI murió a consecuencia de un cáncer de pulmón en Sandringham el 6 de febrero de 1952, y fue enterrado en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Lo sucedió su hija, y por entonces princesa, Isabel.

NO TE PIERDAS:

Felipe de Edimburgo, el eterno compañero de la reina

¿Qué pasó cuando Isabel II descubrió que iba a ser reina?

¿Por qué la reina Isabel II regala dinero en Jueves Santo?

¡Esto es lo que podría suceder el día que muera la reina Isabel II!

Todo lo que come y bebe la reina Isabel II en un día

Relacionado