La majestuosa corona imperial

La majestuosa corona imperial

La corona representa la tradición y el poder del imperio británico

Isabel Alejandra María Windsor nació el 21 de abril de 1926 y fue bautizada en la Sala de Música del palacio Buckingham por Cosmo Lang, entonces arzobispo de York. ¿Quién le hubiera dicho a la pequeña Lilibet que ceñiría la corona Imperial durante más de seis décadas?

Todo por el amor de su tío Eduardo VIII, el príncipe de Gales, por una divorciada. De haber vivido en otro momento o haber tenido Eduardo el carácter y la tenacidad del príncipe Carlos, y Wallis Simpson haberse parecido más a Camilla Parker-Bowles, quizás otra persona estaría reinando en la actualidad; otra hubiera ceñido sobre sus sienes la impresionante corona imperial.

Esta tiene 2,868 diamantes, 273 perlas, 17 zafiros, 11 esmeraldas y 5 rubíes. Algunas de estas gemas tienen historia propia: el zafiro del anillo de Eduardo el Confesor; el rubí del Príncipe Negro; el diamante Cullinan II, la Estrella de Africa menor. Por lo general, se usa al final de las coronaciones, pero no durante la ceremonia porque pesa demasiado.

La reina Victoria, para quien fue hecha en 1838, fue la única en llevarla durante su coronación. La otra ocasión en que se usa la corona es en la apertura anual del Parlamento. Dice un cortesano inglés que ese día Isabel se ciñe la corona un par de horas antes para acostumbrarse. Con ella colocada se sienta a desayunar y a leer los diarios.

Ahora comprendemos mucho mejor la rigidez al andar, y probablemente el motivo por el cual no se le vea sonriendo en el momento que lleva a cabo sus responsabilidades soberanas.

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