¿Ha perdido Mónaco su glamour?

¿Ha perdido Mónaco su glamour?

La época dorada de Rainiero y Grace quedó atrás... Alberto y Charlene no logran ser un imán para el mundo, y los Grimaldi más deseados -los hijos mayores de Carolina- ¡no viven en el principado!

¿Qué está pasando en el principado?, se preguntan quienes adoran el mundo de la realeza. ¿Ha perdido Mónaco ese esplendor que tanto ha fascinado durante muchos años?

Todo ha cambiado desde los tiempos en que el minúsculo principado era el lugar más glamoroso del mundo. La encantadora época comenzó a finales de los años 50, cuando Grace Kelly y Rainiero se convirtieron en los príncipes ideales, estilo “cuento de hadas”. La prensa y la televisión publicaban diariamente increíbles imágenes de la bella princesa en grandes fiestas, vestida con fabulosos trajes y peinada por el estilista Alexandre, de París. Fueron años de lindas fotos familiares en los jardines del palacio, en que la pareja aparecía con sus tres hijos: los príncipes Carolina, Alberto y Estefanía. Y cientos de famosos -el quién-es-quién de la jet set- desembarcaban en sus gigantescos yates en el puerto de Montecarlo, y después los veíamos jugar en el casino o bailar en el célebre club Jimmy’z, de Regine. Era un encuentro de personalidades de todo el planeta: los multimillonarios armadores griegos Aristóteles Onassis -en su yate Christina- y Stavros Niarchos; los Revlon, los Kennedy (entre ellos Jackie Kennedy y su hermana Lee Radziwill); la cantante María Callas; el imponente Aga Khan y su familia; cientos de aristócratas internacionales y los artistas de cine más famosos del mundo. Por supuesto, era un mundo de excesos que en el siglo XXI ha cambiado mucho, pero que nos hacía vivir una especie de telenovela fascinante y muy entretenida.

Y cuando las princesas Carolina y Estefanía comenzaron a hacer de las suyas, enamorándose, desenamorándose, casándose y divorciándose a su antojo, Mónaco seguía siendo muy glamoroso y los chismes eran continuos. Carolina y Philippe Junot. Carolina y Stephano Casiraghi. Carolina y sus hijos. Carolina viuda. Carolina y el príncipe Ernesto de Hannover... Estefanía y sus guardaespaldas. Estefanía y sus amores con hombres de circo. ¡Hubo tragedias y traiciones que dieron de qué hablar y llenaron muchas páginas! En medio de todo eso, también ocurrió la trágica muerte de la princesa Grace en 1982.

La muerte del príncipe Rainiero y el cambio de vida de sus herederos, incluyendo el matrimonio del príncipe Alberto con Charlene Wittstock (quien proyecta una imagen fría), además de la poca relevancia de la princesa Carolina en Mónaco y la imagen de Estefanía dedicada a ser solo madre de familia han afectado el principado. Los Grimaldi no logran captar el interés del mundo como cuando Mónaco era el centro del universo de la realeza. Ahora, toda la atención la tiene el Reino Unido, gracias a la popularidad de los príncipes Kate y William.

Imagen izquierda: Una linda foto familiar: los príncipes Rainiero y Grace con sus tres hijos: Carolina, Alberto y Estefanía. A la derecha: Carolina, Alberto con su esposa, Charlene, y Estefanía en el baile de la Cruz Roja, en el Sporting Club de Montecarlo, en el 2011.

Muchos se preguntan si los hijos de Carolina -Andrea, Pierre, la bella Carlota y la pequeña Alexandra- podrán traer un nuevo glamour a Mónaco. Andrea acaba de comprometerse con su novia, la colombiana Tatiana Santo Domingo (nieta del multimillonario Julio Mario Santo Domingo) y la boda está programada para 2013. Pierre, por su parte, es novio de la aristócrata Beatrice Borromeo. Los noviazgos de los dos hermanos han durado años y ellos nunca han mostrado interés en ser imágenes de Mónaco e, incluso, muchas veces no asisten a las fiestas famosas del principado.

En cuanto a Carlota -a quien conocí recientemente y me asombró que en fotos es más bella que en persona- tampoco parece que tomará la antorcha de su madre para relevarla en el mundo de los ricos y famosos. Me dio la impresión de que Carlota es tímida. Muy linda, sí, pero sin esa belleza ra diante que luce en las fotos (aunque cueste creerlo). Observándola con detenimiento, la vi un poco encorvada, como si quisiera vivir “escondida”. Su madre y su tía Estefanía tienen una postura excelente, muy importante para proyectar belleza y seguridad. Carlota, además, es una chica mo derna, muy de su época, y ha demostrado claramente que no le interesa ser imagen de Mónaco como su madre, aunque sí lo es de Cartier y acude a los eventos de la famosa joyería, y también de la firma Gucci. En estos momentos Carlota vive para el amor, especialmente el amour fou por su ya oficial novio, el maduro actor Gad Elmaleh. La relación la hace pasar largas temporadas en París, junto a Gad, y muy lejos de Mónaco, pues la pareja ya no se esconde de los fotógrafos y recientemente se vio junta en el set de la película L'écume des jours, que Gad filmaba en las calles de la capital francesa.

En cuanto a la princesa Alexandra -su padre es el príncipe Ernesto de Hannover, quien, aunque no está divorciado todavía de Carolina, ya no es parte de la vida del principado- aún es muy pequeña y nadie sabe si le interesará o no participar activamente en Mónaco. Solo queda poner el futuro de Mónaco en los hijos de Estefanía, lo que resulta casi imposible, porque han crecido llevando una vida muy sencilla, aunque Paulina es una conocida deportista. Los otros dos, Luis y Camille, llevan una existencia muy discreta. Finalmente, quedan los posibles hijos futuros de Alberto y Charlene, aunque habría que esperar al menos 20 años para ver el resultado.

Mónaco sigue interesando al mundo, claro está, pero a pesar de la enorme campaña de publicidad que han lanzado para promover el turismo, Alberto y su nueva princesa no logran ser el “imán” que necesita el principado. Por eso muchos piensan que tal vez la esperanza de volver a llamar la atención esté en los hijos que Alberto tuvo antes de su matrimonio: el pequeño Alexander y Yazmín Grace. O que Carlota haga una gran boda con Gad. O que la bella Carolina, quien era la “estrella” de Mónaco, se vuelva a enamorar, dando a los paparazzi una buena razón para convertirla de nuevo en irresistible noticia.

Imagen superior: Los príncipes Rainiero y Grace de Mónaco llegan a un baile en la Opera de Montecarlo, en 1966.


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