Brabante, esencia de Van Gogh

Brabante

Campos de verano listos para la siega, labradores, flores y bosques son temas centrales en la obra de Vincent Van Gogh y fueron los paisajes de su infancia en la región holandesa

Las imágenes que quedan impresas en la retina durante la infancia nos acompañan el resto de la vida. Los paisajes, los rostros entre los Vincent Van Gogh creció, en su Holanda natal, no le abandonaron a lo largo de su breve pero prolífica carrera artística, aunque con los años y su llegada a Francia su trazo se hizo más osado y sus colores más vitales y desbordantes.

Entre idas y venidas -en sus 37 años vivió en 38 lugares de cuatro países- el artista pasó media vida en la región holandesa de Brabante (sur), donde creció su amor por la gente corriente, los campesinos, la naturaleza y el campo.

Brabante cumple a la perfección con los mejores tópicos holandeses: llanuras, bosquecillos, molinos, tonos verdes en primavera y ocres y tierra en invierno. Un lugar ordenado y donde la naturaleza importa no solo para cuidarla sino también para vivirla y a los holandeses les gusta hacerlo en bicicleta.

Uniendo arte y amor por la naturaleza el viajero puede embarcarse en un tour en bicicleta por los lugares en los que el artista encontró inspiración. La ruta Van Gogh cubre 335 kilómetros que, con salida en Eindhoven, recorre las localidades y los campos de Zundert, Tilburg, Etten-Leur, Nuenen y ‘s-Hertogenbosch.

ZUNDERT, DONDE EMPEZÓ TODO

El 30 de marzo de 1853 llegó al mundo Vincent van Gogh, un niño de pelo rojo, reflejo de lo que sería una personalidad inquieta, genial, atormentada y apasionada a partes iguales, marcada por la locura, uno de los grandes de la pintura universal cuyo arte no fue reconocido en vida.

Van Gogh nació en Zundert el mismo día y un año después que su hermano Vincent, quien había muerto y del que heredó el nombre. Allí vivió sus primeros años entre el hogar familiar y la cercana iglesia en la que ejercía su padre, el pastor protestante Theodorus.

Pero fue en el huerto donde trabajaba su madre Anna donde surgió una fascinación por la naturaleza que luego llevaría a sus cuadros.

Donde estaba esa gran casa hoy se levanta el centro de arte Vincent Van GoghHuis, que ofrece un recorrido por los primeros años del artista, concebido como si del hogar familiar se tratase y con un montaje audiovisual que guía al visitante a través de las palabras del pintor.

“La naturaleza nos canta con colores imposibles"; “la naturaleza es la verdad absoluta, fuerte, explosiva"; “los campesinos tienen todo el interés del mundo” son algunas de las frases de Van Gogh, quien durante toda su vida mantuvo una gran correspondencia epistolar con su familia, especialmente con su hermano Theo, quien le apoyó incluso económicamente durante toda su vida.

La infancia del autor de “Los girasoles” transcurrió a unos pocos pasos de la iglesia de su padre, un edificio hoy rehabilitado y en el que aún se conserva la pila donde fue cristianado el pequeño Vincent, que durante años intentó seguir los pasos de su padre, pero el amor por la pintura se impuso a esa vocación.

Junto a la iglesia, la casa del sacristán se ha reconvertido en un laboratorio donde artistas jóvenes pueden pasar unas semanas alojados y desarrollando sus trabajos, en muchos de los cuales se ve una clara influencia del holandés y sus paisajes.

Y para ello basta con recorrer en bicicleta las pulcras carreteras secundarias holandesas, adentrarse en paisajes rurales, donde los campesinos siguen trabajando la tierra y perderse por un entramado de caminos que llevan sin dificultad desde frondosos bosques a campos de fresas, tierras de labor o las típicas vacas que observan al paseante desde cualquier punto del recorrido.

LA INSPIRACIÓN DE SUS PRIMERAS OBRAS

Los inicios de Van Gogh en la pintura tienen al menos dos escalas en su Brabante local, Tilburg, donde asistió al instituto y recibió sus primeras lecciones de dibujo, y Etten, a unos kilómetros en bicicleta, y lugar fundamental en la trayectoria del artista.

En agosto de 1880 y con 30 años, Van Gogh, fracasado como marchante de arte, como profesor y en su intento de ser pastor protestante, toma una gran decisión: dedicarse únicamente a pintar.

Al año siguiente regresa con su familia a Etten, donde monta un estudio y trabaja sin descanso en dibujos basados en la vida de obreros y campesinos. De aquellos años son dibujos como “Chico cortando hierba con una hoz” y “Hombre sentado ante el suelo”.

Allí, rodeado de un paisaje que aún hoy guarda algo de rural y con los reconocibles molinos holandeses a pie de río, el autor de “La noche estrellada” encontró sus primeros modelos y sentó las bases para su obra posterior. Pero tras un desengaño amoroso y debido a las tensas relaciones con su padre, se mudó a La Haya en 1882, para volver a Brabante tan solo un año después.

NUENEN, UN ENCLAVE ESENCIAL

Siguiendo los pasos de su familia, el pintor recaló en Nuenen, donde campesinos y obreros acogieron afablemente al “hombrecillo pintor”, como le llamaban y que algunos tomaban por un poco loco. De hecho, hacía años que Van Gogh había dado muestras de desequilibrio mental, que con el tiempo le llevaría quitarse al vida.

Nuenen fue un lugar fundamental en su carrera. Allí pintó un tercio de sus obras y pasó su tiempo dando largos paseos por los campos para sumergirse en sus paisajes. Abedules, brezo, tilos, algunos saúcos salpicados, una explosión de naturaleza tranquila espera al ciclista que puede descubrir en algún recodo del camino casas antiguas que guardan las reminiscencias de aquellas en las que vivían los agricultores a finales del diecinueve.

Pedaleando por los caminos que cruzan los bosques se llega al molino de agua de Opwettesen, que hoy alberga un agradable restaurante y que fue inmortalizado por el artista en uno de sus innumerables trabajos realizados en Nuenen.

La localidad guarda con celo todo lo que se refiere a su habitante más ilustre. Paseando por ella hay una veintena de puntos que señalan los lugares en que vivió, tuvo relación o pintó, como la iglesia donde predicó su padre y que inmortalizó en un cuadro para su madre. Basta con accionar el audio que contienen los postes informativos para oír en palabras del artista su relación con el lugar que el viajero tiene ante sus ojos.

Pero el sitio que mejor condensa la esencia del artista en Nuenen es el centro de interpretación Vincentre, donde sumergirse en su obra a través de interesantes montajes audiovisuales, así como reproducciones del ambiente de la época y sus obras.

Tras años de estudiar y conocer a los campesinos, Van Gogh pintó en Nuenen la que se considera su primera gran obra, “Los comedores de patatas” (1885), una escena de labradores humildes alrededor de una mesa compartiendo comida y café. “Es un cuadro de campesinos con olor a tocino, a humo, a patata, como debe ser” relata el autor en el montaje que muestra el Vincentre sobre su elaboración.

La ruta Van Gogh puede acabar en ‘s-Hertogenbosch, con su catedral gótica y sus canales subterráneos formados por el río Binnendieze que proporcionan un sorprendente paseo en barca.

La ciudad alberga el Museo Noordbrabants, el único de la región donde pueden contemplarse cuadros del artista, todos de su primera época, entre ellos un autorretrato o algunos estudios previos para “Los comedores de patatas”. Lienzos donde predominan los colores fríos y oscuros, típicos de los días de lluvia holandeses, aunque con un gran dominio de la luz.

A Vincent van Gohg se le encuentra en muchos rincones del Brabante, pero su figura y su obra será el centro de todas las miradas en 2015, cuando Holanda, Bélgica, Reino Unido y Francia celebre el aniversario de su muerte bajo el lema “125 años de inspiración”. Una oportunidad para dejarse seducir, una vez más, por un arte fuera de lo común.


Relacionado