El lenguaje del pelo

El lenguaje del pelo

Cómo han evolucionado los peinados a través de los años

El peinado produce una impresión imborrable, define una época y evoca un momento de una vida. También comunica los estándares de belleza de una cultura. En nuestra historia reciente, el de las celebridades representa la evolución de los valores: la onda de Lauren Bacall, el platinado de Jean Harlow, las melenas de The Beatles o el corte de Twiggy. En Hair (Ed. Assouline), el peluquero John Barrett publica las imágenes más icónicas que han definido la cultura americana

Cuántas horas al mes le dedicas a tu pelo? ¿Muchas? ¿Demasiadas? No te avergüences, no eres la única. En Occidente, la mujer promedio gastará aproximadamente 50 mil dólares en su pelo a lo largo de su vida y alrededor de dos horas por semana en su lavado, mantenimiento y peinado.

El cabello, de más está decir, no es simplemente un filamento proteico que nace en los folículos pilosos de los poros cutáneos, sino que encarna un simbolismo profundamente enraizado en nuestra cultura y sociedad. Todo lo que le atañe está cargado de significado: el color, el largo y el estilo. Podemos ubicar con precisión en una época una imagen de una mujer solamente por su peinado. El color de su cabello (natural o teñido) provocará un juicio, inconsciente o no, de nuestra parte. Una joven de larga melena nos parecerá normal, una mujer de edad con pelo hasta la cintura llamará nuestra atención.

Asimismo, existe una relación personal muy profunda entre el pelo y la autoestima, evidente en la historia, la filosofía y hasta en la religión. La Biblia (1 Corintios 11:15) señala ?que si la mujer tiene el cabello largo le es honroso?. Y muchos siglos después el teólogo Martín Lutero, instigador de la reforma religiosa del siglo XVI, opinaba que ?el cabello es el más rico ornamento que tienen las mujeres?.

En efecto, a través del tiempo, el pelo ha simbolizado no solo la ?gloria? de la mujer, sino también su femineidad, su identidad, su belleza e, incluso, su liberación, como lo demuestra el impacto que el corte radical de la melena tuvo en los años 1920. No es casual que siempre le hayamos dedicado tanto tiempo y prestado tanta atención?

FOTOS: LOS PEINADOS DE LAS CELEBS A TRAVÉS DEL TIEMPO

PANTALLAZO SOBRE EL PASADO

En efecto, si nos remontamos en la historia podemos constatar que esos ?filamentos proteicos? nunca nos dejaron indiferentes y los cuidados del cabello y del peinado existieron desde los tiempos más remotos y en todas las sociedades. Ya en antiguos documentos egipcios se indica que un peinado cuidado es el preludio del acto amoroso. La diosa Hathor era llamada ?la de la bella cabellera?. En Grecia y Roma antiguas, las mujeres de estatus -social y económico- llevaban el pelo largo peinado en trenzas decoradas, y cuanto más ricas eran, más complicado el estilo, pues demostraban así que tenían esclavas para ocuparse de su peinado. Las jóvenes de la Edad Media llevaban también su pelo trenzado, a menudo recogido sobre sus orejas, en un estilo que sería recreado en el personaje de la princesa Leia en Star Wars.

Para las mujeres de entonces, el pelo era su primer atractivo (seguido por una buena dentadura). En el siglo XVI, la reina Isabel I de Inglaterra impuso una tendencia entre las mujeres de Europa: sus bucles rojizos y su amplia frente, efecto que lograba afeitando la línea del nacimiento del pelo. Las damas venecianas pasaban largas horas en las terrazas, al sol, con la cabeza cubierta de estiércol para desteñir su pelo y lograr un rubio que aún hoy se conoce como ?veneciano?. En la época de Luis XV, el estatus y el poder se medían por la altura de las pelucas que llegaron a niveles inverosímiles. Para muchas culturas el cabello era considerado algo tan bello y tan importante, que la mujer debía esconderlo. En la corte de Versalles era inimaginable mostrarse sin peluca. Los retratos de entonces, que muestran a una mujer con la cabeza descubierta, son forzosamente en escenas íntimas, en el hogar. Sin ir muy lejos, hasta los años 1940, en Occidente, era inconcebible salir sin cubrirse la cabeza, y en el mundo árabe sigue siendo así.

LA REVOLUCIÓN DEL BOB

En el siglo XX, en Occidente, la Primera Guerra Mundial impuso el pelo corto a sus soldados, para evitar piojos y pulgas, estableciendo la norma que persiste hasta nuestros días. Las mujeres se adhirieron a esa tendencia y en los años 1920 las flappers acortaron sus vestidos y sus largas melenas: el nuevo estilo de peinado se llamó bob y causó sensación. La primera en usarlo fue la popular bailarina de salón Irene Castle y se le llamó el Castle bob (ella se había cortado el pelo con fines prácticos antes de ingresar al hospital por una apendicectomía), pero sus más célebres promotoras fueron la actriz Clara Bow y la infaltable Coco Chanel, siempre a la cabeza de las nuevas tendencias. El estilo atrajo a las mujeres, cansadas de las exigencias del cuidado del pelo largo, que prácticamente tomaron por asalto las barberías exigiendo un corte a lo garzón. Seguramente, la emperatriz Sissi, fallecida unos 20 años antes, quien se quejaba de ?ser esclava? de su pelo hasta la cintura, habría aprobado.

Hoy puede resultar inverosímil, pero entonces los curas en sus sermones las acusaban de haber ?caído en el pecado?, las grandes tiendas echaban a sus empleadas con pelo corto y hasta hubo casos de hombres que pidieron el divorcio por esa razón.

Cuando a fines de los años 20 la sociedad ya se había acostumbrado, las mujeres renunciaron al look y comenzaron a adoptar los estilos más sexy y femeninos de los años 30. Curiosamente, el bob sigue siendo el corte de elección de mujeres famosas en el mundo de la moda, como Diana Vreeland, Anna Wintour, Mary Quant o Rai Kawakubo, la fundadora de Comme des Garçons.

BUCLES, ONDAS Y RUBIAS PLATINADAS

La Gran Depresión en los años 30 y la Segunda Guerra Mundial en los 40 tuvieron un efecto importante en los estilos de peinados, más femeninos, que exigían un pelo más largo. Fue el reinado de los bucles y las ondas.

En los años 1930, Marlene Dietrich, Bette Davis y Joan Crawford marcaron el tono con sus melenas ondulantes hasta los hombros y sus complicados peinados recogidos. También fue en este período que surgieron las rubias platinadas como Mae West y Jean Harlow (muerta prematuramente a los 26 años como consecuencia, se decía, del efecto tóxico de los químicos de los tintes). Varios años después, las fórmulas tendrían una mejoría notable y teñirse el pelo, especialmente de rubio, por eso de que las blonds have more fun (las rubias se divierten más), se convertiría en una práctica común.

En los años 1940, en respuesta al racionamiento textil impuesto por la guerra, las mujeres pusieron más que nunca su atención en el peinado. Nuevamente las estrellas de Hollywood como Rita Hayworth, Lauren Bacall, Ava Gardner, Ginger Rogers y Veronica Lake eran el modelo a seguir. Lake se había hecho famosa por su mecha que caía sobre un ojo. Se decía entonces que su peinado, masivamente imitado, podía obstruir la vista de las trabajadoras en las fábricas, lo que lo hacía peligroso, y que el gobierno estadounidense le pidió que lo abandonara. Ella, de manera patriota, lo hizo.

Pero al renunciar a su mecha, las consecuencias para su carrera fueron desastrosas...

EL CAMINO A LA NATURALIDAD

Con excepción de los años 1930 cuando aparecieron las primeras permanentes, y los 1940 con sus elaborados y rígidos peinados, a lo largo del siglo XX la tendencia fue hacia la naturalidad. Por cierto, los años 1960 trajeron el look inflado, tan apreciado por Elizabeth Taylor, Jacqueline Kennedy y Raquel Welch, pero en general, fue la primera vez en la historia en que las mujeres pudieron salir a la calle con el pelo suelto, sin horquillas o clips ocultos para sostenerlo. Brigitte Bardot fue una de las pioneras del look ultranatural. El de Farah Fawcett, como al descuido, exigía un corte impecable y un minucioso trabajo de peluquería. También fue la primera vez que surgieron cortes unisex como el de Jane Fonda a principios de los años 1970, imitado por hombres y mujeres por igual, o de varón como los que lucían Twiggy, Grace Jones o Mia Farrow. El surgimiento del movimiento feminista sin duda tuvo que ver con el hecho de que las mujeres ?ocupadas en trabajar o estudiar? ya no se mostraban dispuestas a pasar horas bajo un secador.

Pero sea como sea el estilo de peinado, basta observar a una mujer recién salida de la peluquería para comprender el milagroso efecto que un nuevo corte de pelo y un cambio de color pueden ejercer sobre su humor y su actitud.

Hair, por John Barrett, introducción de Lynn Yaeger, Ed. Assouline (www.assouline.com)

FOTOS: LOS PEINADOS DE LAS CELEBS A TRAVÉS DEL TIEMPO

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