El momento más duro de Eva Longoria tras convertirse en madre

Eva Longoria

En las últimas siete semanas la vida de Eva Longoria ha girado indiscutiblemente en torno a su primer hijo en común con su marido Pepe Bastón, Santiago Enrique, que se ha convertido en el protagonista de las redes sociales de la actriz y en su tema de conversación favorito en cada una de las apariciones públicas que ha realizado desde su nacimiento. Sin embargo, no todos saben que antes de que llegara al mundo su bebé, Eva ya era la orgullosa “mamá" de dos otros pequeñines: sus perros Popeye y Jinx, de quienes ha presumido orgullosa en infinidad de reportajes. Tristemente, el último de sus dos compañeros caninos falleció poco antes de que su famosa dueña se pusiera de parto y, pese a la felicidad que ha traído a su hogar la llegada de su primogénito, ‘Jinxy’ ha dejado un hueco imposible de llenar. “Dos días antes de dar a luz perdí a mi maltés, que me había acompañado durante los últimos quince años. Resultó muy duro. Mi marido ni siquiera quería decirme lo enfermo que estaba por miedo a que pudiera ponerme de parto por el disgusto; así de unidos estábamos mi perro y yo. Ha sido muy, muy doloroso”, confesó ahora la intérprete a su paso por el programa Lorraine. En su momento, la directora y productora ya le rindió un emotivo tributo en su cuenta de Instagram después de que el animal muriera en sus brazos en la consulta del veterinario: “Sufrió un derrame y ya no pudo recuperarse. Tenía 15 años (96 para un perro) y llenó cada uno de ellos con un montón de amor y risas. Fue mi bebé antes de que apareciera en escena este bebé en mi barriga. Estoy muy triste, pero sé que ya no sufre. Cualquiera que me conociera, conocía también a Jinxy y sé que muchos le echaran de menos”, explicaba a todos sus seguidores. https://www.instagram.com/p/BkDY6gqgMOy/?utm_source=ig_embed El estrecho vínculo que une a Eva con sus mascotas quedó patente poco después de su debut en la maternidad, cuando reveló a través de la esfera virtual la curiosa forma en que estaba tratando de que su otro perro asimilara que muy pronto compartiría sus días con un cachorro humano. “Popeye se muere de ganas de conocer a su hermano pequeño, Santiago. No dejamos de mandarle las mantitas del hospital de Santiago para que se acostumbre [a su olor] y Popeye se las lleva siempre a su cama. ¡Es adorable!”, aseguraba orgullosa.

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