La triste belleza de Miroslava

Miroslava

La Segunda Guerra Mundial la llevó a buscar refugio en México, donde se convirtió en una estrella fugaz; su eterna melancolía la empujó al suicidio cuando tenía apenas 29 años y una prometedora carrera en el séptimo arte. No obstante, un misterio rondó su muerte por años.

Era la década de los 50 y los periodistas tenían la costumbre de ‘matar’ actrices, es decir, difundir rumores de falsas muertes para hacerle publicidad a alguna estrella; por este motivo cuando trascendió que la bellísima Miroslava se había suicidado, pocos lo creyeron.

¿Por qué se quitaría la vida una mujer tan talentosa, joven y en la mejor etapa de su carrera? Apenas unas semanas antes había estrenado el éxito de taquilla Escuela de vagabundos, filme en el que compartió créditos con el máximo ídolo de México, Pedro Infante, quien por cierto solía llamarla “Miros... ¡mango!”; también estaba por llegar a la cartelera Ensayo de un crimen, cinta en la que fue dirigida por Luis Buñuel.

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Por supuesto, al confirmarse la noticia se dio por hecho que el causante de la fatal decisión debía ser un hombre, un torero de profesión conocido a nivel mundial y con fama de mujeriego: Luis Miguel Dominguín, lo que sumó dramatismo a la historia.

Sin embargo, la teatralidad con la que fue encontrado su cuerpo, una serie de inconsistencias, episodios de su pasado, una acusación de ser espía comunista y otros intentos de suicidio, sumados al silencio total de su círculo íntimo que incluía a la rumbera Ninón Sevilla y al actor Ernesto Alonso, pusieron en duda esta versión.

Tendrían que pasar décadas para que alguien decidiera levantar la voz y revelara un secreto que muchos juraron llevarse a la tumba.

El horror de la guerra

De Miroslava se decía que era la estrella que vino del frío. Era verdad: Miroslava Šternová Beková nació en el invierno de Praga, Checoslovaquia, un 27 de febrero de 1926. Fue registrada por Oskar Šternová, próspero médico judío quien le dio su apellido, aunque no era su padre; su madre. Más tarde, la familia crecía con la llegada de su hermano Ivo.

Durante Segunda Guerra Mundial y la invasión de la Alemania nazi a Checoslovaquia. Este hecho le causaría una serie de pérdidas que marcarían su vida: primero, cuando el doctor Oskar Šternová fue detenido y ante la amenaza de que la familia fuera mandada a un campo de concentración, tuvo que revelar la verdad: su esposa no era judía y la pequeña Miroslava era adoptada, ello no importó a los nazis, que los mantuvieron semanas detenidos.

Al ser liberados decidieron escapar del país; pero en la huida dejaron atrás a la abuela, a quien la niña adoraba. Esta separación le causó a la futura diva un terrible sentimiento de culpa con el que cargó hasta sus últimos días.

Tras la detención, en 1941 llegaron por barco a tierras aztecas. No permanecieron mucho tiempo juntos: Šternová consideró que lo mejor era mandar a la chica a estudiar a la ciudad de Nueva York. Se dice que en Estados Unidos cometió su primer intento de suicidio.

El baile que cambió su destino

Como una manera de distracción, su padre la animó a participar en el baile Blanco & Negro celebrado en el exclusivo Country Club de la Ciudad de México. Se trataba de un evento en el que, de entre las jóvenes de la alta sociedad capitalina, se elegía una reina. La ganadora fue Miroslava Stern. ¿El premio? Una beca para estudiar actuación en los estudios RKO en California.

De esta experiencia no regresó “convertida en una Betty Davis”, como ella misma solía bromear, pero sí en una mujer glamurosa y decidida a iniciar una carrera cinematográfica. Así, ingresó a la prestigiada academia del japonés Seki Sano arraigado en México, discípulo de Stanislavski y maestro de Ricardo Montalbán y Wolf Ruvinskis, entre otros. Ahí conocería al alumno Jesús Jaime Gómez Obregón, con quien se casaría sólo para divorciarse a los pocos meses y es que Gómez era homosexual.

Debutó en la pantalla grande en Bodas trágicas, la primera de 30 películas en las que participó en casi una década de carrera. Antes que otras intérpretes, Miroslava fue la primera en aparecer en los créditos con sólo su primer nombre.

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Lo que no está a discusión es que le bastaron sólo dos películas para dejar huella en la historia del cine mexicano: Escuela de vagabundos y Ensayo de un crimen. Aunque en otras producciones logró momentos interesantes.

En contraste con su eterna melancolía, la comedia se le daba muy bien, como lo demostró en ¡A volar joven!, en la que, caracterizada, aparece como una mujer tan poco agraciada que Cantinflas debe apuntarse como recluta para no casarse con ella.

Un giro en la trama de su vida

La chica entró a la década de los 50 convertida en una celebridad, no por nada fue parte del elenco de Reportaje, la cinta de 1953 que reunió a grandes ídolos de Latinoamérica, como María Félix, Jorge Negrete, Libertad Lamarque, Pedro Infante, Dolores del Río y Arturo de Córdova, pero además su dominio del idioma la llevó a protagonizar producciones en inglés.

Si bien esos filmes pasaron con más pena que gloria, uno de ellos haría de su vida una suerte de cinta noir: The Brave Bulls, al lado de Mel Ferrer y Anthony Quinn. Dirigida por Robert Rossen, de quien se hizo buena amiga, el problema fue que éste había pertenecido al partido comunista y, aunque lo había abandonado hacía años, ello lo colocó en la mira del infame Comité de Actividades Antiestadounidenses, que lo incluyó en la “lista negra de Hollywood”, un grupo de guionistas, actores y directores acusados de ser comunistas.

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La cercanía de Miroslava con Rossen provocó que sobre ella cayera la sospecha de ser ‘roja’. Así, cuando viajó en 1954 al Festival de Venecia, como parte de la delegación mexicana, decidió visitar España y para su sorpresa se le negó acceso al país franquista, acusada de ser una espía comunista.

Acusada de ser agente soviética, contaba con un as bajo la manga: tiempo atrás había conocido a Luis Miguel Dominguín, entonces la máxima figura del toreo mundial. El diestro era un personaje pintoresco, íntimo amigo lo mismo de Picasso que de Franco. Dominguín se ofreció a ser aval y amante de la estrella de cine. El romance recibió mucha publicidad, ya que así convenía a la actriz y, por qué no, también a un torero que disfrutaba de presumir su fama de rompecorazones.

Una amor que debía ocultar

“Estoy muy enamorada”, solía decir Miroslava a la prensa, pero sin aclarar de quién. Por supuesto, siempre se le relacionaba con sus coestrellas: Jorge Mistral, Arturo de Córdova, Pedro Armendáriz o Steve Cochran (estos dos últimos consumados casanovas), así como del empresario Jorge Pasquel y otros poderosos de la época. Sin embargo, su gran amor, aquel del que no revelaba su identidad, era Mario Moreno “Cantinflas”.

Éste tenía debilidad por las bellezas eslavas: su esposa era rusa y se dice que su amor platónico era otra checa, Natasha Gelman, pareja de su productor, por lo que en algún momento después de ¡A volar joven! inició una relación con la actriz.

Sólo un grupo de cercanos a ella sabía del romance ilícito: Ernesto Alonso, Ninón Sevilla y Carmen Montejo, quienes guardaron silencio para evitar un escándalo. Décadas después la verdad fue revelada: el periodista Vicente Leñero escribió que Ernesto Alonso se lo confesó, pero le hizo jurar que guardaría el secreto.

Una vez fallecidos los involucrados, Leñero decidió hablar. No fue el único: el periodista mexicano Jacobo Zabludovsky declaró en una entrevista: “Ella se enamoró de Cantinflas y confiaba en que dejaría a su esposa, pero llegados ya a un punto de quiebre, el cómico le dijo en una carta que él jamás dejaría a Valentina, que no se hiciera ilusiones”.

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Su ángel guardian

Los últimos meses de la estrella fueron cuesta abajo, aunque la actriz disimulaba su condición, pero hubo quien supo leer en ella señales de alarma: Ernesto Alonso, el futuro “Señor Telenovela”, en complicidad con el padre de la estrella, se la llevó a vivir a su casa y trató de animarla.

Incluso, si llegó a Ensayo de un crimen fue gracias a él. El papel estaba destinado para Lilia Prado, una de las actrices favoritas de Buñuel, pero como ella se encontraba ocupada con otra cinta, Alonso sugirió a Miroslava.

Años después el actor recordaba que tenía que revisar el bolso de la actriz para confiscarle somníferos, y que ella decía que si no tomaba una decisión fatal era por él y la película.

Completó su último filme, aunque se negó a verlo porque le inquietaba la escena en que el maniquí de su efigie es incinerado: sabía que días después su cuerpo sufriría el mismo destino.

“Sólo les causaré vergüenza”

Nadie puede decir a ciencia cierta cómo fueron sus últimas horas, pero han sido reconstruidas a partir de algunos fragmentos. Se sabe que le dio el día libre a su ama de llaves, Rosario Navarro, aunque ésta regresó en la noche sin hacérselo saber a su patrona, que no quiso tomar las llamadas de su padre; y de acuerdo con la versión de Jacobo Zabludovsky, un día antes había recibido una carta de Cantinflas (“conozco a quien le llevó la carta”, declaró); también fue vista conduciendo su Cadillac por las calles de la Ciudad de México.

En su casa, tomada la decisión fatal, escribió tres cartas en checo: una para su padre, en la que le pedía que perdonara a su “Bambulka”; otra a su hermano Ivo, a quien entre otras cosas le dijo: “Sólo sería una vergüenza para ustedes”; la tercera eran instrucciones para su abogado. Sus últimas horas las dedicó a consumir pastillas y una gran dosis de alcohol.

La mañana del 9 de marzo de 1955, su ama de llaves llamó a la puerta de su habitación. No obtuvo respuesta y horas después se comenzó a inquietar. Llamó a Ninón Sevilla y juntas forzaron la puerta para encontrarla muerta sobre su cama. Ninón entró en crisis, la policía llegó y comenzó la investigación.

Un debut fuera de serie

La actriz fue portada de la prestigiosa revista Life en 1950. “Después de rechazar a poco más de 40 candidatas, él (Robert Rossen, director de The Brave Bulls) encontró ‘algo’ en ella, con seguridad ‘eso’ que la ha hecho un éxito en 10 películas mexicanas”, citó la publicación.

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La broma de Pedro

En Escuela de vagabundos, una de las mejores comedias del cine mexicano, Pedro Infante decidió jugarle una broma. Durante la última escena, en la orilla de una fuente, Miroslava se finge desmayada en los brazos del actor; según el guión, él sólo debía besarla, pero Pedro decidió improvisar ¡y la soltó! Ella cayó al agua y siguió con la escena, pero en cuanto se escuchó “corte”, persiguió a Infante por todo el estudio.

La niña que quería convertirse en Miroslava

En la cinta Dos caras tiene el destino participó una actriz infantil. Muchos años después recordaría a la diva como una persona muy cariñosa e incluso cuenta que el rodaje coincidió con su cumpleaños y la propia “Miros” le organizó una fiesta en el estudio. “Me decía que cuando tuviera una hijita quería que fuera como yo”, contó años después. La niña era Angélica María.

Por: Rodrigo de Alba / Foto: Archivo
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