Naomi Watts, entre las grandes del cine

Naomi Watts

Ha interpretado personajes diferentes, pero en todos, brilla por su belleza y su talento

Aunque hace más de 10 años que vive en Estados Unidos, Naomi Watts todavía conserva su dulce acento australiano. Eso lo notamos cuando la entrevistamos en el hotel Beverly Wilshire -que Julia Roberts hizo famoso con Pretty Woman-, cuando ya se acerca la entrega de los premios Oscar.

¿Cuánta importancia tiene el Oscar realmente para un actor?

Siempre es agradable que te reconozcan tus compañeros u otras personas de la misma industria, pero el premio no es la razón por la que trabajo. Me encanta hacerlo con gente que me inspira y por eso acepté un filme como J. Edgar. El personaje de Helen Gandy no tenía grandes momentos, pero fue un rol hermoso en una película dirigida por Clint Eastwood. Interpreté a una mujer con una fuerza increíble, que supo mantener sus convicciones. Eso es lo que me gustó.

¿Pero le gustaría ganar un Oscar? ¿No sueña con recibir un premio así?

Seguro, sería maravilloso. Pero no es la única razón que busco al actuar. Mi trabajo puede llevarme a algo más, no todo pasa por el Oscar.

¿Es como un título de nobleza saber que antes de nombrarla la anuncian como “La actriz nominada al Oscar... Naomi Watts”?

Eso es gracioso, porque el director David Lynch ya me lo había dicho una vez. Me dijo que con el paso del tiempo, cuando fueran a nombrarme en la promoción de una película, antes iban a mencionar “la actriz nominada al Oscar”. Me acuerdo cuando me lo dijo. Por supuesto, es hermoso estar en una categoría tan importante.

Cuando en el 2004 la nominaron al Oscar con la película 21 Grams, el director Alejandro González Iñárritu comentó que usted era una de las mejores actrices con las que él había trabajado. ¿Cambió demasiado desde esa época hasta ahora?

Sigo siendo la mejor (riendo). No, no, fue un sueño trabajar con ese hombre y me encantaría volver a hacerlo. De hecho, me molesta que no me haya llamado (risas). Alejandro González Iñárritu es uno de los mejores directores, porque te presiona para que hagas lo que te daba temor. Es también una inspiración y pienso que en eso consiste una buena dirección de cine. Claro que también es importante trabajar con buenos actores, pero los directores son nuestros maestros. Estamos en sus películas y participamos en sus visiones.

Mirando hacia atrás, ¿cómo puede analizar su carrera?

Siento que he tenido mucha suerte y tengo que agradecerle al director David Lynch cuando cambió la dirección de mi carrera con la película Mulholland Drive. Gracias a él dejé de hacer películas de televisión o pequeños roles, para ser reconocida por los mejores del cine, en Hollywood e incluso en Europa. Me siento muy afortunada y quiero seguir trabajando y mejorando.

Naomi Ellen Watts nació el 28 de septiembre de 1968, en Shoreham, Inglaterra, aunque desde los 14 años vivió en Australia. Ahí pudo convencer a su madre para que la inscribiera en sus primeras clases de actuación. Su padre, Peter Watts, fue el mánager de las giras de la banda Pink Floyd, pero murió cuando ella tenía 7 años de edad.

Al principio, Naomi solo apareció en algunos anuncios publicitarios. En esa época se hizo muy amiga de una australiana completamente desconocida en aquel entonces: Nicole Kidman. Con ella trabajó después en la película Flirting. Y con Russell Crowe también se encontró en la serie de televisión Brides of Christ, cuando ni siquiera tenían planes de probar suerte en los Estados Unidos.

Su llegada a Hollywood se hizo más fácil cuando David Lynch contrató a Naomi para la película Mulholland Drive. Para ese entonces, Nicole Kidman ya era famosa y la recibió en su casa, justo en la época en que se estaba divorciando de Tom Cruise.

Naomi sorprendió en Hollywood con los 100 millones de dólares que recaudó The Ring y con la nominación al Oscar por la película 21 Grams. Y aunque no lo ganó, el mejor premio lo obtuvo cuando Peter Jackson la llamó para protagonizar la nueva versión de King Kong.

Arraigada en el mundo de Hollywood, Naomi Watts no solo se enamoró de Estados Unidos... sino también de su gente. Tiene dos hijos con el actor Liev Schreiber, que también logró la fama con otro australiano, Hugh Jackman, en la película X-Men Origins: Wolverine. (Hay quienes piensan que Naomi y Liev se conocieron en el rodaje de The Painted Veil, pero fue antes, en un juego de los New York Mets.)

¿Su carrera cambió desde que formó una familia con Liev Schreiber?

Sí, mi familia cambió mi carrera. Ya no puedo viajar tanto ni trabajar demasiado. Ya no llevo los guiones a casa para estudiarlos por las noches. Por supuesto, pienso en el tema, pero es diferente.

¿Es cierto que al principio usted se negó a trabajar en la película J. Edgar?

Yo acababa de filmar The Impossible, sobre el tsunami en Tailandia. Había estado seis meses en España y no quería volver a trabajar tan rápido. Llevaba demasiado tiempo alejada de la familia y necesitaba volver a mi hogar. Pero era una película de Clint Eastwood, con Leonardo DiCaprio. No quería perder una oportunidad así. Hacía tiempo que quería trabajar con Clint, y cuando me dijeron que solo eran dos semanas, acepté de inmediato.

¿Valió la pena el esfuerzo de dejar la familia otra vez?

Fue increíble. Yo había escuchado muchísimas historias sobre el trabajo de Clint Eastwood, y cuando llegué, no lo podía creer. El primer día estaba demasiado nerviosa. Conocí a Clint un día antes de hacer la primera prueba de maquillaje. Entré al estudio y tenía que hacer una escena corta, en un tren. Había mucho silencio, me pareció que era una buena forma de trabajar y estaba bien concentrada. Me senté y Clint dijo: “Ok, probemos”. Era todo muy casual. Yo tenía que decir apenas una línea del diálogo y cuando lo hice, él dijo: “Genial, sigamos adelante”. Ni siquiera me había dado cuenta de que la cámara estaba filmando. Ni siquiera dijo “Acción” o “Silencio en el estudio”. Yo creí que solo estábamos practicando, pero él insistió en que todo estaba bien. Apenas estuve una hora en el estudio. Nunca antes había visto algo así. Clint Eastwood se mueve mucho más rápido que la TV.

Naomi y DiCaprio en una escena de J. Edgar

En la película J. Edgar, Naomi interpreta el amor secreto del primer director del FBI. Y en medio de las infiltraciones comunistas y los asesinatos de John F. Kennedy y Martin Luther King, muestra las firmes convicciones que tenía su personaje (la secretaria Helen Gandy), quien supo guardar los secretos más íntimos de la agencia de investigaciones.

¿Cómo reaccionó la primera vez que se vio en el espejo, con el maquillaje de anciana que muestra en el cine?

Me enojé y me causó gracia, todo al mismo tiempo. Lo duro fue el proceso, con las horas interminables en la silla de maquillaje. Soy muy ansiosa y por eso no soporto que alguien me toque durante tanto tiempo.

¿Se imagina en el futuro como aparece en la película J. Edgar?

Sí. Me pareció ver ciertos rasgos de mi abuela y de mi madre cuando me maquillaron como anciana. A mi personaje Helen buscaban darle cierta elegancia. Si la cambiaban demasiado, me hubieran convertido en un monstruo. Tuvieron mucho cuidado, creo que utilizaron siete postizos.

¿Qué opinó Liev?

El no me vio durante el rodaje. Vino al estudio una vez, pero ese día no me habían puesto el maquillaje.

¿Y sus hijos la vieron?

Sí. Mis hijos me han visto con maquillajes muy extraños. En Tailandia, yo tenía sangre por todos lados, así que tuvimos que explicarles lo que sucedía. Los llevé al camerino y me pusieron sangre de mentira, para que entendieran un poco el proceso.

¿Qué fue peor para ellos? ¿Verla demasiado vieja o cubierta de sangre?

Los chicos ven más allá del maquillaje. Escuchan la voz y notan que me muevo igual que siempre. Mucho peor fue en Halloween. Al más pequeñito no le gustó cuando me puse un disfraz de payaso y quería que me lo quitara. Supongo que le dio miedo, porque yo había cambiado por completo, mientras que en el cine todavía podía reconocerme (risas). Bueno, debe ser porque así de vieja me veo cuando no tengo maquillaje ni un buen peinado.

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