Este año, sé la estrella de tu vida

Este año

Deja la falta de voluntad, ¡es hora de actuar!

"¡Año nuevo, vida nueva!”, te dices todos los eneros. Pero, por algún motivo, tus buenas intenciones arrancan con gran fuerza y entusiasmo... pero se desinflan en febrero. En marzo ya son sólo un lejano recuerdo.

El problema no siempre es culpa de la indisciplina o de su “hermana gemela”, la falta de voluntad. La causa más común es que muchas mujeres simplemente no tienen la costumbre de proteger su bienestar con la misma dedicación que cuidan el de los demás. ¡Es por eso que ninguna resolución, por maravillosa que sea, les funciona!

Desde muy pequeñas, ellas intuyen, o aprenden en casa (aunque nunca se los digan de frente), que el deber de la mujer es dar, apoyar, facilitar, proteger y nutrir emocionalmente a los demás de forma incondicional. Para ellas quedan el tiempo, los recursos y la atención... que “sobren”. Si los demás son felices, entonces ellas, no importa cómo se sientan, han cumplido con su misión en la vida.

Como en el caso de Sandra, una empresaria de 45 años de edad que, además de estar al frente de una compañía, siempre veló por la felicidad de todos en su familia, olvidándose de la propia. Cuando, exhausta y sintiéndose “como un auto con el tanque de la gasolina vacío”, fue con una sicóloga para tratar de entender el porqué de su agotamiento y de su insatisfacción a pesar de tenerlo “todo”, ella descubrió algo muy importante:

“Había perdido contacto conmigo misma, pues me había convertido en un mecanismo diseñado para servir a los demás. ¡Por eso sentía tanta nostalgia por mi juventud! Es que ya no quedaba ni el recuerdo de la persona que fui...”.

¿Te reconoces en esta historia, o te vienen a la mente similitudes con tu forma de ser? Entonces es casi seguro que, como Sandra, te has abandonado en el camino. Y, como ella, aunque seas exitosa como profesional y disfrutes de una vida familiar compenetrada, sientes que algo te falta. Ese algo eres tú.

Si a menudo te sientes desanimada, vacía y sin ilusiones, y vivir pendiente de los demás te distrae del enorme vacío que experimentas, es hora de que actúes.

¡SÉ TU PROPIA HEROÍNA!

En muchas películas de acción, la protagonista en apuros espera por el superhéroe que llegue a rescatarla. Pero aquí no puedes esperar que otro te salve; la labor de reencontrarte contigo misma para darte el lugar que te mereces en la vida, y que necesitas para sentirte realizada y feliz, solamente está en tus manos.

Pero como el camino de las heroínas está lleno de trampas y de retos, antes de pasar a los pasos que te llevarán de regreso a ti misma, tienes que vencer tres monstruos insidiosos que se interponen en tu camino...

Monstruo #1: “Estoy siendo egoísta”. Tomar en cuenta tus deseos y tus preferencias no es egoísmo. Todo lo contrario. La persona que se valora y se respeta tiene una mejor disposición y más energía mental, física y emocional para compartir con los demás.

Monstruo #2: “Estoy abandonando a mis seres queridos”. Darte tanto a ti misma como les das a ellos no es señal de abandono, sino de que tienes una vida plena y balanceada. Cuando no es así, la persona se llena de resentimientos que enturbian las relaciones, pues ya no son de igual a igual. Por el contrario, cuando te das tu lugar, eres capaz de establecer una conexión más genuina y auténtica con tus familiares y amigos. Ya ellos no lidian con una esposa frustrada, con una madre al cabo de sus fuerzas o con una amiga que vive detrás de una identidad falsa; ahora tratan con una mujer vibrante, llena de energía y de alegría de vivir. Al mismo tiempo, ten en mente que si has acostumbrado a los demás a que siempre te pones en segundo o en tercer lugar, ellos verán tus cambios con sorpresa y hasta con resentimiento. Algunos quizás te demuestren su insatisfacción de una manera directa o más sutil, pero debes entender que ellos, al igual que tú, enfrentan un período de ajuste. Mantén el curso correcto y verás que al final todos se benefician.

Monstruo #3: "¡Le tengo miedo al cambio!”. Quizás el miedo te lleva a pensar que el cambio supone poner tu vida al revés o renunciar a todo lo que te es familiar. Y nada está más lejos de la realidad. Todo lo que tienes que hacer es reconocer la importancia de atender tus necesidades y tus deseos, y seguir los cuatro pasos esenciales que ofrece la sicóloga clínica estadounidense Jonice Webb en su nuevo libro Running on Empty (Funcionando con el tanque vacío).

LOS PASOS HACIA TI

1. Aprende a decir “No”. Ser una persona generosa y compasiva es algo maravilloso, pero sacrificarte siempre en nombre de los demás, a costa de tu bienestar, es un acto de agresión contra ti misma. Recuerda esta simple regla: todos tienen el derecho de pedir lo que se les ocurra y tú tienes el mismo derecho de decir “no” sin dar explicaciones. Decir un “no” amable, pero firme, sin sentirte incómoda o culpable, es una base fundamental del autorrespeto. Si te cuesta mucho trabajo hacerlo, analiza qué temes que pase: ¿Piensas que vas a herir a esa persona o que te abandonará? Observa tu miedo a la luz del día y acepta que no es lógico ni es justo contigo y con el otro (al que resentirás). Practica decir “no” en la medida de tus posibilidades y ve avanzando poco a poco hasta que te sientas cómoda.

2. Pide ayuda. Si te es difícil decirles “no” a los demás, es casi seguro que también te cuesta trabajo pedir ayuda. Tú estás acostumbrada a dar, no necesariamente a recibir, y pedir que los demás hagan algo por ti te hace sentir vulnerable. Otra base fundamental del autorrespeto es saberte merecedora de la ayuda y la cooperación de otros. Por supuesto, lo mismo que tú, ellos también tienen derecho a decir “no”. Lo que importa no es si recibes o no esa ayuda, sino, de nuevo, que te sientas merecedora de ella.

3. Descubre tus gustos y preferencias. Si te has dedicado a complacer a los demás, quizás te has olvidado un poco tanto de lo que prefieres como de lo que no te gusta. Hay personas que cuando les preguntan a dónde quieren ir a cenar, responden: “A donde tú quieras”. Ellas conocen sus preferencias y no las dicen para complacer al otro, o tal vez ya ni siquiera las saben, pues han perdido el contacto con una parte esencial de su vida, esa que está conectada con su auténtico “yo”. Debes hacer una lista de las cosas que te gustaban cuando eras una adolescente y las que prefieres ahora. Hazte el propósito de comenzar a incluirlas en tu vida. Entonces, cuando te pregunten qué clase de música deseas escuchar o a dónde quieres ir a comer, inmediatamente sabrás qué decir.

4. Dale prioridad a tu felicidad. “A mí me da lo mismo”, “Prefiero ver felices a otros”, “Me conformo con cualquier cosa”... son las frases de las personas que han perdido el contacto con su auténtico “yo”. No reconocen que son humanas y que tienen deseos tan válidos como los de cualquier otro. Si ese es tu caso, acepta que tienes derecho a realizarte y dale prioridad a las cosas que te hacen feliz: di “no” cuando lo desees, pide ayuda cuando la necesites y haz valer tus gustos.

Practicar consistentemente esos pasos anteriores, poco a poco te pondrá en contacto con esa parte esencial que habías abandonado en el camino y llegarás a sentirte merecedora de la felicidad. Entonces tendrás el entusiasmo y la dedicación que necesitas para alcanzar tus metas.

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