Swarovski: un mundo de cristal

Swarovski: un mundo de cristal

Natalie Colin, directora artística de la marca, nos explica en qué radica su éxito

Si hoy la marca, sinónimo de glam, es conocida mundialmente, pues fue fundada en 1895, la llegada de Swarovski al mundo de la joyería fue más reciente, en 1977, cuando lanzó su primera colección en Estados Unidos. Una década después hizo su aparición en Europa, después en Asia y América Latina. Y fue necesaria la llegada de dos mujeres en puestos clave en la empresa -Nadja Swarovski y Nathalie Colin- para darle ímpetu y una nueva identidad. Esta última nos recibió en su atelier de la calle Faubourg Saint-Honoré, corazón y esencia del lujo parisino.

Su última colección, en colaboración con un creador brasileño, está inspirada en América Latina, particularmente en México y Brasil. ¿Por qué América Latina?

Ambos países siempre me fascinaron, y por su naturaleza desbordante y su rica tradición artística fueron una inagotable fuente de inspiración para mí. Además, me encanta la mujer latinoamericana porque es libre para combinar colores y es muy femenina también. No es tímida para usar accesorios, joyas o ropa sexy. Para el verano del 2013 quise hacer una colección extremadamente colorida y pensé de inmediato en América Latina. Pedro Lorenço, diseñador brasileño, colaboró con una colección “cápsula” que responde a esos criterios.

Usted colabora con Swarovski desde 1994 como consultora y desde el 2006 como directora artística. ¿Cómo ve la evolución de la marca en los últimos 18 años? ¿Cuáles son las diferencias de entonces y de ahora?

El primer proyecto que hice para Swarovski estaba basado en el color. En ese momento hubo una gran discusión, porque hace 18 años, el cristal dominaba en todas las colecciones y en la venta de piedras. Pero yo ya intuía que el sector iría hacia el color, como el de la lingerie, que del blanco y negro tradicionales fue invadida por todas las tonalidades. Luché por eso y me alegro, porque el color ahora está presente en nuestras colecciones. Y la marca tomó un camino hacia la modernidad.

FOTOGALERÍA: SWAROVSKI, UN MUNDO DE CRISTAL

Usted suele también diseñar la ropa con la que se presenta cada colección. ¿Tiene intención de lanzarse en el prêt-à-porter?

Cada colección cuenta una historia y la ropa es una prolongación de esa historia. Para el verano del 2013 hicimos prendas sencillas, cuyo estampado reproducía las formas y colores de las joyas. Para el invierno haremos algo más trabajado, pero nunca debe distraer la atención de las joyas. Por el momento no vamos a lanzar una línea prêt-à-porter.

La marca desarrolló una reputación gracias a las colaboraciones con artistas, algunos reconocidos como Yoko Ono o Harumi Klossowska de Rola, y otros, todavía en sus comienzos, a quienes ustedes les dieron una mano. ¿Cómo funcionan esas colaboraciones?

De diferentes maneras. Muchas de ellas las inicia Nadja Swarovski desde Londres. Nosotros, en París, también hacemos colaboraciones para algunas colecciones. Por ejemplo, la última fue con Arzu Kaprol, una creadora de Turquía, muy talentosa, que hace un trabajo magnífico.

Las dos mujeres más importantes de la marca, Nadja Swarovski y usted, tienen dos facetas: una artística y otra de businesswoman. ¿Es esa la clave de su éxito?

Yo pienso que el aspecto comercial es muy importante. Si uno quiere crear exclusivamente, se hace artista, pintor, escultor, etc. A partir del momento en que se trabaja para una marca, parte del placer es crear piezas para que las usen las mujeres o los hombres de la calle. Por eso hay que estar estructurada en su creación. Mi doble formación de marketing y creación (ICN Business School, en Nancy, Francia, y el Fashion Institute of Technology, en New York) me ayudó mucho para eso.

¿Cómo hace para guardar intacta su creatividad? ¿Qué la inspira?

Mi equipo me alimenta enormemente. Es muy ecléctico y no solo viene del mundo entero, sino de una variedad de campos. Algunos, por ejemplo, vienen de la animación y nunca habían diseñado joyas. Así aportan frescura, otra mirada sobre las joyas y sobre la profesión. Los viajes también me inspiran. Cuando llego a una ciudad nueva, tomo un bus, sin un destino en particular. Me dejo llevar para descubrir nuevas emociones e imágenes.

Las mujeres al frente de Swarovski

Nadja Swarovski, vicepresidenta de Comunicación Internacional y Nathalie Colin, directora artística

SWAROVSKI Y HOLLYWOOD

Cada año, en ocasión de los Golden Globes, los Oscars o el Festival de Cannes, decenas de diseñadores se disputan el privilegio de vestir a las estrellas. Muchísimas de ellas lucirán cristales Swarovski. Ya sea en los clutches que llevarán en la mano, en los carísimos zapatos o en los bordados de sus vestidos.

El show business tiene una larga relación con la marca. Cuando en mayo pasado Beyoncé regresó tras el nacimiento de su hija, lo hizo con un vestido que llevó 500.000 cristales y el trabajo de 20 bordadoras durante cuatro semanas. En el documental This Is It, la última aparición de Michael Jackson, se le puede ver ensayando con una chaqueta bordada en cristales Swarovski.

¿Qué es lo que debe hacerse para seducir a las estrellas?

Durante el Festival de Cannes alquilamos suites en el hotel Martínez, donde presentamos piezas de alta costura, clutches y accesorios en general. Hay ciertas celebridades con las que ya tenemos una historia. Para los Oscars y el Festival de Cannes diseñamos colecciones exclusivas. No hacemos ninguna pieza para una celebridad en particular, pero ponemos mucha atención para que no haya dos actrices que lleven la misma pieza.

La relación con Hollywood y el mundo del espectáculo es muy antigua.

Swarovski Crystal ha estado colaborando con la industria de la moda desde principios de los años 30. Coco Chanel creó bisutería con la marca y ya en los años 30, estrellas como Marlene Dietrich y Mae West llevaron trajes adornados con sus cristales. La casa siempre trabajó mano a mano con vestuaristas y escenógrafos, creando fabulosos vestidos, joyas y sets. En la actualidad, es la primera proveedora de cristal de la industria del cine y tuvo el privilegio de adornar a estrellas como Marilyn Monroe en Gentlemen Prefer Blondes (así como el célebre vestido con el que cantó el feliz cumpleaños al presidente John F. Kennedy), a Grace Kelly en High Society, y a Audrey Hepburn en Breakfast at Tiffany’s. El mítico candelabro de The Phantom of the Opera estaba hecho con 20 mil cristales de la marca. También diseñamos los conjuntos de Nicole Kidman en Moulin Rouge, y de Natalie Portman en Black Swan, y dos colecciones para Skyfall, el ultimo filme de James Bond. Nuestras colaboraciones con el cine son tan frecuentes, que tenemos un equipo en Hollywood y otro en Londres, que trabajan con los estudios.

La marca no tiene un rostro que encarne su imagen, no hay una mujer Swarovski...

No tenemos una imagen, porque las mujeres que llevan nuestras joyas son muy diferentes, si bien tienen en común femineidad, personalidad y una gran seguridad en sí mismas.

FOTOGALERÍA: SWAROVSKI, UN MUNDO DE CRISTAL


EL SECRETO PARA COMBINAR LAS JOYAS

Daniel Swarovski aprendió la profesión de cortador de cristal en el taller de su padre. Pero una visita que hizo a la Exhibición Eléctrica en Viena, en 1883, hizo germinar en él la idea de una máquina para cortar los cristales con una precisión milimétrica. Esa máquina la patentó en 1892 y cambió para siempre la industria del cristal. Aun así, difícilmente pudo imaginar que un día se producirían bajo su nombre 20 mil millones de piedras de cristal por año para instrumentos ópticos, grifos y picaportes, figurinas y, por supuesto, las bellísimas piezas de bisutería que le han dado hoy su fama.

En el 2011 se lanzaron al mercado masculino joyas, gafas y relojes. ¿Cómo reaccionan los hombres a sus creaciones?

¡Muy bien! Las piezas son verdaderamente masculinas; utilizamos materias como el carbón o la cerámica negra, que no usamos para nuestras líneas femeninas. Por otro lado, en general, el sector del hombre está pasando por un gran cambio. Hoy día la mayoría va de shopping y demuestra interés por los accesorios.

Su equipo de diseño está formado por jóvenes de 22 nacionalidades que reflejan la visión multicultural e internacional de Swarovski. ¿Es ese multiculturalismo esencial para la creación?

Cuando yo llegué, en el equipo había gente de tres nacionalidades: franceses, italianos y austríacos. Si queríamos darle una dimensión internacional, así era imposible, por eso decidí contratar a personas de todos los horizontes para estar rodeada de sensibilidades diferentes. Hacemos una colección global, en la que buscamos reflejar un estilo internacional, pero también hacemos cada temporada una colección para Asia y otra para los Estados Unidos. En China siempre hay que desarrollar un tema ligado al horóscopo chino, al animal del año, y en Estados Unidos hay que incluir algunas piezas de tipo vintage.

¿Hay una mejor manera de llevar las joyas? ¿Cuáles son los principios que deben respetarse para conseguir una buena mezcla?

Para mí, algo que nunca debe hacerse es usar collar y aretes grandes a la vez, porque uno mata el impacto del otro. Luego están las condiciones del propio cuerpo: si tienes un cuello pequeño no debes usar jamás un choker, pues el efecto puede ser catastrófico. Es importante tener en cuenta la morfología, el estilo de vida y la manera en que uno se mueve. Si eres alguien que habla mucho con las manos, no debes usar muchas pulseras pues vas a volver loco a todo el mundo con el ruido. Esto lo explico en un libro -Multiface(t)s: Style Yourself With Jewelry- que salió en noviembre, donde doy cientos de ideas de cómo usar las joyas en cada ocasión.

Así como el fast-food, el fast-dating y la ropa desechable, ¿entramos en la época de la fast-jewel?

Obviamente hay ciertas joyas que conservamos durante largo tiempo o toda la vida. Son las que tienen una carga emocional. Pero ¿por qué no combinarlas, realimentarlas cada temporada con “antojos” en función de lo que propone la moda?

¿Cómo elige las joyas que usa?

Cada uno tiene sus preferencias. Yo adoro los cuffs grandes y los anillos de coctel. Me gustan los aretes, pero no me gustan en mí. En cambio, si no llevo un anillo grueso no me siento vestida.

¿Cómo define el lujo?

Para mí, el lujo no está necesariamente relacionado con el dinero. Creo que el lujo se asocia con algo raro, especial, ¿y que es raro hoy día? El tiempo. El tiempo es algo que se nos escapa y que para mí es el verdadero lujo. Me encanta poder disponer de una noche para dibujar con mi hija o para reflexionar sin que me interrumpan, lo que puedo asegurar... ¡es raro!

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