La realeza y sus íconos de moda: Charlene de Mónaco

La realeza y sus íconos de moda: Charlene de Mónaco

La bella esposa de Alberto de Mónaco se afianza como princesa de exquisita elegancia

Está claro que Charlene Wittstock ha sabido convertirse en princesa a la perfección. Ha tenido que cambiar su estilo, como han hecho todas las princesas y reinas consortes plebeyas, y, sin duda, ha conseguido dar en el clavo con vestidos y prendas de los mejores diseñadores como Giorgio Armani o Karl Lagerfeld.

Por supuesto que en esta espectacular adaptación no ha estado sola, en los cambios de estilo de Charlene, el genuino Armani y su equipo de diseñadores y estilistas pusieron la artillería pesada al servicio de la princesa, para que cada una de sus apariciones públicas fueran un alarde de elegancia y sobriedad. Su transformación ha sido discreta y brillante.

Charlene Lynette Wittstock, actual princesa consorte de Mónaco por su matrimonio con el príncipe Alberto II, veinte años mayor que ella, nació en Bulawaen, Rodesia -la actual Zimbabue-, el 25 de enero de 1978, aunque con diez años se trasladó a vivir con su familia a Sudáfrica. Durante su carrera como nadadora profesional fue miembro del equipo de relevos de Sudáfrica y participó en los juegos Olímpicos de 2000. También fue campeona de Sudáfrica en la categoría de los 50 metros espalda y ganó varios títulos nacionales.

Charlene y el príncipe se conocieron durante la ceremonia de los juegos Olímpicos de Invierno de Turín en 2006, no obstante, ya se habian visto anteriormente, pues ella participó en un campeonato de natación que se celebró en el Principado en el año 2000, donde ganó la medalla de oro en la prueba de 200 metros espalada.

La prensa rosa relacionó sentimentalmente a la ex nadadora con el nadador sueco Lars Frölander, el francés Robin Francis, el italiano Massimiliano Rosolino y el jugador de rugby sudafricano Andre Snyman.

FOTOGALERÍA: CHARLENE DE MÓNACO COMO ÍCONO DE MODA

El 23 de junio de 2010 se anunció el compromiso del príncipe Alberto II de Mónaco y Charlene Wittstock a través de un comunicado oficial. Al ser de religión protestante, antes de su matrimonio ella tuvo que convertirse al catolicismo, religión oficial del Principado. El día de su boda, Charlene se convirtió en princesa consorte de Mónaco y adquirió el tratamiento de Alteza Serenísima, junto con otros títulos como Marquesa de Baux, Duquesa de Valentinois, Condesa de Carladès y Baronesa de Saint-Lô.

Charlene tuvo que esperar más de una década de amistad, cinco años de relación y aceptar dos hijos ilegítimos, antes de que Alberto II se decidiera a casarse con ella.

Pero la boda civil llegó y se celebró en el Salón del Trono del Palacio de los Grimaldi el día 1 de julio de 2011, en la que la novia lució un elegante traje de chaqueta y falda larga azul cielo, diseño de Akris.

Al día siguiente, el 2 de julio 2011 se celebró la tan esperada boda religiosa. Una boda de la que se dice fue una boda sin pasión y con muchos rumores. Pero en la que la novia lució un perfecto estilismo firmado por Giorgio Armani, confeccionado en seda de color blanco roto con una cola de cinco metros de larga y un favorecedor escote barco. En el centro, en la parte delantera del vestido llevaba un bordado de incrustaciones de 30 mil perlas y 40 mil cristales Swarosky. El velo de tul de seda cubría su rostro, con un sencillo recogido bajo y sin tiara real. Los anillos con los que sellaron su unión diseño de Cartier de oro de 18 kilates.

Estuvieron presentes en el enlace más de 3 mil invitados, rodeados de todo el glamour de la realeza europea.

El 10 de diciembre de 2014 nacieron los mellizos del matrimonio, una niña llamada Gabriella y un niño de nombre Jacques, declarado ya como príncipe heredero de Mónaco y Marqués de Baux, aún habiendo nacido minutos después que su hermana.

La esposa de Alberto de Mónaco es una mujer elegante que ha mejorado mucho su estilo desde que iniciara su noviazgo con el príncipe. Y no sólo su estilo, también ha recurrido a la cirugía estética para mejorar su apariencia física, aún siendo una bella mujer. Lo primero que se operó, antes de casarse, fue la nariz, después un aumento de senos, dientes y encías, un ligero retoque en los labios y aumento de pómulos. Con todo ello, Charlene ha buscado acercarse a la imagen de la princesa perfecta y a la imagen que se esperaba de ella, sencilla, discreta y elegante. Con la genética a su favor al medir 1.76 metros de altura, un cuerpo atlético cultivado en parte por la natación, un rostro dulce y agradable remodelado por la cirugía estética, ya lo tenía todo.

Como princesa, sin duda ha sabido encontrar su estilo perfecto en cualquier ocasión, marcando tendencia en la mayoría de las veces con tonos nude y neutros, pero de vez en cuando decide aportar algo de color a su atuendo y conquista igualmente a la prensa y a los que la rodean.

Amante del menos es más, siempre apuesta por diseños sencillos y lisos, de líneas rectas y en muchas ocasiones monocromáticos, apostando siempre por prendas y colores básicos. Incluso sus outfits de noche, con vestidos largos, sigue su tendencia minimalista con cortes sencillos pero muy favorecedores de telas lisas, aunque también nos deleita con algo de pedrería y discretos brillos.

Charlene es una confesa amante de la moda, y aunque habitual de Giorgio Armani, también siente predilección por la firmas de Akris, Dior y Louis Vuitton sobre todo en complementos, zapatos, bolsos e incluso joyas o fulares de la firma. En su día a día mantiene su estilo elegante, con sencillos vestidos, pantalones anchos, blazers o trench en tonos nude que combina perfectamente con el negro, y para algunos eventos opta por un estilo un poco más atrevido, pero sin salirse de la norma.

La princesa de Mónaco seguro tuvo algún temor en su día de no saber adecuarse al nivel de elegancia exigida y requerida por la familia Grimaldi a lo largo de la historia, cuyos miembros siempre han sabido hacerse un hueco dentro de las listas de las personalidades más elegantes del mundo. Pero sí lo ha conseguido, es otra de las figuras reales que ha pasado de ser plebeya a princesa, con el consiguiente cambio de estilo.

Wittstock ha experimentado una espectacular transformación, quedando poco de la joven nadadora que fue. Armani es en parte responsable de ello, sus looks deportivos y casuales han dado paso a elegantes trajes de chaqueta y sofisticados vestidos. Se ha dejado aconsejar y asesorar, depurando su estilo, no dejando nada a la improvisación con exquisitas joyas, sus beauty looks normalmente de maquillaje discreto y natural, elegantes peinados y vestidos de ensueño para toda una princesa.

La princesa sabe escoger sus outfits con el mayor de los gustos y siempre brilla en los grandes eventos. Ha transformado sus vestidos haciéndolos cada vez más sencillos y elegantes, para el día escoge en muchas ocasiones looks tipo working girl con pantalones de pinzas y blazer o abrigos de corte clásico. Suele estilizar su atlético cuerpo con vestidos que dejan los hombros al aire, los vestidos de corte sirena y los escotes asimétricos son lo que más destacan en su fondo de armario, conservando siempre un estilo discreto y muy elegante. A menudo completa sus diseños con chales a juego, y en algunas ocasiones con pamelas o tocados.

Charlene ha sabido confiar en el modisto italiano para vestir en todas y cada una de sus apariciones importantes y con ello, ha conseguido ser un referente de estilo a nivel europeo y mundial. Dicen los entendidos que está consiguiendo parecerse cada día más a su antecesora Grace Kelly.

FOTOGALERÍA: CHARLENE DE MÓNACO COMO ÍCONO DE MODA

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