¿El fin del matrimonio?

¿El fin del matrimonio?

¿Por qué menos personas dan el sí? ¿Por qué tantas personas buscan una relación estable inútilmente?

Por primera vez en la historia de Estados Unidos, la mayoría de los hogares se componen de una persona soltera. De hecho, de acuerdo con las estadísticas, el camino hacia el altar cada día es menos transitado no solamente en ese país, sino en el mundo entero. Pero esto es lo más curioso: al mismo tiempo que el matrimonio está en aparente decadencia, el número de hombres y mujeres que se inscriben en sitios sociales en busca de romance va en aumento. Aún más curioso: un gran número de los millones de usuarios de estos “cupidos electrónicos” desean hallar una relación formal, incluso con vista al matrimonio. Entonces, ¿por qué cada día hay más personas solteras? ¿Por qué, aunque se buscan activamente, existe este desencuentro entre hombres y mujeres?

Juliana, de 32 años, es el mejor ejemplo de la situación que tantas mujeres viven hoy día: “Conozco a un hombre, ya sea en persona o por Internet, y la relación nunca llega a madurar. A las dos o tres salidas, él tiene otros planes, o no se aparece, o me dice que no está listo para algo exclusivo. Pero yo no estoy esperando un anillo de compromiso. Solo quiero la oportunidad de llegar a conocernos”.

MENDIGOS EN EL BANQUETE

En gran medida, esto es una cuestión de contexto y oportunidad. Stephanie Coonts, del Council for Contemporary Families (Consejo de familias contemporáneas), lo explica así: “En épocas pasadas, todo en la sociedad nos orientaba y estaba organizado en torno al matrimonio. Esa era la meta de toda persona. Actualmente, estamos ante un buffet de posibilidades”. En otras palabras, hay mucho para elegir: viajar, estudiar, dedicarse de lleno a la carrera, tener un hijo (con o sin una pareja), permanecer soltera, tener relaciones monógamas (o no) en serie, vivir en unión libre, etc.

Para muchas personas, tener opciones donde elegir sin duda es positivo, ya que no se sienten obligadas a tomar una decisión que no es para ellas, sólo porque así lo exige la sociedad. Pero para aquellas que se paralizan ante el buffet, pues no son capaces de decidir qué quieren, o viven esperando “a alguien mejor”, el resultado, muchas veces, es la famosa analogía del mendigo que muere de hambre en pleno banquete.

CUESTIÓN DE QUÍMICA

Por otra parte, cada día más científicos aseguran que la flecha de Cupido viene empapada de ciertos químicos que actúan en el cerebro de una manera determinante en nuestras relaciones. Ellos dividen el amor en tres etapas; en cada una, actúa una hormona diferente.

Primera etapa: El flechazo. Cuando una persona se siente atraída por otra, se dispara la glándula adrenal, inundando el organismo de adrenalina. Esto crea esa sensación de intensa euforia tan parecida a cuando vamos en la montaña rusa.

Segunda etapa: El enamoramiento. A medida que profundizamos más en la relación y sentimos que esta es la persona perfecta, entran en juego las endorfinas. Estas nos inundan de una sensación de placer que solo experimentamos al lado de nuestra “media naranja”. En las parejas establecidas, esta hormona comienza a decaer en el séptimo año; de ahí la famosa frase “la comezón del séptimo año”. Pero esto no marca el fin del amor si al mismo tiempo comienza a elevarse otro químico muy poderoso: la oxitocina.

Tercera etapa: El apego. La oxitocina, llamada “hormona del amor”, es la que estrecha los lazos emocionales entre las personas. Pero al contratrio de las dos primeras, la oxitocina sigue aumentando sin límite con el paso de los años. Esta es la hormona de las parejas que celebran, con genuina felicidad, 50 años de casados.

Pero en la era de la gratificación instantánea, donde siempre hay un artefacto electrónico de última generación, y la versión último modelo está a la vuelta de la esquina, un gran número de personas sufren de una especie de “desorden del déficit de atención” a nivel emocional.

“Siento que hoy, hombres y mujeres, están mirando sobre tu hombro para ver si ven ?algo mejor’... alguien más bello, interesante o exitoso entrar por la puerta. No quieren comprometerse por temor a perder ?el premio mayor’...”, explica Vanessa, de 42 años.

Por lo mismo, no se dan el tiempo para conocer a una persona en el plano más íntimo. Entonces, las primeras dos etapas del amor se viven apuradamente, en cuestión de días u horas; por eso la gente se enamora y desenamora con la rapidez del rayo, sin dar tiempo a que surjan esos lazos emocionales que son la base del amor.

¿ERES TÚ UNA DE ELLAS?

Si reconoces que tú también vives esperando el ejemplar perfecto, que llene todas tus expectativas, Lori Gottlieb, autora de Marry Him: The Case for Settling for Mr. Good Enough (Cásate con él: un argumento a favor de casarse con el hombre “bastante” bueno), tiene un mensaje para ti: sé realista. Ella aconseja a las mujeres que cuando hagan su lista de todo lo que buscan en un hombre, se concentren en las cualidades que consideran fundamentales (que sea honesto, trabajador, responsable), y no en las superficiales (que tenga los ojos verdes, que sea alto). Estas mujeres, dice, están cerrando la puerta a hombres que podrían tener mucho que ofrecerles, si se tomaran el tiempo de conocerlos.

¿Quiere esto decir que la atracción física y la química no cuentan? Claro que sí cuentan. Lo que sucede es que muchas personas, hombres y mujeres, rechazan la posibilidad de conocerse mejor a causa de características tan superficiales como la estatura o el color de los ojos. Sin embargo, muchas veces la química más explosiva y la atracción más fuerte surgen cuando conocemos a la persona por dentro. Al final, la solución radica en echar a un lado el concepto de la gratificación instantánea y tomarnos el tiempo de conocernos.

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