No sigas desenfocada

No sigas desenfocada

El trastorno de déficit de atención en los adultos puede tratarse con éxito para vivir mejor.

Carmen ya no va al cine con su familia. Cuando estaba en su asiento, siempre la sobrecogía una ansiedad que la obligaba ?como impulsada por un resorte? a salir al lobby a revisar sus mensajes en el teléfono celular, a redactar una lista de todas las cosas que le quedaban por hacer o a buscar algún dato en Internet. “Es como un cosquilleo en el cuerpo; como si algo me impulsara a moverme. Simplemente no puedo quedarme quieta en un sitio”, confiesa.

Rafael, por su parte, reconoce que su vida está fuera de control. “No logro organizarme, porque me resulta muy difícil concentrarme. Tengo mil proyectos a mitad del camino, pero no llego a completar uno. Salto de una cosa a la otra. Esto está afectando mi trabajo. Lo mismo ocurre con mis relaciones, porque tengo muchos altibajos emocionales. Sé que necesito ayuda...”.

Alina constantemente era acusada de no prestar atención. “Mis amigos se quejaban de que no los escuchaba, y en el trabajo me decían que no estaba ?enfocada?. Además, por mi falta de atención tuve varios accidentes de auto. Eso me asustó y me llevó a buscar ayuda”, dice.

Estos son solo tres casos de un desorden que cada día reconocemos más: el Trastorno de Déficit de Atención (TDA), que, de acuerdo con un reporte de la Clínica Mayo, “siempre se origina en la niñez, pero muchas veces no es diagnosticado hasta mucho más tarde. Los síntomas persisten en la edad adulta”.

Esto explica por qué tantas personas, como Alina, Rafael y Carmen, tienen una serie de comportamientos que quizás algunos, que observan esto desde afuera, achacan a la inmadurez o a la irresponsabilidad o, simplemente, no saben cómo catalogarlos.

“Recibir el diagnóstico y comenzar un tratamiento cambió mi vida”, dice Alina. “Al fin, gracias a mi médico, pude ponerle un nombre a lo que me pasaba, y comenzar a tratarme. Ahora me siento más centrada y enfocada. Todo ha mejorado: mi trabajo, mis relaciones personales y mi nivel de autoestima”.

Como demuestra este caso, las noticias son buenas: el TDA puede ser controlado y manejado con el tratamiento adecuado, lo cual representa un enorme cambio en la calidad de vida de quien lo padece y de sus allegados. El primer paso para comenzar este proceso, por supuesto, es diagnosticar el desorden.

¿QUE LO CAUSA?

Aunque el origen exacto del TDA no ha sido determinado aún, se cree que ciertos cambios estructurales del cerebro están ligados a este desorden. Igualmente se ha descubierto que la persona tiene un riesgo mayor de padecer de esta condición si:

  • Su madre estuvo expuesta a ciertas toxinas durante el embarazo.
  • Su madre fumó, bebió alcohol o usó drogas durante el embarazo.
  • Tiene parientes de sangre con este u otro desorden mental.
  • Fue un bebé prematuro.
  • Estuvo expuesto a toxinas ambientales durante la niñez.

¿CUALES SON LOS SINTOMAS?

Muchas personas se catalogan a sí mismas de inquietas o distraídas, pues no han sido diagnosticadas correctamente. Los síntomas del TDA en los adultos incluyen:

  • Dificultad para concentrarse
  • Inquietud o intranquilidad
  • Impulsividad
  • Problemas para completar una tarea
  • Desorganización
  • Cambios frecuentes en el estado de ánimo
  • Irritabilidad, mal carácter
  • Imposibilidad de lidiar con el estrés
  • Relaciones inestables

La persona que ve su vida afectada por cualquiera de estos síntomas debe consultar con un médico para que este determine si en efecto padece del TDA o si su condición se debe a otros factores, entre ellos el estrés. Igualmente, se debe descartar cualquier otro desorden orgánico, como apnea del sueño, hipoglicemia o un problema de la tiroides, entre otros. También es importante llevar al doctor una lista de los síntomas y de todos los medicamentos que se toman, incluyendo los remedios de hierbas y las vitaminas.

¿COMO ES TRATADO?

Hasta el momento, el tratamiento que se utiliza para el TDA consiste en un medicamento (se receta de acuerdo con las condiciones médicas del paciente y los posibles efectos secundarios del producto), consejería sicológica o una combinación de ambos. La terapia sicológica trabaja para ayudar a manejar ciertas áreas específicas, como el control del comportamiento impulsivo y el bajo nivel de autoestima.

La mayoría de las personas que padecen de este desorden, además, podrían beneficiarse con ciertos cambios en su comportamiento o estilo de vida, como, por ejemplo:

  • Redactar una lista diaria de las cosas por hacer.
  • Preparar notas adhesivas y colocarlas en el refrigerador, el espejo del baño o cualquier lugar donde sea fácil verlas.
  • Mantener una agenda con las fechas importantes, como el día de pagar las cuentas, las citas médicas, el turno con el abogado, etc. y, lo más importante, consultarla a diario.
  • Dividir las labores en pequeños pasos que pueden irse dando uno a uno, para no abrumarse ante una labor que parezca monumental.
  • Mantener una rutina consistente día a día, con un horario para cada labor, un sitio para cada cosa, y cada cosa en su lugar. El orden ayuda a mantenernos enfocados.
  • Pedir ayuda a familiares y amigos.
  • Practicar yoga, ya que hacer estos relajantes ejercicios con regularidad puede ayudar a mejorar los síntomas del TDA.
  • Hacer dietas especiales.
  • Asistir a un grupo de apoyo para personas con TDA, donde se compartan experiencias, consejos y “herramientas” de ayuda.

Esto último ha ayudado a Rafael, pues además de padecer del TDA, el ejecutivo y padre de familia se sentía abochornado por esta condición que no entendía y que trataba de ocultar. Ahora que comenzó su tratamiento y que asiste a un grupo de ayuda, se siente sereno, optimista y más eficaz en todos los aspectos de su vida.

“Conversar con personas que pasan por lo mismo, para apoyarnos mutuamente, ha sido una gran ayuda. Hoy puedo decir que reconozco lo que es el TDA, que sé que no es un defecto de mi personalidad, sino una condición tratable que puedo manejar para vivir como siempre he soñado”, comentó Rafael.

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