7 tips para visitar París con niños

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Todo viaje con hijos pequeños requiere de una buena planeación; por suerte, la capital francesa tiene mucho qué ofrecer

¿Una visita turística con niños a París? Puede ser estresante y, además, cara, pero no tiene que ser así necesariamente. Te damos 7 recomendaciones para que todo salga bien:

1. ¿Cuándo llegamos? Es recomendable viajar a París en avión o tren y reservar directamente un hotel. Mejor no viajar con las maletas y los niños en el metro.

2. ¿Aquí hay internet? Sí, incluso los hoteles de dos estrellas en París ofrecen este servicio gratis. Si en un hotel no hay internet gratis, es mejor ni siquiera reservar una habitación. Para la mayoría de los niños de seis años en adelante, el acceso a internet suele determinar el éxito o el fracaso de un viaje turístico.

3. ¡Tengo que ir al baño! Siempre es un problema cuando uno viaja con niños. ¿Se puede entrar en un café o restaurante para preguntar si el niño puede usar el aseo? En algunos países, como Alemania, en muchos cafés o restaurantes hay un aviso en la ventana que dice: “Uso del baño solo reservado a los clientes”. En París, en cambio, no suele ser un problema. “La toilette? Ici! Go upstairs!”.

4. ¡Tengo hambre! De verdad, ir a comer a un restaurante en París no es barato. Sin embargo, la situación es muy diferente más allá del centro de la ciudad. Por tanto, merece la pena tomar el metro para ir a comer a un lugar que no sea céntrico. Muchas veces son especialmente económicos los almuerzos que se ofrecen al mediodía. Y también en los restaurantes los niños son bienvenidos.

5. ¡Ya no puedo más! Este es el clásico pretexto que los niños esgrimen para no caminar mucho. Ante esta situación, es recomendable tomar un autobús turístico y hacer varias paradas en el trayecto. Los viajes en este tipo de autobuses, que permiten al usuario bajar y subir cuantas veces quiera, se pueden reservar previamente en Internet. Cuando el autobús pasa cerca de una atracción turística, el turista baja y después toma el siguiente autobús para continuar el viaje. Las mejores plazas están arriba en la parte delantera.

6. ¡Necesito selfies! Hoy, ya no es ningún problema lograr que la generación joven visite un museo como el Louvre. ¿Por qué? ¡Todos los niños quieren hacerse una selfie con la Mona Lisa! ¡Qué así sea! Para los padres lo importante es que estén dentro, lo que les permite enseñarles también algunos otros momentos culminantes del arte occidental. Con un poco de suerte, los niños dicen: "¡Esto que veo aquí me gusta mucho más que esa Lisa!": el propio niño ya ha comenzado a manifestarse sobre la cultura de nuestra civilización.

7. ¡Me estoy aburriendo! Entonces, bajemos a las catacumbas parisinas. ¿Qué se ve allí? Pasillos de varios kilómetros de longitud con seis millones de muertos parisinos en las paredes, todos decentemente apilados: aquí las cabezas, ahí las clavículas o entre ellas un par de costillas. El ambiente de una película de horror es aún más fuerte por el número reducido de visitantes que puedan entrar al mismo tiempo en las catacumbas. La única desventaja es que hay que hacer cola durante varias horas ante las casetas.

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