Los Moche, un tesoro cultural

Los Moche

Perú ofrece un recorrido por una cultura milenaria que se complementa con hermosas playas

Pasado y presente conviven en Perú haciéndose un espacioso hueco. Trujillo, brilla en la costa del Pacífico, pegado a la costa desértica interior. Un enclave en el que los extremos se tocan y que mantiene en todo su esplendor.

El Trujillo peruano encuentra su eco en la ciudad de Trujillo del otro lado del Atlántico, en Cáceres (España), pues a ella le debe su nombre. En 1700, Trujillo, Perú, formó parte de la diócesis de Baltasar Jaime Martínez Compañón, cuya obra abarcó una extensión de terreno de 150 kilómetros cuadrados en la que se incluyen costas, sierras y selvas amazónicas hasta entonces desconocidas.

La recopilación de cerámicas y piezas de arqueología supuso el reconocimiento de nuevas culturas. Con la intención de conocerlas, la expedición de la Ruta Quetzal BBVA 2011, compuesta por 222 jóvenes de 53 países, realiza el recorrido que en su día hizo Martínez de Compañón, y también conmemora el Quinto Centenario del nacimiento de Francisco de Orellana, el descubridor del Amazonas.

El objetivo de esta expedición es conseguir alcanzar un mundo mejor gracias a la “educación y contribuir a que la ruta sea un programa inclusivo, que permita eliminar barreras y luchar contra la exclusión social”, según Francisco González, presidente de BBVA.

Reinos legendarios

En la peruana Trujillo, el misterio de civilizaciones pasadas queda al descubierto mientras contemplamos construcciones milenarias que nos devuelven el reflejo de reinos legendarios como el de Los Moche. Una cultura que alcanzó un gran desarrollo tal y como se refleja en su arquitectura, pintura mural, objetos de cerámica, metal o madera. Sin olvidar las sofisticadas técnicas de metalurgia que desarrollaron y la maestría en el tratamiento textil.

Sus rituales cumplían funciones religiosas, políticas, administrativas y económicas y se mantenían vinculados a un calendario ceremonial.

Playas

Si lo que quiere es descansar de tanta Historia, nada como acercarse a las playas.

En Huanchaco, además del surf, puede ver como los pescadores locales también cabalgan sobre las olas en sus totoras, mientras que en Pimental, además de las olas puede descubrir el encanto de sus coloridas casas coloniales.

Bucear por territorios tan cristalinos también es una de las opciones de las que le permite disfrutar esta costa que brinda la oportunidad de degustar lo mejor de su gastronomía en pescados y mariscos.

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