Acaba con el perfeccionismo

Acaba con el perfeccionismo

Descubre cómo te afecta y de qué manera puedes erradicar a ese enemigo de tu salud y de tu paz mental

Mirta no lograba conciliar el sueño. Estaba segura de que el reporte que le había entregado esa mañana a su supervisor tenía un defecto. Finalmente, después de dar vueltas en la cama, se levantó de madrugada para llegar a la oficina antes que su jefe y corregir el error. Por suerte, este se solucionó con solo oprimir una tecla de la computadora. Mirta había escrito la inicial del nombre de un colega en minúscula... y para ella eso desvirtuaba todo su trabajo. Lucía, por su parte, no puede ver un cuadro desnivelado en la pared sin saltar del asiento a enderezarlo, aunque esté de visita en la casa de otro. Y qué decir de Teresa, que cuando se reúne con sus amigas a jugar póquer no soporta perder y siempre se queda rumiando su derrota. Las tres sufren, en mayor o en menor grado, de una condición llamada “perfeccionismo”. Y no están solas; muchas personas la padecen y viven convencidas de que si hay que hacer algo -desde preparar la cena hasta limpiar la casa-, es necesario hacerlo de una manera impecable. Sin embargo, ellas ignoran que la búsqueda de la perfección trae consigo serias consecuencias.

¿EN QUE SE PARECEN UN PERFECCIONISTA Y UN MERCEDES-BENZ?

Aunque algunos secretamente ven el perfeccionismo como una virtud, la realidad es que esta compulsión tiene efectos devastadores. Toma nota de lo que dice Ann W. Smith, la autora de Overcoming Perfectionism: Finding the Key to Balance and Self-Acceptance (Superando el perfeccionismo: cómo hallar la clave del balance y la aceptación personal): “El perfeccionismo no tiene un estigma tan perjudicial como la adicción a las drogas, al sexo o al juego, pero muchos de los efectos negativos que tiene en la persona y en la familia son los mismos que esas otras adicciones”, explica. La adicción a la perfección es capaz de producir malestares físicos, como dolores de cabeza y de espalda, problemas digestivos, dificultad para conciliar el sueño, disfunción sexual y trastornos de la alimentación, entre ellos, comer de más. En el aspecto emocional y sicológico, el daño incluye aislamiento, ansiedad, depresión, sentimientos de culpa o de vergüenza ante lo que estas personas consideran su “fracaso”, y hasta ideas o tendencias suicidas (en estos casos es de vital importancia consultar de inmediato con un sicólogo o un siquiatra).

Como ves, el perfeccionismo, que a veces es el resultado del trastorno de obsesión compulsiva, que puede controlarse con el tratamiento adecuado, no es una aflicción inofensiva. La persona perfeccionista vive tensa, estresada y agotada física y mentalmente. Es por eso que algunos creen que la respuesta a la pregunta ¿en qué se parecen un auto de lujo y un perfeccionista? es en que ambos están ¡perfectamente acabados!

NO HAY SOLUCIONES PERFECTAS, PERO ¡SÍ HAY SOLUCIÓN!

Si deseas escapar del yugo del perfeccionismo y vivir más relajada y feliz, sigue estos pasos. Pero, ¡ojo! No esperes hacerlos a la perfección; sin duda vas a cometer errores o a tener recaídas a lo largo del camino. No te castigues ni te sientas culpable. Acuérdate de que es parte del proceso... y sigue adelante.

1. RECONOCE QUE LO PADECES. Una de las señales más claras de este desorden es que, hagas lo que hagas, nunca sientes que lo has hecho lo suficientemente bien. Al menos en tu mente, siempre pudiste haberlo hecho mejor. O ves un error insignificante, que en realidad no afecta el producto o el resultado, como un fracaso total. Otra señal es que te paralizas y no eres capaz de actuar, pues temes hacerlo mal, o, por el contrario, no terminas la tarea hasta que esté perfecta, lo cual quiere decir que nunca la terminas. Una vez que reconoces que estás adicta al perfeccionismo, puedes reconocer cuándo estás a punto de caer en su trampa.

2. RECUERDA SER REALISTA. Pregúntate si realmente es posible ser infalible todo el tiempo y en todo lo que haces. En tu experiencia, ¿existe alguien que lo haya logrado... siempre? Haz una lista de las personas que admiras, ya sea en tu entorno o en la historia, y pregúntate cuáles de ellas son o fueron perfectas el ciento por ciento de las veces. ¿Crees que sus errores las hacen “menos” como personas?

3. ELEVA TU AUTOESTIMA. La raíz del afán por alcanzar la perfección muchas veces nace de los sentimientos de minusvalía; de pensar que, si no eres perfecta, no vales tanto como los demás. No te definas por lo que haces o por lo que tienes, sino por lo que eres: un ser humano valioso y con mucho que aportar. Acéptate con virtudes y defectos. Date el crédito que mereces por tu esfuerzo y tu dedicación, independientemente de los resultados. Y si piensas que este argumento es una invitación al descuido, a hacer el trabajo a medias o a conformarte con la mediocridad, no es así. Se trata de que des siempre lo mejor de ti, pero manteniendo expectativas realistas.

4. PONLO EN PERSPECTIVA. ¿De veras ese pequeño defecto lo arruina todo? ¿Es cierto que si no puedes hacerlo a la perfección es mejor no hacerlo? A menos que ella trabaje en el campo médico o que dirija el tráfico aéreo en el aeropuerto, dos casos en que la precisión y la atención al detalle pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte, la persona razonable apunta a la excelencia, no a la perfección. Los perfeccionistas ven el mundo en extremos: bueno o malo, servible o inservible. Reconoce que no todo es o blanco o negro; existen muchos matices

5. DISFRUTA EL PROCESO. Ahora que entiendes que es irracional exigir la perfección y estás dispuesta a dar lo mejor de ti sin presionarte en exceso, verás que disfrutas más lo que haces, lo cual, irónicamente, hará que todo te salga mejor. Por lo mismo, diviértete. Hacer las cosas con una actitud positiva y relajada es el antídoto más eficaz para la rigidez del perfeccionismo.

6. APRENDE DE TUS ERRORES. ¿Qué pasa si cometes un error? No te juzgues, no te castigues ni te llenes de ansiedad. Aprende de él... y recuerda que eres un proyecto en progreso. Cada día aprendes algo nuevo; la perfección cierra la puerta al aprendizaje y, después de alcanzarla, ¿qué queda? Haz como los sabios, que no tratan de ser expertos, sino eternos aprendices. Entonces, relajada y en balance con la naturaleza, podrás disfrutar de todos los pequeños grandes placeres de la vida... sin exigirles que sean ¡perfectos!


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