Guía para padres en apuros

Guía para padres en apuros

Las incertidumbres que plantea la educación de los hijos son numerosas. Te damos algunos consejos para resolver las dudas más frecuentes

En lugar de traer “un pan debajo del brazo”, como reza la sabiduría popular, los niños deberían venir equipados con un manual de instrucciones, piensan con ironía muchos padres que se enfrentan a diario a los comportamientos imprevisibles, palabras inexplicables y cambios de ánimo de sus hijos.

Si existiera ese hipotético ‘Gran Manual para padres en atolladeros’, que incluyera respuestas y consejos para todas las posibles situaciones con que se enfrentan los mayores a lo largo de las distintas etapas de crecimiento y maduración sus hijos, probablemente tendría el tamaño de una enciclopedia y se convertiría en uno de libros más vendidos del mundo.

De momento, esa gran ‘Guía para padres’ está pendiente de editarse, y los psicólogos, pedagogos y expertos en relaciones familiares se encargan de orientar a los padres y resolver sus dudas, lo cual está lejos de ser una “ciencia exacta”.

En lo que si coinciden la mayoría de los expertos es que el modelo de los padres es el principal punto de referencia para los hijos, por lo cual los mayores deben intentar convertirse en un “buen ejemplo a seguir”, reconociendo los errores ante los pequeños o jóvenes, cuando sea necesario.

Según la terapeuta Rocío Alba, a cargo de la “Escuela de Padres” del Centro Shana, de Madrid, hay una serie de dudas que son las más habituales, y plantean los padres que acuden a su consulta

El gran dilema: normas y autoridad

¿Cómo le pongo los límites? Es una de las preguntas más frecuentes. Los hijos requieren ciertas normas para organizarse y adquirir buenos hábitos. La autoridad de los padres les ayuda a crecer, pero con algunas condiciones: para ganarse el respeto de los hijos hay que procurar ser ecuánime y coherente, mantenerse firme y no ceder ante ellos por pereza o temor al conflicto.

Otra duda habitual en muchos padres es saber qué esperan sus hijos de ellos, los cual ofrece un auténtica brújula para el comportamiento y las actitudes paternas. Según las encuestas, su mayor aspiración es algo tan sencillo como que los padres les dediquen tiempo, se preocupen por ellos, presten atención a sus necesidades y que los escuchen.

“Necesitan, en definitiva, saber que los padres van a estar siempre a su lado, pase lo que pase”, señala Rocío Alba.

Según la terapeuta del Centro Shana, una de las mejores formas de enseñarles valores positivos a los hijos, además de con el propio ejemplo, consiste en leerles cuentos sobre la amistad, la generosidad, la confianza, la solidaridad.

Sobre arenas movedizas...

Para comunicarse con ellos, otro de los grandes “terrenos resbaladizos” de los padres, es conveniente escucharlos de forma activa, prestándoles atención y procurando entenderlos, en lugar de interrumpirlos o apresurarse a “taparles la boca” con un discurso, una serie de consejos o una retahíla de reproches.

Hay que procurar empatizar con los hijos, es decir “ponerse en su lugar”, elegir el momento más adecuado para charlar y llegar a acuerdos con ellos. Recompensarlos por sus buenas conductas y expresarles claramente cuando tienen razón, son dos formas muy sencillas de ganarse su consideración.

Un detalle tan simple como acabar siempre las charlas con una sonrisa -la última impresión suele quedar grabada- invita a abordar otras conversaciones con buena predisposición. Para fortalecer su autoestima, nada mejor y más simple que quererlos como son, darles y demostrarles cariño, evitar las comparaciones con otros niños, elogiarle por sus logros, ayudarles a que traben amistades, destacar lo positivo de ellos y alentarlos a que pasen tiempo con su familia.

¿Cómo puedo crear una familia unida y sólida?

Es otra de las consultas frecuentes de los padres.

Para Rocío Alba, “el secreto radica en pasar juntos el mayor tiempo posible, compartir actividades que los diviertan a todos, dejar que todos hablen y se expresen con libertad, demostrar el afecto y cumplir las promesa. Realmente no se trata de objetivos imposibles de alcanzar”.


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