Lo que hice por la fama

Lo que hice por la fama

Ella se dejó seducir por la posibilidad de ser famosa y tuvo que pagar un precio muy alto...

En mi familia todo el tiempo bromeaban que yo quería ser famosa desde que estaba en pañales, porque siempre me atrajo la cámara fotográfica. En mi álbum aparezco en decenas de poses sexy o dramáticas; era una miniestrella desde el kínder.

Esto no era producto solamente de mi adicción a la farándula; en la escuela descubrieron que tenía talento para el baile y mis padres, cediendo a mis súplicas, me matricularon en clases de ballet. A mí me gustó tanto explorar ese arte, que con el paso de los años seguí entrenándome en todo tipo de danza, del jazz al hip hop.

En la adolescencia, cuando les pedía a mis padres que me dejaran ir a audiciones para videos musicales o programas de televisión, ellos siempre me decían que no, que debía estudiar una carrera, y que si el baile me seguía gustando, cuando alcanzara la mayoría de edad podía hacer lo que quisiera.

¿Se imaginan mi frustración? Yo soñaba con escapar de mi vida de clase media y codearme con las celebridades que eran mi verdadera “tribu”. Pero como mis padres son personas sumamente convencionales, decidí esperar a la mayoría de edad para abrir mis alas y volar hacia la fama.

EL CANTO DE LAS SIRENAS

Mientras estudiaba en la universidad, me metí tan de lleno en la vida de estudiante, que olvidé un poco mis sueños de fama. Pero un día, escuchando la radio, oí un anuncio que de un solo golpe me hizo volver a escuchar el canto de las sirenas: “Se solicitan bailarinas para un video musical de...” y mencionaron el nombre de uno de mis cantantes favoritos y un número de teléfono.

En un instante volví a ser la chica que soñaba con ser famosa. Me envolvió una especie de... no sé cómo catalogarlo, solo recuerdo que después de escuchar ese anuncio tenía una idea fija: aparecer en ese video, que sería mi trampolín a la fama.

Sin decírselo a mi familia, fui a las audiciones. Necesitaban 12 chicas y yo fui una de las seleccionadas. Recuerdo que salí de aquel salón como si flotara por encima del asfalto... y eso que ni siquiera había tenido la oportunidad de conocer a mi ídolo.

UNA MAGIA IRRESISTIBLE

Al día siguiente, apenas llegué al estudio para ensayar con las otras chicas, comprendí lo que siente un pez cuando lo sacan del agua y lo lanzan de nuevo al mar. ¡Al fin me sentía en mi ambiente, rodeada de gente como yo, en un mundo mágico, fabuloso e irresistible!

El cantante, llamémoslo X, era todo lo que siempre imaginé: guapísimo y muy coqueto con las chicas. Cada vez que teníamos un descanso se acercaba a mí y a otra chica de quien me hice amiga para conversar y bromear. En esos momentos, cuando tenía toda la atención de ese ídolo de las multitudes, me sentía especial; como si X me hubiera sacado del montón y elevado al Olimpo de las celebridades. Incluso noté que ahora los demás -desde las otras bailarinas hasta los miembros de su equipo- comenzaban a verme y a tratarme de una manera diferente. La atención de X me hacía especial.

La filmación del video duró dos semanas. Cuando X se fue de la ciudad, quedé como un globo desinflado. Una vez más tenía que vivir en el mundo “real”. Estaba atrapada en la rutina diaria, con las mismas personas que ahora me parecían grises y apagadas. ¿Por qué, por qué no me fui con el circo?

LA VIDA LOCA

Dos meses después recibí una llamada que por poco me hace desmayar en el medio de la calle. Al otro lado de la línea escuché la voz mágica de X. El le había pedido mi número de teléfono a su jefe de producción. Me explicó que había terminado de grabar su último álbum y que se iba de vacaciones al Caribe con su gente y se había acordado de mí. "¿Te gustaría venir?”, me preguntó. Una vez más, X me elevaba del gris anonimato a la cumbre del glamour. ¿Cómo podía rechazar esa oportunidad?

Así comenzó mi vida de “gitana”, reuniéndome con X cada vez que me enviaba un pasaje para juntarme a su fabulosa caravana de excesos. A lo largo de más de seis meses, pasé muchas noches con él. En más de una ocasión él estaba con otras chicas. No era algo que me gustaba, pero tenía que estar “a tono” con el resto del grupo. X trabajaba muy duro en su carrera, pero cuando llegaba la hora de divertirse, la vida era una fiesta constante en la que todo podía pasar. A veces tocaba hacer algo que no era precisamente de tu agrado, pero ese era el precio de admisión a la fama. Y no voy a mentir: es embriagadora. Cuando estás en ese círculo mágico, las personas que antes no reparaban en ti ahora se desviven por atenderte. De repente eres más importante, más sexy y más glamorosa. Yo estaba totalmente adicta a mi nueva vida.

Mis padres y mi hermana menor no entendían del todo mi profesión tan alocada; yo les decía que así era la vida de una bailarina profesional. Pero sabía que estaban preocupados y que en el fondo rogaban que esto fuera solo una fase de juventud.

ESTALLA LA BOMBA

Recuerdo la llamada de mi madre: “Por favor, ven a casa inmediatamente”. Enseguida pensé en mi padre, quien desde hace dos años lucha contra el cáncer de próstata. ¿Es que había malas noticias del médico? Dejé las compras y corrí a casa, solo para encontrarla rodeada de varios reporteros locales que querían conocer la opinión de mi familia... sobre el video.

"¿Qué video?”, pensé, y en segundos caí de golpe en la realidad. Nunca me pasó por la mente que alguien hubiera estado tomando videos de todo lo que ocurría en mi vida loca con X, pero sí lo habían hecho y ahora escenas muy íntimas, de él conmigo y con las otras chicas, estaban no solo en Internet, sino en los canales locales de TV. Un día después estarían en los diarios.

Mis padres estaban destruidos; jamás imaginaron ser la comidilla pública y menos debido a algo tan bochornoso como el escándalo sexual de una de sus hijas. Ellos eran personas respetadas en la comunidad. ¿Con qué cara iban a salir ahora a la calle a encontrarse con la gente del pueblo?, preguntaba mi madre. Mi padre no hablaba, lo cual era mucho peor. También me preocupaba la reacción de mi hermana menor, que a los 14 años de edad era muy vulnerable emocionalmente. ¿Qué le dirían en la escuela sus compañeros? De repente, mi vida glamorosa se había convertido en una pesadilla.

Lo más irónico de todo es que el escándalo sirvió para darle más fama a X; a mí me mencionaban simplemente como “una de las chicas” del video. Por supuesto, el relacionista público de X se dedicó a “limpiar” la imagen del ídolo de la juventud... y nunca más volví a saber de él. Me había convertido en un problema que había que eliminar de su vida.

Después de ese duro despertar, comprendí que yo misma me había metido en un juego muy peligroso. En busca de una fama vacía, no una ganada con mi talento, eché a un lado mis principios; adicta al glamour y a la atención de los demás, perdí mi rumbo y me convertí en el escándalo del día. El daño estaba hecho. Mi vida había sido expuesta al escrutinio público y ni mis padres ni yo volveríamos a ser los de antes. Durante varios meses sufrí una fuerte depresión y mi familia y yo tuvimos que ir a terapia para reparar un poco el daño. Cada vez que se me acerca un hombre, me pregunto si busca a la chica fácil del video. Hoy trato de volver a ganarme el respeto y la confianza de mis padres y de mi hermana, pero es difícil, porque antes tengo que trabajar muy duro para recuperar la autoestima que perdí cuando busqué la gloria vacía de la fama.


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