Negar que un miembro de tu familia tiene un problema de adicción solo complicará más las cosas y los alejará de la solución
Dice el dicho que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, sin embargo, ¿qué pasa cuando lo que ve lo lastima, lo hiere o lo hace sentir mal?
Enfrentar la realidad y confrontar las situaciones adversas, representa para muchas personas un verdadero problema de dimensiones complejas, la mayor parte de ellas del orden emocional o afectivo. Según el psicoanálisis, la negación es uno de los mecanismos de defensa que nuestra mente opera como estrategia para hacer frente a la realidad y preservar nuestra autoimagen, aceptar las cosas “tal y como son”, no es un recurso intelectual que todos pongamos en práctica.
En la familia, la negación, es un problema recurrente si nos referimos al tema del consumo de sustancias, empezando con el que abusa de ellas y llegando hasta quienes conviven con él. Por ejemplo, el alcohólico, atraviesa varias etapas de consumo, antes de reconocerse como alcohólico, negando previamente toda esa posibilidad, o por otro lado la madre que piensa que su hijo ha pasado últimamente por situaciones difíciles, asociadas sobre todo a la “suerte”, el “destino” o a una “mala racha” antes de reconocer que su hijo tiene un problema de abuso del consumo de alcohol.
Asimismo, las personas que usan la negación (también la evitación) como forma de afrontamiento, pueden sentir un mayor alivio emocional ante la primera situación amenazante, sin embargo, esta condición favorece una mayor vulnerabilidad a las siguientes situaciones adversas, en contraste con las personas que no lo niegan y deciden enfrentar la amenaza de forma vigilante, para estas, resulta desagradable al principio, pero en las ocasiones siguientes experimentan menor ansiedad, debido a que se hallan mejorpreparadas para dominar la situación.
Para el consumidor que abusa de las drogas, la negación de su condición de “dependiente” forma el núcleo de su enfermedad de la adicción en su parte psicológica, “funciona” para separar al consumidor de la conciencia que las consecuencias de su adicción tienen en su vida. De esta manera se reduce la ansiedad y además se protege el sistema adictivo, estableciéndose un equilibrio enfermo, del cual el dependiente se mantiene atrapado, y que además es la razón por la que insiste en volver a usar aún drogas luego de una crisis. Para algunos autores, la negación del dependiente de drogas, se origina en una etapa preadictiva del sujeto, cuando para empezar a justificar su comportamiento, se ve obligado a no ser honesto y empezar a mentir.
Es importante considerar que estos primeros engaños suponen al menos un esfuerzo activo del sujeto, incluso un conflicto que periódicamente se reproducirá, toda vez que se mantenga el abuso en el consumo. Un ejemplo típico de esta situación, es el joven que empieza a consumir drogas y se ve obligado tarde o temprano a mentir para ocultar su condición o para justificarse de conductas delatoras, tales como (pequeños robos y estafas a la familia y al hogar). Al principio le cuesta engañar y la mayoría de las veces sufre y entra en dilemas morales por haber mentido a seres queridos o allegados, sin embargo, poco a poco y a partir de repetir dicho comportamiento termina habituándose a engañar, incluso en muchos casos eliminando o extinguiendo la ansiedad asociada al acto de mentir, lo que paulatinamente lo lleva a no distinguir y diferenciar entre la verdad o mentira de su palabras y actos, simplemente se limita a decir con naturalidad aquello que más le conviene, sea cierto o no.
Otro de los factores que hacen que el adicto niegue su problemática es cuando glorifica las consecuencias de drogarse, por ejemplo: “al consumir yo pinto muy bien o manejo muy bien, doy la psicoterapia muy bien”, restándole importancia del deterioro a su salud y sobrevalorando las “ventajas” de su consumo.
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