Visualízate libre de preocupaciones

Existen técnicas eficaces que te ayudarán a mantenerlas bajo control, para que puedas ser feliz

Son como nubecillas grises, pequeñas, pero constantes, que empañan el cielo azul. O como un enorme vendaval que agita y arrasa con la paz. Las preocupaciones, esas ideas que rondan la mente de día y de noche, pueden quitar el sueño, elevar los niveles de estrés e incluso contagiar a los demás. Además, la tensión constante es capaz de causar estragos en la salud: desde trastornos estomacales hasta hipertensión. Lo peor es que son una especie de epidemia moderna, pues ¿quién no tiene al menos una dándole vueltas por la cabeza?

Las buenas noticias: si te agobian las preocupaciones, existen técnicas que puedes aprender a usar para mantenerlas bajo control. Aquí tienes la “caja de herramientas” que puedes comenzar a implementar hoy mismo para recuperar la tranquilidad.

LAS 10 REGLAS DE ORO

1 RECONOCE LA DIFERENCIA ENTRE LO POSIBLE Y LO QUE ES DIFÍCIL QUE OCURRA

Existe una diferencia entre una preocupación válida, causada por algo que puede ocurrir, y una que no tiene base en la realidad, pero que nace de tus fantasías negativas. Cuando una preocupación ronde tu mente, en vez de preguntarte si es posible que eso ocurra (ya que casi cualquier cosa es posible), pregúntate cuáles son las probabilidades de que suceda. El ejemplo perfecto: "¿Se estrellará el avión en el que voy a viajar?”. Analiza las estadísticas (de acuerdo con éstas, volar es una de las formas más seguras de viajar) y determina si esa preocupación tiene base en la realidad.

2 ANALIZA SI TIENDES A PENSAR EN FORMA “CATASTRÓFICA”

¿Exageras las probabilidades de que algo ocurra y piensas que si llega a pasar será el fin del mundo? Entonces recuerda cuántas veces has esperado un resultado “terrible” y luego pasó una de dos cosas: 1. Eso que temías nunca ocurrió. 2. Ocurrió, pero no fue tan terrible o lo manejaste mejor de lo que pensabas. Cada vez que surja una preocupación en tu mente, en lugar de caer en un estado de pánico, determina si estás pensando “catastróficamente”. Reconocerlo te ayudará a calmar la ansiedad.

3 NO TE PREOCUPES... ¡PREPÁRATE!

Vivir sin preocupaciones no quiere decir enterrar la cabeza en la arena. Sin duda, anticipar algo que pueda ocurrir ahora o en el futuro nos ayuda a estar preparados para enfrentarlo o para evitarlo. Claudia, una joven mamá de un bebé de 6 meses, comenzó a preguntarse qué sería de su hijo si a ella le ocurría algo. Pero antes de que esta preocupación se convirtiera en una obsesión, Claudia decidió actuar. En lugar de rumiar sus preocupaciones, ella usó ese tiempo para designar un guardián legal de confianza para su hijo y abrir una cuenta de banco para cubrir sus estudios universitarios en el futuro. Aprende a diferenciar entre una preocupación productiva y una que no lo es. La primera te conduce a un “plan de acción” que puedes implementar en la medida de tus posibilidades; eso calma tu ansiedad. Por el contrario, la segunda te hace correr en círculos dentro de tu mente sin resolver el problema y llenándote de ansiedad.

4 DATE UN ESPACIO PARA RESPIRAR Y BUSCAR SOLUCIONES

Abrumarte con los pensamientos negativos no te llevará a una solución, sino que te creará más problemas. En su libro How to Stop Worrying and Start Living (Cómo dejar de preocuparte y empezar a vivir), Dale Carnegie recomienda que cuando tengas una preocupación, te hagas estas preguntas:

¿Cuál es el problema?

¿Cuál es la causa de la dificultad?

¿Cuáles son todas las soluciones posibles?

¿Cuál es la mejor decisión?

La respuesta a estas importantes preguntas puede iluminar tu camino a la solución.

5 HAZTE UNA PREGUNTA CLAVE:

"¿Qué es lo peor que puede pasar si, a pesar de todos mis esfuerzos, no puedo solucionar el problema?”. Acepta lo peor y procede con calma a imaginar de cuántas maneras puedes mejorar la situación si “lo peor” llegara a ocurrir. (Recuerda, aceptar lo peor no quiere decir que va a suceder.) Saber que aun en ese caso tienes opciones y, lo más importante, que puedes escoger la actitud con que enfrentas esa situación, puede aliviar tu ansiedad.

6 CUANDO NO HAY SOLUCIÓN RECUERDA ESTAS SABIAS PALABRAS:

“Señor, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para conocer la diferencia”. En su libro Keep Calm and Carry On (Mantén la calma y sigue adelante) --cuyo título es el lema que usaron los ingleses ante el acoso de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial--, Mark A. Reinecke, Ph.D. , aconseja dejar que los problemas que no tienen solución simplemente se evaporen de tu mente. “Ningún número de pensamientos puede cambiar un problema sobre el que no tienes control ni influencia”, escribe el autor. En otras palabras: aunque le des vueltas en la cabeza, a veces nada puedes resolver. No puedes evitar la llegada de un huracán, pero sí puedes prepararte para enfrentarlo y salir adelante. Haz lo que esté en tus manos... y deja que el resto se esfume como humo en el aire.

7 NO LES DES ESPACIO EN TU MENTE A LAS PREOCUPACIONES INÚTILES

Si ya has establecido la costumbre de preocuparte, cada vez que tengas un minuto libre tu cerebro acudirá a su actividad favorita: anticipar desgracias. Emplea tu tiempo en activida des divertidas, que ayuden a distraerte. Lee, ve al cine con las amigas o haz ejercicios para mantenerte en forma (la actividad física hace que el cerebro segregue endorfina, la llamada “hormona de la felicidad”). Un paseo en medio de la naturaleza tiene efectos calmantes en el organismo. Toma nota de qué ocupaciones son las que más te distraen y cuando te veas cayendo en ese mal hábito mental, acude a ellas.

8 NO ALIMENTES AL “LOBO” DE LA ANSIEDAD

Recuerda la fábula indioamericana sobre un niño que observaba dos lobos, uno llamado Angustia y el otro llamado Paz. El chico le preguntó a su padre: "¿Cuál de los dos crecerá más fuerte y poderoso?”. Y el padre le contestó: “Aquel al que alimentes”. Pregúntate qué alimentas en tu mente. Además, visualízate reaccionando ante los problemas y las situaciones difíciles que se te presenten de una manera calmada y efectiva. Mantén una actitud positiva. Mira los problemas como oportunidades que siempre dejan una lección. Usa métodos para relajarte, como el yoga, la meditación, escribir en un diario o rezar. Conversar con un familiar o amigo de confianza puede ayudarte a ventilar las preocupaciones y a verlas desde otra perspectiva.

9 BUSCA AYUDA PROFESIONAL

Si no logras controlar las preocupaciones, si sientes que te llenan de ansiedad o que no puedes lidiar con ellas, consulta con un profesional, un sicólogo o un terapeuta. El o ella pueden ayudarte a ver la situación desde una perspectiva más ecuánime.

10 ¡RÍE!

Reír tiene efectos curativos y ayuda a ver la vida con optimismo y buen humor. Y cuando se mira a través de esos lentes, las preocupaciones son menos y se multiplica la felicidad.

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