El reciente anuncio del príncipe Andrés de renunciar al uso del título de duque de York ha reavivado una leyenda que lleva más de seis siglos rondando a la familia real británica: la supuesta “maldición del ducado de York”. Aunque el título ha sido otorgado en ocho ocasiones a lo largo de la historia, ninguno de sus portadores ha logrado conservarlo sin que ocurriera una desgracia o algún giro inesperado. Desde traiciones políticas, desapariciones o renuncias públicas, estas son las veces que el nombramiento ha tenido un final abrupto.
Edmundo de Langley, el duque que traicionó a su propio rey
El primer portador del título fue Edmundo de Langley, cuarto hijo del rey Eduardo III, quien recibió el ducado en 1385. Aunque comenzó como un hombre leal al trono, su apoyo a Enrique Bolingbroke en la invasión que derrocó a Ricardo II fue visto como una traición que marcó su reputación para siempre. Esta decisión política fue tan polémica que incluso Shakespeare la retrató en “Ricardo II”, convirtiendo a Edmundo en símbolo de ambición y deslealtad a la corona.
Ricardo de York, el heredero que nunca llegó al trono
Generaciones después, Ricardo de York, descendiente directo de Edmundo, reclamó su derecho a la corona durante la Guerra de las Rosas. Aunque el Parlamento lo reconoció como sucesor del rey Enrique VI, su destino dio un giro fatal: fue asesinado en la batalla de Wakefield en 1460, antes de poder reinar. Los cronistas de la época aseguran que su cabeza fue exhibida con una corona de papel, como burla a su sueño frustrado de convertirse en rey.
Los príncipes en la Torre, el misterio que estremeció a Inglaterra
El hijo de Ricardo, Eduardo V, heredó el ducado siendo apenas un niño. Tras la muerte de su padre, fue llevado junto a su hermano menor a la Torre de Londres, donde ambos desaparecieron sin dejar rastro. Se cree que su tío, Ricardo III, los mandó asesinar para asegurar el trono. Hasta hoy, el misterio de los “príncipes de la Torre” continúa siendo uno de los episodios más oscuros de la historia real británica, reforzando la creencia de que el ducado de York está marcado por la tragedia.
Reyes caídos: de Enrique VIII a Jacobo II
Aunque algunos portadores del título lograron ascender al trono, como Enrique VIII, Carlos I y Jacobo II, ninguno escapó de la desgracia. Enrique VIII fue uno de los monarcas más polémicos de la historia por sus matrimonios y la ruptura con la Iglesia Católica; Carlos I fue decapitado tras la Guerra Civil inglesa; y Jacobo II terminó exiliado en Francia luego de ser derrocado en la Revolución Gloriosa. Tres destinos distintos, pero unidos por el mismo patrón: el ducado de York.
El príncipe Andrés y el regreso de la maldición
En tiempos modernos, el príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II, parece haber revivido la leyenda. En 1986, su madre le otorgó el título de duque de York tras su enlace matrimonial con Sarah Ferguson, pero los escándalos que han rodeado su vida lo llevaron a renunciar a su papel público y dejar de usar el título el viernes pasado. Aunque legalmente sigue ostentándolo, ya que solo una ley del Parlamento podría retirárselo, su reputación quedó marcada.
Desde traiciones medievales hasta controversias contemporáneas, el título de duque de York parece arrastrar una historia de desgracia que se repite una y otra vez. ¿Casualidad histórica o maldición? Lo cierto es que, con cada generación, el título parece confirmar su fama de ser el más turbulento de la realeza.