La poderosa madame de Pompadour

La poderosa madame de Pompadour

Al convertirse en la “amante real” de Luis XV de Francia, quien la adoraba y respetaba sus opiniones, tuvo una gran influencia en la política en su país

Siempre me ha intrigado lo que hacían algunas mujeres legendarias que volvían locos a príncipes, reyes y hombres con gran poder. Sus misterios, la forma como se cuidaban, la manera como les hablaban ¡y hasta los trucos que, sin duda, utilizaban para enamorarlos!

Una de ellas, con una vida fascinante, fue la marquesa de Pompadour, nacida en 1721, quien aunque murió muy joven, a los 42 años de edad, fue durante 20 años la amante favorita del rey Luis XV de Francia. La capacidad que ella tuvo de ser ?antes que nada su amiga? es lo que le permitió convertirse en una de las mujeres más poderosas en el siglo XVIII, gran estratega política y vital en las negociaciones del primer Tratado de Versalles.

Luis XV la adoraba y respetaba sus opiniones, y aunque llegó a sustituirla en el dormitorio por otras mujeres, nunca la sacó de sus suntuosos apartamentos en el palacio de Versalles ni le quitó autoridad.

La parisina cortesana tenía un origen humilde. Creció como Jeanne Antoinette Poisson y se crió de manera conservadora con las monjas ursulinas, por lo que nadie imaginó lo que sucedería en su vida, aunque siempre quiso ?algo más?. Se dice que una adivinadora le predijo cuando era una niña que ?sería la querida amante de un rey?, lo que fascinó a su frívola madre y contrarió a su padre, ya que al no ser aristócratas, sino pequeños burgueses, no tenían relación alguna con la corte real. La chica adoraba estudiar y se hizo experta tanto en las artes como en las ciencias, y desarrolló una enorme admiración por el rey Luis XV, de quien había aprendido en el colegio. ¡Aunque nunca imaginó lo que le esperaba!

Jeanne Antoinette (una cantante y actriz que comenzaba su carrera) se casó a los 19 años con el noble Charles-Guillaume Le Normant d?Étiolles, con quien tuvo dos hijos, quienes trágicamente morirían muy pequeños. A la guapa madame d?Étiolles el matrimonio le dio acceso a tener un salón, que en el París de entonces era algo muy de moda, al que acudían escritores y políticos amigos de su marido. Ahí, ella conquistaba a todos con su buen carácter, sus comentarios inteligentes y su facilidad para decir siempre lo que pensaba, pero con mucha delicadeza, sin ofender ni ser agresiva. Su reputación de mujer joven y encantadora llegó al rey Luis XV. En 1745, éste la invitó a una de sus fiestas y... ¡el resto es historia!

El coup de foudre o flechazo fue inmediato. El rey quedó fascinado con la joven, que lo hacía reí r y cantaba y bailaba de maravilla. Jeanne Antoinette rechazó al rey cuando éste la quiso seducir después de una fiesta, y le dijo claramente que solo se acostaría con él si la convertía en su ?amante real?. Ella no sería mujer de una sola noche. Al rey, cuya favorita, la duquesa de Châteauroux, había fallecido recientemente, le pareció interesante lo que Jeanne Antoinette le había planteado. Y como le encantó su gesto de mujer audaz y con personalidad, la convirtió en su amante real y la instaló en Versalles. Así, de la noche a la mañana, ¡las predicciones de la adivina se cumplieron! La joven se separó de su marido, y para que la exigente corte de Versalles la aceptara, el rey le dio el título de marquesa de Pompadour. De esa forma todos tenían que respetar a la amante del rey, quien sería igual que los aristócratas de la corte.

Aparte de su buen gusto (llegó a coleccionar más de 10.000 piezas de porcelana de Sèvres de color ?rosa Pompadour? y cientos de tapices), su excelente carácter y sus secretos de alcoba (¡cuentan que le cantaba desnuda al rey y lo arrullaba con voz de niña!), madame de Pompadour desarrolló unas dotes impresionantes de diplomática, y los políticos de otros países acudían a ella cuando querían convencer de algo a Luis XV, pues era muy centrada, no se dejaba llevar por las emociones y era una política nata. Y aunque el rey tenía otras amantes, la Pompadour podía echarlas del palacio si lo deseaba (¡lo que hizo muchas veces!). Algo muy curioso es que ella era amiga de la esposa del rey, la reina consorte Marie Leszczynska.

Cuando el rey sustituyó a Jeanne Antoinette por madame du Barry (por ser muy ?vieja??), la Pompadour quedó como consultora y siguió teniendo un gran poder político. Y aunque no compartía la cama del rey, la marquesa se involucró en apoyar proyectos arquitectónicos en París, la creación de galerías de arte y la apasionada protección de artistas, ¡quienes la adoraban! El rey la quería muchísimo, le regaló el castillo de Bellevue y el suntuoso Hôtel d?Évreux, en París, donde está hoy el Palacio del Elíseo (la residencia presidencial).

En 1764, a los 42 años, Jeanne Antoinette se enfermó y murió de lo que se cree fue un fulminante cáncer del pulmón. Esto provocó que el rey cayera en una gran depresión y mandó a hacerle un gran funeral. Su ataúd recorrió todo París.

Madame de Pompadour, quien era muy querida por todos, no tuvo que sufrir el final de su sucesora, la arrogante madame du Barry, a quien el pueblo odiaba, y fue guillotinada en 1793, como consecuencia de la Revolución Francesa, a los 50 años de edad.

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