La boda real entre Carlos de Gales y Diana Spencer, mejor conocida como Lady Di, se llevó a cabo el 29 de julio de 1981 en la Catedral de San Pablo, en Londres. El evento fue de lo más glamuroso, sin embargo, fuera de ser recordado como el día más feliz de su vida, la novia deseaba repetir la jornada, debido a que ese día en particular su cabello le resultó espantoso.
De acuerdo con lo revelado por el ex peluquero de la princesa Diana, Richard Dalton, Lady Di consideró a su peinado nupcial como “un desastre”, aunque es casi seguro que ningún testigo del hecho tuviera un pensamiento similar. “Diana me dijo que deseaba poder repetir la boda para que el peinado quedara perfecto”, contó el profesional a la revista People.
Dalton agregó que si pudiera decirle algo a su clienta más famosa le diría a "¿Cómo quieres que te corten el pelo?”. Asimismo, confesó que mientras se encargaba de peinar a Diana para su gran día con el príncipe Carlos, ella “nunca mencionó ningún otro arrepentimiento”
Como dato adicional, cabe precisar que Dalton no fue exactamente el encargado de manipular el cabello de Lady Di el día de su boda, sino que fue una tarea delegada a su colega Kevin Shanley, según reveló el propio peluquero en su libro “Todo sobre el cabello: mi década con Diana”, editado por Plant. Este material ofrece otras historias inéditas sobre la melena de la querida princesa.
¿Qué otras complicaciones tuvo Lady Di con su look el día de la boda con Carlos III?
Desafortunadamente, su peinado no fue lo único que incomodó a Diana de Gales el día de su boda. Aquel 29 de julio, la princesa también experimentó complicaciones con su vestido de novia, el cual fue diseñado por David y Elizabeth Emanuel, quienes lo describieron como un traje que “tenía que ser algo que fuese a pasar a la historia, pero también algo que Diana amase”.
El problema con el vestido se trató de un desajuste, el cual devino de la drástica pérdida de peso de la princesa antes de la boda.
De acuerdo con el Daily Mail, los ajustes del vestido se vieron dificultados debido a que la princesa había desarrollado bulimia y bajado de la talla 14 a la talla 10 en los meses previos a la ceremonia; la modista, consciente de su dramática pérdida de peso, temía que el traje no se ajustase al cuerpo de Diana como debía.
Finalmente, los diseñadores elaboraron cinco cuerpos diferentes con el fin de acomodar el traje a la silueta cambiante de Diana, debiendo ajustar la cintura horas antes de la boda.
Por otro lado, la cola del vestido, desmontable y de más de siete metros de largo, también presentó inconvenientes. Según el escritor Andrew Morton en el libro “Diana: Her True Story”, los diseñadores se dieron cuenta demasiado tarde de que habían obviado las dimensiones de la carroza acristalada en la que Diana y su padre acudirían a la catedral, por lo que existieron problemas para la comodidad de la novia durante su transporte a la catedral.
