Isabel Burr sigue su sueño

Isabel Burr sigue su sueño

Ha trabajado en la televisión, pero busca su camino en Hollywood

Insistente e independiente. Así ha sido la mexicana Isabel Burr, quien desde niña supo que entraría de lleno a la carrera artística o, por lo menos, lo intentaría. Su pasión por este trabajo tan inalcanzable para muchos se convirtió en su meta y, con el permiso y el apoyo de sus padres, a los 15 años de edad se fue a Canadá durante un año para aprender francés y perfeccionar su inglés. Desde entonces continuó preparándose para cuando se hiciera realidad su sueño de ser actriz.

Primero trabajó en el teatro en la Ciudad de México, luego obtuvo el papel protagónico como Adela Huerta en la serie televisiva de MTV, Niñas mal; entonces participó en otro proyecto en Colombia llamado Kdabra, y en estos momentos actúa en la telenovela El talismán, de la cadena Univisión, en donde da vida al personaje de Fabiola Negrete.

De cada uno de sus papeles tiene un recuerdo, sobre todo de la adivinadora Paula Lisboa, en el programa Kdabra. “Fue superdivertido aprender a leer las cartas del tarot, algo que ahora me piden mis amigos que les haga. Es bonito llevarse algo de cada papel y trabajo que uno hace”, opina Isabel.

¿Te fuiste a vivir sola a Los Angeles?

Sí, muy jovencita, cuando tenía 18 años. Les dije a mis papás que necesitaba irme porque no quería estar más en México, sino en Hollywood. Entonces confiaron en mí y permitieron que me marchara. Fui a una superescuela, The Lee Strasberg Theatre and Film Institute, y empecé a vivir solita por primera vez. Tengo que confesar que me pasó de todo.

Cuéntanos qué te ocurrió...

Desde que me pusieron muchas multas de coche hasta que no tenía dinero para pagar el gas. A veces me cortaban la electricidad... Nosotros los mexicanos en ocasiones somos un poco dejados y los estadounidenses son muy estrictos, así que me tocó aprender a la mala, pero fue muy bonito, porque me hizo crecer y madurar rápido.

¿Cómo tomaban tus experiencias tu padre, que es estadounidense, y tu madre, que es española?

Mis papás son muy conservadores. Ellos querían que primero yo estudiara una carrera en México y que luego me fuera pero, bueno, primero lo primero. La verdad es que no podía estudiar nada más, porque esta carrera es lo que me apasiona. Entiendo que deben darnos alas para que volemos.

Desde entonces, esta chica mexicana se ha encontrado con un mundo muy competitivo en California, con personas ?de todos los colores y sabores?. Otro de los problemas que enfrentó fue cuando los agentes que recibían sus fotos y currículum vítae le advertían que, para contratarla, necesitaban su visa de trabajo.

¿Y no la tenías?

Al principio, no, y por eso mismo no me querían contratar. Así que tuve que regresar a México para trabajar un poco más en mi país, hacerme de un nombre y conseguir la visa. Entonces volví a Los Angeles, pues estaba clara de que esta era la ciudad en la que
yo deseaba estar.

En la gran ciudad de las estrellas, Isabel Burr comenzó a ir a audiciones a diario, de cinco a seis, y a comenzar a “disfrutar el camino, que es largo, largo, largo”.

¿Tu meta es hacer un papel en el cine hollywoodense que no sea específicamente de latina?

A mí me encanta ser mexicana y estoy orgullosa de poner en alto el nombre de los latinos, máxime cuando ya no somos una minoría, porque hay una cantidad de puertas que se nos están abriendo. La gente ya pide ver a los latinos en la televisión o en el cine. Sin embargo, mi meta es quitarme el acento mexicano para no limitarme al hacer cine en Hollywood. Al principio seguramente tendré que hacer un papel de latina hasta que perfeccione el inglés.

¿Aprendiste inglés con tu papá?

Mi papá es de ascendencia estadounidense y se crió hablando inglés, pero el acento es el acento, porque tanto él como mi mamá crecieron toda la vida en México. Lo aprendí con él y cuando iba al colegio bilingüe, pero a diario tomo clases de acento, de dicción.

Dime algo: tu mamá, por ser española, ¿te enseñó a bailar flamenco?

Mi mamá me matriculaba en clases de flamenco desde chiquita, por nuestra ascendencia española. Ahora lo sigo haciendo cuando tengo tiempo libre y no estoy grabando, porque es una manera de sacarme todo el estrés que tengo y de relajarme. Además, también bailo jazz y soy muy aventurera, pues me encanta el deporte extremo. También hago yoga y juego tenis.

Tu carrera, además de debértela a ti misma por tu tenacidad y tu talento, se la debes al apoyo de tus padres.

Si no me hubiesen dado esa oportunidad, me hubiese quedado frustrada en Querétaro, donde viví desde mis 11 años de edad y en donde todavía están mis padres y el resto de mi familia. Estaría peleando con el mundo entero, porque si no lo tratas y no te quitas el gusanito de intentarlo, no te puedes quedar tranquila. También hay que mentalizarse de que las cosas no suceden de la noche a la mañana, toman su tiempo. Y sí, en cualquier momento de mi vida, cualquier logro que he tenido es gracias a mis padres. Aunque llevo muchos años viviendo fuera de mi casa, soy superapegada a ellos. Mi mamá es pintora y mi papá trabaja en bienes raíces, y aunque no entiendan mucho del asunto, su apoyo incondicional nunca me ha faltado. Ellos a veces se cuestionan si habrán hecho bien o no en soltarme tan temprano, pero ahora sé que esta es la mejor forma de aprender.

¿Cómo encuentras a la juventud de ahora?

Me gusta conectarme mucho con los jóvenes a través de Facebook o Twitter. Me escriben desde España, Portugal, Italia... Estamos en una etapa de cambios, y aunque a veces estos avances tecnológicos son peligrosos, nos ayudan a conectarnos con la vida real.

Cuando termines de grabar la telenovela El talismán aquí en Miami, ¿regresarás a tu casa en Los Angeles?

¡Claro! Me encanta vivir allá. Al principio, obviamente, llegué sin conocer nada y no puedo mentir que allá hay mucha gente cerrada, pero también hay muchos mexicanos, y eso me gusta muchísimo. El ambiente con que me rodeo allá es de gente que quiere actuar o cantar. Llegué un poco asustada, pero no tengo ninguna duda de que vivo en el lugar donde siempre quise estar. Allá también conocí, casualmente, a mi novio español, de Barcelona, adonde viajamos para visitar a su familia.

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