Natalie Wood: Lo que no sabías de su trágica historia

Natalie Wood
Natalia Nikolaevna Zakharenko nació el 20 de julio de 1938 en San Francisco, California. Natasha, como le decían sus cercanos, fue la segunda de las tres hijas de Nicolás y María Zakharenko, humildes inmigrantes rusos. Dice la leyenda que fue ‘descubierta’ por casualidad durante una filmación. En realidad, su madre, una bailarina frustrada que había puesto sus esperanzas en hacer de la adorable Natasha una estrella, logró llegar con su hija hasta el director, la hizo cantar frente a él y así obtuvo un rol de quince segundos en la película Happy Land (1943). Un año después, la familia se mudaba a Los Ángeles para impulsar la carrera de la niña. Tras meses de audiciones infructuosas, en 1946 se presentó la oportunidad de hacer una prueba en Tomorrow is Forever. Natasha debía llorar en el momento indicado y, para conseguirlo, María llevó un frasco con una mariposa a la que le arrancó las alas frente a la pequeña, para motivarla. Natasha obtuvo el papel y en esa cinta estrenó el nombre que la haría famosa: Natalie Wood.
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De niña su madre solía decirle: “No importa lo que te pidan hacer, siempre di que sí. Puedes aprender más tarde”.

Sin duda, su rol infantil memorable fue el de Susan Walker, la niña que no creía en Santa Claus, en Miracle on 34th Street (1947). La producción tuvo un éxito impresionante. A partir de allí, firmó un contrato de siete años con Twentieth Century Fox y protagonizó una serie de papeles de hija junto a los grandes nombres de la época: Fred MacMurray, James Stewart o Bette Davis, de quienes aprendió los gajes del oficio. A diferencia de otros niños actores, Natalie logró hacer la transición a los roles de adolescente gracias a Rebel Without a Cause (1955), junto a James Dean. Debió luchar para convencer a sus padres que la dejaran participar, y sobre todo, persuadir al director, Nicholas Ray, de que era perfecta para el papel. El filme la catapultó a un nuevo nivel de celebridad y le valió la primera de sus tres nominaciones al Oscar y un contrato de siete años con Warner.

Una chica rebelde

Imbuida de un nuevo espíritu de rebelión, la adolescente desafió la autoridad de su madre, se compró un Thunderbird convertible y empezó a fumar. Los diarios pronto la ligaron con “chicos malos” como James Dean, Dennis Hopper y Elvis Presley. Pero su corazón ya estaba puesto en Robert Wagner.

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Solía contar que se había enamorado del apuesto actor de 18 años cuando ella tenía 10 y lo vio cruzar por un pasillo de Twentieth Century Fox. Entonces se volvió hacia su madre y le dijo: “Me voy a casar con él”. Y lo hizo... dos veces.

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La primera fue en 1957, tras un breve noviazgo y una excéntrica pedida de mano en la que RJ, como lo llamaban los íntimos, le presentó el anillo en una copa de champagne. Él tenía 27 años, ella 19. Y se convirtieron en la pareja del momento. Sin embargo, su única película juntos, All the Fine Young Cannibals (1960), fue denigrada por la crítica. Pero ese mismo año le propusieron Splendor in the Grass, junto a Warren Beatty (guapísimo actor en ascenso), cinta dirigida por Elia Kazan que le valió su segunda nominación al Oscar.

En el filme sus personajes estaban enamorados y algo de esa pasión transpiró a la vida real. Un día Wagner llegó al estudio de improviso y encontró a Beatty y Natalie abrazados.

Éxito y desdicha

Los años 60 fueron un parteaguas en su carrera, comenzando con West Side Story (1961). Y es que la versión cinematográfica de la comedia musical fue un éxito y obtuvo diez premios Oscar, aunque Natalie, cuya voz fue doblada por una cantante profesional, no fue nominada. Aun si esto la hirió, otro problema le preocupaba más: la inminente ruptura de su matrimonio. Se divorció en 1962 y poco después su relación con Warren Beatty se hizo oficial.

Pero también se enfundó en la piel de personajes controversiales. Ese mismo año protagonizó Gypsy, donde interpretó a una artista de striptease, y al año siguiente integró el elenco de Love with the Proper Stranger, junto a Steve McQueen, rol por el que obtuvo su tercera nominación al Oscar, haciendo de ella, a los 25 años, la actriz más joven en haber recibido tres nominaciones (un récord que recién batió Jennifer Lawrence en 2014).
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En cambio, películas como Sex and the Single Girl (1964) y The Great Race (1965) fracasaron. Cuando los estudiantes de Harvard la nombraron “peor actriz del año” ella tuvo el humor y la valentía de ir a recibir el premio en persona.
En 1966, su relación con Beatty llegó a su fin y ella intentó suicidarse con barbitúricos. Salvada in extremis, salió de la crisis con psicoanálisis. Y para no separarse de su analista, a quien veía cinco o más veces por semana, rechazó el rol femenino en los filmes Bonnie and Clyde y The Great Gatsby, pero luego de tres años de ausencia volvió al cine con Bob & Carol & Ted & Alice (1969), sátira social de Paul Mazursky, a tono con el espíritu de los 60.
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En mayo de 1969, luego de dos años de noviazgo, se casó con el productor británico Richard Gregson, en una fastuosa ceremonia ortodoxa. Con el nacimiento de su hija Natasha, al año siguiente, su sueño de ser madre se hizo realidad y se prometió darle a la niña la infancia que ella nunca tuvo. No obstante, el matrimonio duró menos que el noviazgo, y es que al enterarse de que Gregson le había sido infiel, lo echó de la casa sin miramientos.
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RJ otra vez

Un encuentro fortuito con RJ, a quien había dejado diez años atrás, le ayudaría a superar la desilusión. Entre tanto, él se había divorciado otra vez y tenido una hija. “Esos años nos hicieron dar cuenta de lo importantes que éramos el uno para el otro”, diría Wagner. Y se casaron en julio de 1972 a bordo de su yate. Ambos encararon su segundo matrimonio con una nueva madurez. Natalie recordaría: “Era como conocer a una persona nueva, aunque en el fondo ya lo conocía”. En su autobiografía, Pieces of My Heart, de 2008, Wagner decía: “Natalie me hizo feliz... Nos deslizamos en nuestras vidas con tanta naturalidad como si nunca nos hubiéramos separado”.

Tras el nacimiento de su hija Courtney, en 1974, la actriz se retiró de manera parcial del cine para dedicar tiempo a su familia. “Hubo un periodo en el que pasé de una cinta a otra. No tenía otra vida. Me sentía vacía y creo que lo estaba. Luego descubrí que ser madre pone las cosas en una perspectiva maravillosa”, diría.
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En los últimos años de su carrera Natalie hizo apariciones en televisión, en Cat on a Hot Tin Roof (1976), con Wagner y Laurence Oliver, y en la miniserie From Here to Eternity (1979), por la que obtuvo un Golden Globe. Pero la estrella de la familia en realidad era Wagner, cuya nueva serie Hart to Hart atraía cada semana enormes audiencias.
Para Natalie, el panorama era complicado. En los años 80 en Hollywood reinaban jóvenes actrices como Diane Keaton y Meryl Streep mientras ella, con 42 años, comenzaba a enfrentarse a la perspectiva de la madurez. Aún así, tenía todo: una buena vida familiar y a RJ, con quien acostumbraba pasear en el “Splendour”, su yate, nombrado así por Splendor in the Grass, película de la que ella se sentía orgullosa. “En el ‘Splendour’ ella no tenía miedo, el barco estaba en el agua, no ella; mientras no tuviera que nadar, estaba bien”, recordaría su hermana Lana años más tarde.

Extraño accidente

De manera irónica, fue un incidente en las oscuras aguas que tanto le aterraban el que provocó su muerte. Ocurrió el fin de semana de Acción de Gracias de 1981. Natalie había aprovechado una pausa en el rodaje de Brainstorm e invitado a su coprotagonista Christopher Walken a unirse a ella y a Wagner a bordo del yate. Aquella noche el trío bajó a cenar a un restaurante de la isla Catalina y se embriagaron. Testigos afirman haber percibido un clima de tensión. De regreso en el ‘Splendour’, según Wagner, él y Walken se enfrascaron en una discusión política y Natalie se retiró a su camarote. Cuando una hora después Wagner fue a buscarla, ella y el bote del yate habían desaparecido. ¿Qué podía haberla empujado a subir al bote en una fría noche en las aguas negras a las que tanto temía? Nunca se supo. Wagner llamó a la Guardia Costera y comenzó la búsqueda. Al hallar su cuerpo horas después, llevaba un camisón, gruesas medias y una chamarra de plumas, que inflada por el agua pudo haber contribuido a ahogarla. El bote, a metros de allí, tenía marcas de sus uñas, y el forense del estado de California concluyó que debido a su estado de ebriedad (la autopsia determinó que tenía 0.14 de alcohol en la sangre) se había caído del bote, al que trató de subir con desesperación hasta que el cansancio y la hipotermia la vencieron.
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La muerte fue calificada de accidente. Años después Dennis Davern, capitán del yate, dio otra versión a cambio de dinero: Wagner había acusado a Natalie de flirtear con Walken. Wagner, por su parte, en su autobiografía, conjeturó que Natalie debía haber estado molesta por el ruido del bote golpeando contra el barco y había bajado a soltar las cuerdas, resbaló en la escalerilla cubierta de algas y se golpeó la cabeza al caer, perdiendo el conocimiento.
Walken sólo habló una vez de aquella terrible noche. “La gente convencida de que hubo algo más que lo que concluyó la investigación, nunca estará satisfecha con la verdad. Porque esa es la verdad. Fue un accidente”. Aún así, en 2012 el caso fue reabierto y el forense de Los Ángeles modificó el certificado de defunción de “muerte accidental” por “ahogo por factores no determinados”, y se incluyó una declaración según la cual las circunstancias no estaban “establecidas con claridad”. Natalie Wood fue sepultada el 2 de diciembre de 1981 en el cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles. La desgarradora ceremonia a la que asistieron Elizabeth Taylor, Frank Sinatra, Gregory Peck y Gene Kelly, entre otras celebridades, fue acompañada con el sentimental sonido de las cuerdas de la balalaika. Robert Wagner tomó gardenias del ramo sobre el ataúd, la flor preferida de Natalie, y les dio una a su madre, hermanas e hijas. Se arrodilló y besó el féretro antes de que éste descendiera bajo tierra, para siempre.

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Por: Florencia Sañudo / Foto: Getty Images
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